miércoles, 27 de mayo de 2015

Hesíodo, Teogonía. Los trabajos y los días

Antes Séneca, ahora Hesíodo...
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En su Historia de la literatura universal, Martín de Riquer y José María Valverde escriben: «Hacia el año 700 a. de J. C. floreció en Beocia el poeta Hesíodo, cuya personalidad, sobre la cual no caben dudas, podemos imaginarnos con detalles concretos, en oposición a la vaguedad que envuelve la figura de Homero. Aunque también la leyenda se apoderó de Hesíodo (…) sus obras revelan constantemente la presencia y la intención personal de un autor y sabemos por ellas que el poeta pertenecía a una familia de ricos agricultores, que él mismo cultivó la tierra y que por la posesión de la heredad sostuvo pleitos con un hermano suyo, en los que no siempre resplandeció la justicia. Nos encontramos, pues, frente a un campesino que domina el difícil arte de la poesía en hexámetros, conocedor de mitos y de leyes, y que ha experimentado la injusticia y la ingratitud, lo que halla eco en el pesimismo de su obra. De las leyendas objetivas de Homero, cantor de un mundo heroico y aristocrático, pasamos a la poesía de un campesino que habla en nombre propio y de una experiencia personal, e interpreta el pensamiento de una clase, profundamente religiosa, que sufre con frecuencia el rigor de la injusticia.

»La Teogonía o Genealogía de los dioses (Θεογονία) es un poema de más de mil versos en el que Hesíodo intenta dar una sistematización racional de los principales mitos del pueblo griego, desde las sombras del caos hasta la lucha de los titanes y la victoria de Zeus (Júpiter). La personalidad del poeta se advierte en su esfuerzo de síntesis al conciliar, a veces con poca habilidad, distintas leyendas sobre los mismos temas, y al recoger la tradición mitológica que se funde en las obras homéricas y los datos que podían proporcionarle poemas cosmogónicos anteriores, hoy perdidos. La nota más destacada de la Teogonía es el pesimismo que revela respecto a la condición humana al señalar la voluntad de los dioses como justificación de ciertas miserias de los hombres. (...)

»El pleito con su hermano por la heredad paterna y la corrupción de los jueces que lo fallaron constituyeron el motivo de otro poema de Hesíodo, Los trabajos y los días (Ἔργα καὶ ἡμέραι), conjunto de máximas morales y preceptos que giran en torno a la exaltación del trabajo y de la justicia. De ahí que la obra se extienda, en su segunda parte, en una serie de consejos sobre la economía familiar y las labores del campo, de acuerdo con las estaciones del año, y en una especie de calendario del agricultor. Desaparece la objetividad de la epopeya cuando, partiendo de un acontecimiento real de la vida del poeta, unas verdades de carácter moral y práctico se ordenan en la constitución de un poema que, siempre en actitud profundamente religiosa, desarrolla una especie de filosofía de los ambientes campesinos. La lucha de los héroes de Homero, guerreros o aventureros, se transforma en la lucha cotidiana del labrador con la tierra, en la gesta del campesino que pertenece a una sociedad que necesita del trabajo para vivir. El campo griego es todavía independiente de la Ciudad y Hesíodo se convierte en su educador y mentor moral. El pesimismo del poeta busca su razón de ser en el mito: Prometeo quiso sustraer a los hombres a la voluntad de Zeus (Júpiter); Pandora derramó toda suerte de dolores por el mundo, y de ahí las penas y los trabajos de la vida humana y la necesidad del trabajo. La justicia, por otra parte, se ve constantemente ofendida por la rapacidad de los poderosos, que es patrimonio de las bestias, al paso que la equidad es propia de los hombres.»


William Blake, Hécate (1795)

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