Supuesto retrato |
José hijo de Matías (ca. 37-100 d.C.), conocido en Roma como Flavio Josefo fue un escritor judío del siglo I. Educado en los círculos sacerdotales de su pueblo, todavía joven realizará un viejo a Roma para interceder por un grupo de rehenes. Poco después estallará la primera gran guerra judeo-romana, en la que desempeñará destacados puestos militares, como la defensa del enclave de Jotapata. Hecho prisionero por Vespasiano, se convierte en cliente de éste y luego de su hijo Tito, antes de su elevación consecutiva a la púrpura imperial. Asiste, pues, desde el ejército romano al final de la rebelión, con la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo. Se justificará más tarde indicando que desde el principio había pronosticado el fracaso de la insurrección, aunque se había esforzado por cumplir las tareas que le habían encomendado las autoridades judías.
Ciudadano romano, pensionado y establecido en Roma desde el año 71, dedicará el resto de su vida a tareas literarias, para las que utilizará la entonces lengua internacional de la cultura, el griego, aunque se piensa que la primera redacción de la obra que proponemos fue realizada en su nativo arameo. Escribe Las guerras de los judíos, las Antigüedades judías, Contra Apión, y una apología de su vida que incluimos aquí como apéndice. Todas ellas obedecen a un mismo objetivo, la defensa de su pueblo de origen (de su historia, de su cultura, de su religión...) ante el mundo romano, que lo minusvalora cuando no lo desprecia. Pero lo hace desde la aceptación del universalismo helenístico y romano que ha triunfado, parece que definitivamente, en el mundo mediterráneo.
La repercusión de estas obras es considerable, y pronto serán traducidas al latín. Puesto que no se dirigen a los lectores judíos, no parece que éstos se interesen especialmente por ellas. Sin embargo las escasa referencias al naciente cristianismo (hoy todavía se discute en qué medida son originales o añadidos de copistas posteriores), asegurará su pervivencia entre los intelectuales de la naciente religión y sus sucesores, a través de numerosísimas copias. Como Josefo se documentó a fondo para redactar sus libros, utilizando todas las fuentes que le resultaron accesibles, se han conservado múltiples referencias e informaciones sobre la cultura judía, al margen de los libros canónicos de la Biblia, sobre los complejos equilibrios de poder en el Próximo Oriente, y sobre la conquista romana.
Robert Davis, Jerusalén bajo el fuego (XIX, litografía) |