miércoles, 28 de enero de 2015

Pierre-Joseph Proudhon, El principio federativo

Proudhon por Courbet (1865)
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«Nacido en Besançon, de familia artesana caída en la miseria, tuvo que abandonar sus estudios secundarios para trabajar en una imprenta. Se educó a sí mismo en el curso de lecturas abundantes y desordenadas. En 1838, a los 29 años de edad, recibió una beca de la Academia de Besançon para proseguir sus estudios en París. Allí se relacionó con intelectuales revolucionarios, principalmente socialistas y comunistas, tanto franceses como alemanes y rusos desterrados. Absorbió el pensamiento de Hegel y de la izquierda hegeliana, así como el de los socialistas utópicos franceses, Comte, Kant y otros autores. Marx alabó su obra sobre la propiedad, pero atacó luego su Sistema de contradicciones económicas o filosofía de la miseria, de 1846, en La miseria de la filosofía, de 1847. La ruptura de Proudhon con Marx es considerada como el punto de partida (o, en todo caso, el símbolo) de la larga disputa entre las tradiciones anarquista y comunista. Proudhon, defensor del anarquismo, influyó sobre el movimiento anarquista, y especialmente sobre Bakunin. Elegido diputado en la Asamblea Nacional, en 1848, expuso y defendió sus ideas en la prensa, y especialmente en el periódico por él fundado, Le représentant du peuple ―que cambió luego su título a Le peuple y, finalmente, a La voix du peuple―. En 1849 fue encarcelado, pero durante sus tres años de prisión siguió escribiendo y publicando. Después de unos años de destierro en Bélgica, regresó a Francia, poco antes de su muerte.

»Proudhon es conocido sobre todo por la frase en su primera obra (o Memoria) sobre la propiedad: “La propiedad es el robo.” Sin embargo, Proudhon trató de mostrar (en su segunda Memoria) que, si bien es cierto que había combatido ―“y seguiría combatiendo”― la propiedad, se trataba de la propiedad que no deriva del trabajo propio, es decir, de los medios de producción. Estos medios tienen que ser comunes; es legítimo, en cambio, poseer los frutos del trabajo, ya que de no ser así resultaría amenazada la independencia del trabajador. Justamente en nombre de esta independencia, Proudhon se opuso vehemente a todo sistema socialista y comunista, que denunció como autoritarios. La propiedad que no deriva del trabajo propio introduce la desigualdad. Ésta debe eliminarse, y a este efecto los socialistas y comunistas introducen la autoridad, Pero con la autoridad se elimina la independencia. Ésta se consigue solamente en un estado de completa libertad, lo cual requiere un sistema de organización que echa por la borda el Estado. Se instaura de este modo el anarquismo, equivalente a la sociedad libre.

»Puesto que se rechaza toda autoridad, hay que eliminar no solamente la humana, sino también la divina. El anarquismo lleva consigo el ateísmo. Sería erróneo, sin embargo, suponer que Proudhon predicaba el anarquismo como si fuese una especie de nihilismo. La eliminación de la autoridad es una condición necesaria para la independencia. La dependencia es el mal. Hay que empezar, pues, por librar a los hombres del peso de la autoridad que se arroga el Estado. Éste es artificial; no es, como la familia, un desarrollo natural y espontáneo.

»Proudhon forjó numerosos proyectos para hacer posible la liberación de la tutela a que se ven sometidos los trabajadores. Puesto que se descarta la autoridad del Estado y, en verdad, cualquier autoridad, es menester ver cómo es posible una organización comunitaria verdaderamente libre. La base de esta organización es la idea mutualista, que no sólo sustituye todo orden autoritario, sino también todo individualismo caótico. La asociación según la mutualidad es un sistema de fuerzas libres donde hay derechos iguales, obligaciones iguales, ventajas iguales y servicios iguales, esto es, donde derechos, obligaciones, ventajas y servicios se compensan uno al otro libremente. Ello se distingue de la mera competencia en que no procura la ventaja del más favorecido o del más osado, sino un sistema de ventajas mutuas. Las comunidades organizadas mutuamente se organizan federativamente, de modo que el sistema económico queda completado por un sistema político. Tanto en el sistema mutual como en el federativo no hay transferencia de derechos a representantes en un supuesto régimen democrático de tipo liberal; transferir los derechos equivale a cederlos y, por tanto, a perderlos.

»Proudhon no sólo bosquejó un sistema de la sociedad libre (anarquista o liberada de toda autoridad), sino que también trazó, especialmente en su Sistema de las contradicciones económicas, el proceso histórico que conduce a tal sistema, explicando la función que van ocupando los procesos de división de trabajo, introducción de técnicas o máquinas, sistema de competencia, sistema de monopolios, créditos, propiedad, comunidad. Hay en Proudhon dos ideas importantes que dominan casi todos sus pensamientos: la idea de una justicia universal en nombre de la cual es inadmisible el dominio de ningún hombre sobre otro y de ninguna sociedad sobre otra, y la idea de un sistema de fuerzas en permanente tensión y contradicción, buscando un equilibrio. Contra los utopistas, Proudhon indicó que no se llega jamás a un estado perfecto; en rigor, la supuesta perfección es la muerte de la sociedad, la cual necesita un continuo movimiento y una constante negación de toda fórmula. Si hay un término-clave para el pensamiento de Proudhon es cambio: el cambio constante, la apertura constante a nuevos desarrollos, pero siempre bajo la égida de la independencia y la libertad.»

José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, tomo tercero, pág. 2723 y sig. Madrid 1979


De una caricatura de 1848

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