viernes, 6 de marzo de 2015

Ahmad Ibn-Fath Ibn-Abirrabía, De la descripción del modo de visitar el templo de Meca

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Ya disponemos de los relatos de varias peregrinaciones, de épocas y finalidades muy variadas: la sobria aunque entusiasta de la dama Egeria hasta Tierra Santa; la colorida y en ocasiones maldiciente de la Guía de Peregrinos hacia Santiago de Compostela; la fantástica y adornada (aunque alguna vez veraz) de Juan de Mandeville... Y ahora vamos a completar este repertorio con otra peregrinación, en esta ocasión desde la margen cultural opuesta, y dirigida hacia La Meca.

El único manuscrito que la conserva, escrito en árabe y castellano en el siglo XVII, fue estudiado y publicado por Mikel de Epalza, y resulta un tanto intrigante por superponer dos viajes realizados por dos diferentes peregrinos. El punto de vista de la narración varía a menudo, y puede resaltar confuso al mezclarse las diferentes voces de narradores y traductores, e incluso la prosa y el verso. Su editor propuso el siguiente complejo proceso de su elaboración.

Un morisco hispánico, posiblemente aragonés, lleva a cabo con éxito su hajj o peregrinación a La Meca a principios del siglo XV. Por el mismo tiempo, un alfaquí natural de Fez en Marruecos llamado Ahmad Ibn-Fath Ibn-Abirrabía, emprende su propio viaje con idéntico propósito pero muy distinto resultado: una vez embarcado en Túnez, será apresado y esclavizado, conducido hasta Grecia, y desde allí, a Aragón. Allí mejorará su suerte: tratará de su rescate, y logrará el apoyo de una comunidad morisca a las que transmitirá sus saberes. Y lo que es más importante, entrará en contacto con el primer viajero («una persona de crédito»), y pondrá por escrito la narración que le hace de viva voz, «añadiendo a lo dicho algún precepto de las cerimonias de dicha visita, para que sierva lo dicho por ayuda y memorial a la persona que deseare hacer lo mesmo, con lo que espero de premio y merced, confiando en Dios». Por último, añadirá el relato de sus propias desventuras en versos pareados.

Según Epalza, el manuscrito original en árabe sería copiado y traducido por un morisco a fines del XVI o principios del XVII. Sin embargo, parte del manuscrito no se copió, o se perdió, y por ello cuando es nuevamente copiado en el XVII, ahora por un cristiano viejo que añade algunas notas explicativas, éste se extraña de sus carencias: «El autor tenía prometido describir las cosas de Meca y después la ciudad de Yathrivo, donde está sepultado Mahoma. No sé si la falta es suya o de quien lo trasladó». Éste sería el manuscrito que ha llegado a nuestros días.



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