Antonio Ponz, Retrato de Jiménez de Rada a partir del de Juan de Borgoña |
Mario Crespo López, en su estudio crítico (Fundación Ignacio Larramendi, 2015) lo presenta así: «Rodrigo Jiménez de Rada (1170-1247) ha pasado a la historia como una de las personalidades más destacadas de los siglos medievales en la península ibérica, vinculado especialmente a los proyectos políticos de los reyes Alfonso VIII y Fernando III de Castilla. Descendiente del linaje navarro de Velasco de Rada (mater Navarra, según el epitafio con que se le suele identificar), estudió en Castilla (nutrix Castella), en Bolonia (fontibus Bonocica potatus philosophiae) y en París (Parisius studium), fue arzobispo de Toledo (Toletum sedes), murió en el Ródano (mors Rhodanus) y está enterrado en Santa María de Huerta (Horta mausoleum). El epitafio latino que resume su peripecia vital nos informa de lo más granado de una existencia cuajada de lugares y culturas, en el cruce cronológico de finales del siglo XII y la primera mitad del XIII.»
Llamado tradicionalmente el Toledano, su Historia de rebus Hispaniæ sive Historia gothica es una obra clave en la historiografía peninsular. En primer lugar, utilizó todas las fuentes que tuvo a su alcance: La Historia Gothorum de Isidoro de Sevilla, el Origen y gestas de los godos de Jordanes, la Crónica mozárabe, las sucesivas crónicas del reino de Asturias y sus sucesores (Alfonso III, Legionense...) y sobre todo la Crónica de Lucas de Tuy. Pero también tuvo acceso a diferentes textos árabes, y entre ellos, la llamada Crónica del Moro Rasis. Pero su síntesis no es una simple acumulación de textos, a veces contradictorios, método muy frecuente desde la baja Antigüedad. Jiménez de Rada, en sintonía con los nuevos tiempos, escoge y desecha versiones, y elabora su propio discurso. Y aunque incorpora algunas tradiciones y leyendas (por ejemplo, la paradigmática batalla de Clavijo) resulta bastante moderado en este sentido, en comparación con otros textos contemporáneos (y posteriores). Así, es un mero pastor el que indica la ruta que proporcionará una ventaja estratégica a las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa... Por todo ello, las sucesivas generaciones de historiadores tomarán desde entonces como base y referencia la obra del Toledano, aunque sea para corregirla y poner de manifiesto errores, contradiciones y anacronismos varios, como hará Ambrosio de Morales.
Juan Fernández Velarde, en la introducción a su excelente traducción del original latino (Alianza, Madrid 1989; también ha editado críticamente el original: volumen 72 del Corpus Christianorum Continuatio Mediaevalis) señala que «la Historia de rebus Hispanie o Historia Gothica de Jiménez de Rada es la cumbre de la cronística hispano-latina medieval. Por un lado supone la culminación y el compendio de una larga tradición que se remonta a varios siglos atrás y que se había ido configurando paso a paso, lentamente, a instancias de las sucesivas crónicas que, una tras otra, iban acrecentando la memoria histórica de los españoles de aquellos tiempos Por otro lado, es el precedente inmediato y la fuente mas directa de la Primera Crónica General, con la que nace la historiografía española en romance. A este doble valor hay que añadir su propia importancia como obra histórica, original e innovadora en muchos aspectos. Además, la arrolladora y polifacética personalidad de su autor —quizás el personaje histórico más relevante de la España del siglo XIII, sin contar los reyes— aumenta el interés que la obra ya tiene de por sí.»
El éxito de la Historia gothica fue inmediato, y prueba de ello son las abundantes versiones romanceadas que se confeccionaron desde el mismo siglo XIII. En ellas se solía incluir otras de las obras menores de Jiménez de Rada, como la Historia arabum, la Historia ostrogothorum, y la Hunnorum, vandalorum, suevorum, alanorum et silinguorum historia, así como otros de distinta procedencia, sin faltar los cantares de gesta prosificados. La versión que publicamos es la que realizó el obispo de Burgos Gonzalo de Hinojosa († 1327), autor también de otras obras de historia. La titula Crónica de España, y es perfecto ejemplo de la libertad plena con que se dispone de los textos en la Edad Media: según sus intereses, abrevia, modifica y amplía, sin ocultar nunca que la base la constituye la obra de Jiménez de Rada. Incluye, por ejemplo una extensa versión de la leyenda de los Siete Infantes Salas... Todo ello, junto con algunos patentes errores de traducción, ha dado una cierta mala fama a la obra. Así, Antonio Ubieto: «Quien conozca la obra de Ximénez de Rada a través de esta mala traducción castellana del siglo XIV podrá achacar al arzobispo toledano errores que no cometió.» (El sitio de Huesca y la muerte de Sancho Ramírez). Sin embargo, el juicio parece un tanto excesivo. A pesar de estos defectos, la Crónica de España resulta un excelente acercamiento a la obra del Toledano, y una buena muestra del modo de hacer historia en estos últimos siglos medievales.
La Crónica de España en un manuscrito del s. XV (Bibl. Univ. Sevilla) |