viernes, 26 de enero de 2018

Diego de Torres Villarroel, Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras

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Diego de Torres Villarroel (1694-1770) publicó su Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras entre 1742 y 1758. Nos lo presenta así Rinaldo Froldi: «Se trata de una versión libre de las andanzas de su existencia, enriquecida con la inserción de episodios a menudo inventados, recurriendo a veces al tono burlesco y caricaturesco. Considerado durante mucho tiempo la última novela de la tradición picaresca, hoy se prefiere incluir la Vida en el género de la autobiografía. En realidad, no se trata de la narración de la vida de un marginado, y carece de un marco moralizante. El interés se concentra en la persona misma del autor, juzgada moralmente positiva. Se diría que Torres hace la apología de sí mismo, de si inteligente voluntad que lo lleva a un ascenso concreto en la escala social. El Buscón de Quevedo es el modelo en el que Torres se inspira, pero hay elementos nuevos que confieren originalidad a la obra: ante todo la constante atención de Torres a sus propias experiencias, pero también la honda capacidad de observación y transcripción de las costumbres y del ambiente, todo ello plasmado con agilidad de invención lingüística y desplegado en un tono predominante de divertimento festivo, elementos adecuado para conquistar inmediatamente la simpatía del lector.

»Cuando publica la Vida, Torres Villarroel era ya un hombre célebre, cuya fama le venía ante todo de los Almanaques y Pronósticos que había comenzado a publicar en 1718 y que presentó, casi cada año, hasta 1767, por regla general sirviéndose del nombre de El gran Piscator de Salamanca. Gracias a los mencionados escritos, había visto crecer en torno suyo un halo casi de leyenda: había quien lo consideraba una especie de mago, sobre todo después de que hubiera acertado al pronosticar que el rey Luis I moriría en 1724. A nosotros, más que la oportunidad de las adivinaciones, lo que más nos interesa en estas obritas es lo que las acompaña: las dedicatorias, los prólogos y principalmente las introducciones a los pronósticos de cada año, en las cuales afloran ágiles observaciones costumbristas (…) Sus ficciones literarias tuvieron éxito en un amplio público de lectores de creciente clase media, que participaba con él en un ansia todavía no clara de renovación y de cambio de gusto.» (Historia de la literatura española coordinada por Franco Meregalli, vol. II)



viernes, 19 de enero de 2018

¿Qué va a pasar en España? Dossier en el diario Ahora del 16 de febrero de 1934


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Tras su salida del gobierno en 1933, el partido socialista inició un acelerado abandono del reformismo cuando no oportunismo, que le caracterizaba desde años atrás (y que le había llevado a la colaboración estrecha con la dictadura de Primo de Rivera y al establecimiento de la Segunda República). El nuevo talante revolucionario se expresa tajante en el conocido discurso de Largo Caballero pronunciado en Don Benito (Badajoz), el 9 de noviembre de ese año, en el marco de la campaña electoral:

«No nos conformamos con pensar que va a haber en el banco azul dos ministros socialistas. No basta con eso para gobernar. Os lo dice un hombre que ha estado sentado en el banco azul dos años y medio. Sólo por estar en el banco azul no se gobierna. Hacen falta otros elementos. Hay que tener todos los gobernadores socialistas. Hay que tener el Poder judicial, que hoy está en manos de la burguesía. Y todos los medios coercitivos del Estado. Pero no los resortes de Gobierno creados por la Monarquía, sino los que instaure el propio Poder socialista. Es preciso, para que haya un Poder socialista, tener en la mano todas las palancas del Gobierno. Se dirá: ¡Ah, ésa es la dictadura del proletariado! Pero, ¿es que vivimos en alguna democracia? Pues ¿qué hay hoy más que una dictadura burguesa? ¿De quién es hoy el ejército, la fuerza pública y el resto de las instituciones del Estado, sino de la clase burguesa? Y hay más. Esa clase burguesa dispone de las máquinas, de las tierras, de los medios de producción. Y cuando ve que la clase trabajadora se revela contra esa situación, dispone de resortes para condenarla al hambre. Por eso declaramos que no estamos dispuestos a seguir en esta situación. Queremos tener todo el Poder político, como lo ha tenido hasta aquí la burguesía (…)

»Por consiguiente, la aspiración del Partido Socialista no es la de ganar las elecciones para tener el gusto de arrebatar, nada más que porque sí, el triunfo a las derechas, sino para inaugurar una nueva etapa revolucionaria. Es preciso que la República llegue a todos los ciudadanos, y para ello tiene que ser una República social y no burguesa. Tardaremos más o menos, pero no ocultamos que vamos hacia la revolución social. ¿Cómo? (Una voz del público: Como en Rusia.) No nos asusta eso. Vamos, repito, hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia. (Ovaciones) ¿Cómo vamos a esperar de una clase burguesa que se opone a unas simples leyes sociales que vaya a consentir que se la expropie? Mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas, habrá que obtenerlo por la violencia.

»Ya han iniciado los enemigos la guerra, y dicen por boca de Gil Robles que si el Parlamento no les sirve irán contra él. Pues bien. Nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la evolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente. (Gran ovación.) Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil. ¿Qué es si no la lucha que se desarrolla todos los días entre patronos y obreros? Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos, camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El día 19 vamos a las urnas. Pero es fácil. Basta con tener voluntad. Más no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas.»

Los flojos resultados (en escaños) obtenidos, agudizará esta deriva, y en los siguientes meses aumentará la preocupación pública en general por los llamamientos al establecimiento de un Frente Único proletario que englobe a socialistas, anarquistas y comunistas. El 16 de febrero de 1934, el diario Ahora (el periódico de Luis Montiel y Manuel Chaves Nogales) publicó un interesante dossier bajo el título de ¿Qué va a pasar en España? con la siguiente justificación: «La amenaza de una guerra civil se cierne sobre el panorama nacional. Los socialistas, después de haber anunciado en pleno Parlamento sus propósitos revolucionarios, siguen intentando el frente único con sindicalistas y comunistas; las fuerzas de la derecha se aprestan a dar la batalla a las organizaciones revolucionarias; el fascismo se insinúa en la lucha callejera. ¿Qué va a pasar? En este número AHORA brinda sus columnas a todos, absolutamente a todos los hombres políticos de las tendencias más dispares y más extremistas, con la esperanza de dar elementos de juicio al lector para que pueda enjuiciar con conocimiento de causa los acontecimientos que se temen. Véanse en estas páginas las declaraciones de los jefes políticos sobre el problema planteado y el informe de nuestros corresponsales sobre la situación de las fuerzas que luchan en cada una de las provincias.»


jueves, 11 de enero de 2018

Juan de Mariana, Tratado sobre los juegos públicos

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Juan de Mariana, del que ya hemos comunicado diversas obras, publicó en 1609 sus Joannis Marianae septem tractatus, de los que extraemos el que hoy nos ocupa. En el segundo volumen de su edición de una selección de sus obras, Pi y Margall la presentaba así: «En su tercer tratado, De spectaculis, traducido por el mismo Mariana al castellano y publicado en esta colección, denuncia los escandalosos abusos del arte teatral en aquella época, y se declara contra ella, si bien ya al fin de su libro, haciéndose cargo de que no ha de lograr desterrarle de su patria, propone para su reforma una multitud de medidas que han sido adoptadas en siglos posteriores, y algunas en nuestros mismos tiempos. Se hace cargo también de la prostitución, y al paso que reconoce la triste necesidad de tolerarla, declama con sobrada justicia contra el establecimiento de los lupanares y contra toda intervención oficial que pueda darle cierto carácter de legitimidad y mas o menos directamente autorizarla. Este tratado es digno de ser consultado por las noticias que da acerca del teatro antiguo, y más que todo por su teoría sobre el placer de que nos hemos ocupado en la división primera de nuestro Discurso.» Y también reflexiona sobre el arte del toreo.


lunes, 1 de enero de 2018

Gonzalo de Illescas, Jornada de Carlos V a Túnez

Ilustración de Reding
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Alonso de Santa Cruz comienza así la quinta parte de su Crónica del emperador Carlos V: «Como al Emperador viniese a la memoria la venida de Barbarroja, Capitán General de Solimán, Príncipe de los turcos, en África, con armada y gente turquesa, y como había usurpado lo más del Reino de Túnez para desde allí hacer todo el daño que pudiese a los cristianos en la isla de Sicilia y Cerdeña y en la costa de Italia y en los navíos que fuesen o viniesen de poniente a levante con ayuda del Rey de Francia, el cual tenía hecha paz y liga con el Gran turco, acordó de pasar en África y atajar todos los dichos males con echar a Barbarroja del Reino de Túnez, que tenía tiranizado, y para dar parte de este su santo propósito, mandó llamar al Presidente y a los de su Consejo Real, a los cuales hizo una gran habla diciéndoles las cosas tan justas que le movían a querer pasar en África y conquistar el Reino de Túnez, y para ello hacer un grueso ejército y armada poderosa, por estar seguro de los Príncipes cristianos que no eran sus amigos, y como los del Consejo le respondiesen no mucho conformándose con su voluntad, les tornó a replicar cómo él estaba determinado con la ayuda de Dios de ir en persona a la ciudad de Barcelona para proveer en la armada y lo que más había de llevar, y así partió de Madrid para Cataluña dejando poder a la Emperatriz para administrar y gobernar sus Reinos.»

Una generación más tarde el beneficiado de Dueñas Gonzalo de Illescas (1521-1574), en la segunda parte (1573) de su magna Historia Pontifical y Católica, incluye un brillante y ameno capítulo con el título de «Quien fue el famoso cossario Hariadeno Barbarroxa, y la jornada que hizo contra el nuestro Emperador Carlos Quinto, en el año de mil y quinientos treinta y cinco, hasta ganar la Goleta, y la insigne ciudad de Tunez.» Su transformación en una obra independiente se debe a su publicación separada en 1804 por parte de la Real Academia Española, y a su reproducción, sin referencia a la obra original, en el tomo 21 de la Biblioteca de Autores Españoles (1858); es ésta la edición que utilizamos. En ella Cayetano Rosell señala que «sus pequeñas proporciones parece que tienen por objeto concentrar más su mérito y su belleza, pues difícilmente podrá hallarse trabajo más armónico y concluido, ni opúsculo en que más hábilmente estén resumidas todas las partes que constituyen una perfecta historia: plan bien trazado y distribuido, estilo ameno, pintoresco, gallardo, digamoslo así, como la índole del asunto lo requería; descripciones oportunas y variadas; la narración sostenida con grandísimo interés, de tal modo que parece una novela o un poema; los personajes colocados en su verdadero punto de vista; en suma, el talento compitiendo con el arte, y produciendo un modelo que, a pesar de su pequeñez, no dejara de hallar panegiristas y admiradores.»

La importancia de la aportación historiográfica de Illescas es resumida así por Emilio García Lozano: «Como gran humanista, entiende la historia como un hecho universal, total, que tiene un único objeto: la búsqueda de la verdad. Este concepto de la historia lo intenta llevar a cabo, en primer lugar, mediante una probada honestidad, informándonos repetidamente sobre los autores que lo afirman y las discrepancias que tiene con ellos. En innumerables ocasiones nos comenta que sigue a un determinado autor o que está resumiendo el contenido de cierto libro o que podemos hallar más información en tal autor. En segundo lugar, le interesa especialmente la noticia, rigurosamente seleccionada, mediante el directo conocimiento de los testigos de vista. Su relación a través de cartas, con lo más nutrido del humanismo internacional al estilo erasmista debió ser particularmente intenso.»