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lunes, 28 de marzo de 2022

Georges Desdevises du Dézert, Ideas de Napoleón acerca de España

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Los acontecimientos actuales nos animan a trastocar una vez más las entregas programadas en Clásicos de Historia. La guerra de Ucrania nos presenta el recurrente escenario de un país con un líder poderoso que quiere dominar/transformar a otro país vecino, ya sea para situarlo en la órbita propia, ya sea para trocearlo y absorberlo en parte. Lógicamente, todo ello por la fuerza de las armas y con los más especiosos pretextos y justificaciones. Son múltiples los paralelos que podríamos establecer, extraer de ese depósito de calamidades que también es la Historia. Hemos escogido la guerra de Independencia española y este breve trabajo del destacado historiador de múltiples intereses Georges Desdevises du Dézert (1854-1942). Corresponsal con Rafael Altamira, una buena parte de su ingente obra la dedicó a temas españoles, lo que le incluye en el selecto grupo de los grandes hispanistas franceses. De hecho se han reeditado en los últimos años su estudio sobre el Príncipe de Viana, y algunos de los tomos de su exhaustiva La España del Antiguo Régimen.

La obra que presentamos se publicó en la Revista Aragonesa en 1908, con ocasión del primer centenario de los sitios de Zaragoza, conmemorados con una Exposición Hispano-Francesa que quería plasmar la reconciliación y la amistad entre los dos antiguos enemigos. En estas circunstancias, Desdevises se interroga sobre Bonaparte: «¿Cómo un genio tan vasto, un espíritu tan maravillosamente lúcido, pudo dejarse arrastrar por una empresa tan insensata?» Y analiza sus planteamientos, sus cambios de intereses, sus errores de cálculo… Y concluye: «Nosotros creemos que el origen de este error procede de la ignorancia extraordinaria que, sobre las cosas de España, todavía se perpetúa en Francia.» Y constata como finalmente, en 1814, «él mismo reconocía la ruina completa de todos sus designios. La vergüenza de esta gran picardía (dice Desdevises en su castizo castellano) empañará siempre la gloria del emperador, y la resistencia opuesta por España a Napoleón servirá siempre de ejemplo a las naciones ávidas de vivir y celosas de su honor.»

Lo que ignoraba entonces nuestro autor es que Francia sufriría pocos años después una invasión y una ocupación semejante, en este caso por parte de los alemanes. Durante la Gran Guerra, Desdevises recogerá sus Récits de guerre, testimonios de los múltiples padecimientos sufridos por la población: documentos, su correspondencia con amigos, colegas y alumnos movilizados, múltiples fotografías que recogen destrucciones y víctimas… Es posible que este afán de recopilar y denunciar la crueldad y la barbarie nos recuerde al del autor de Los desastres de la guerra . Con la mención a uno de sus grabados ha iniciado Desdevises la obra que comunicamos: Goya «representa el águila imperial francesa agitando vanamente sus muñones desplumados y perseguida a pedradas y palos por una muchedumbre rebosando odios y rencores. Una de las alas había quedado en Rusia; la otra en España.»

lunes, 21 de marzo de 2022

Alexandre de Laborde, Los grabados del Voyage pittoresque et historique de l’Espagne

Los grabados |  PDF  |
La obra original |  BNE  |

Comunicamos esta semana la parte gráfica del magno proyecto editorial de Alexandre de Laborde (1773-1842) titulado Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, dos tomos en cuatro volúmenes de 43 por 60 cm. A través de sus excelentes grabados contemplaremos un amplísimo reportaje de paisajes, ciudades, antigüedades y monumentos varios de buena parte de España, en su estado anterior a las destrucciones de la guerra de la Independencia, de las civiles, de las desamortizaciones y, naturalmente, de las restauraciones y falsificaciones que las han vulnerado con los más especiosos motivos. Pero vamos a presentar la obra con algunos párrafos del interesante artículo publicado en 2012 en el Archivo Español de Arte, por Antonio Gámiz y Antonio Jesús García: «El Voyage pittoresque et historique de l’Espagne (1806-1820) es una monumental obra gráfica que incluye en sus dos tomos (con dos partes cada uno) un total de 272 láminas o grabados, con vistas y planos resultantes del trabajo de un equipo de excelentes dibujantes dirigido y costeado por Alexandre de Laborde, también dibujante y redactor del texto. En su recorrido por la España de principios del siglo XIX acometieron un pionero ejercicio de catalogación gráfica del patrimonio paisajístico, arquitectónico y arqueológico de la época.»

«En el año 1800 Lucien Bonaparte fue nombrado embajador en la Corte de Carlos IV y viajó a Madrid, acompañado de Alexandre de Laborde como agregado cultural. A partir de ese momento éste recorrería España, encabezando un equipo de artistas que reunió abundante material gráfico. Según se indica en el propio texto del Voyage visitó Córdoba en el año 1800 (…) En su recorrido por España Laborde recopiló tanta información que decidió publicar otra obra, Itinéraire descriptif de l’Espagne (1808), con cinco volúmenes y un atlas de 29 mapas... Esta minuciosa guía, que en cierto modo se complementa con el Voyage, reunió copiosos datos sobre distintos lugares de España, incluyendo datos de interés para todo viajero y en especial para los militares franceses que ocuparon nuestros territorios. La principal fuente de los textos de ambas obras sería el [Viage de España de Antonio] Ponz, y además se usarían textos de Gaspar Melchor de Jovellanos, de Alexander von Humboldt, de la España Sagrada del padre Flórez, etc. También se copiaron planos de diversos autores y láminas publicadas por la Real Academia de San Fernando.»

«El Voyage tuvo una doble concepción, gráfica y literaria. Intentaría complacer a sus lectores con un inteligente equilibrio al combinar los placeres de la visión, mediante novedosas ilustraciones de gran calidad, con una miscelánea de textos que aporta datos históricos, arqueológicos, artísticos, científicos, geográficos, etc. Todo ello se aglutinó diluyendo fronteras entre las disciplinas del artista-dibujante, del historiador y del científico. La obra se organiza en cuatro partes: España romana, árabe, gótica y moderna. El tomo I, sobre la España romana, incluye Cataluña, Valencia y Extremadura. El tomo II en su parte primera, sobre la España árabe, comprende Andalucía. En la segunda parte se considera como España gótica y medieval a [Navarra], Aragón, [Castilla]; y finalmente se aborda la España moderna, en especial Madrid. En cada parte hay una introducción histórica, grabados y textos explicativos.»

Colaboraron en la realización de los grabados unos veinte artistas, entre los que destacan Jean Lubin Vauzelle (31 láminas), François Ligier (96), Jacques Moulinier (80), Dutailly (30) y el propio Laborde (28). «Es importante advertir que el Voyage no incluye vistas fantasiosas o idealizadas ni románticas, porque se usaría cámara oscura para encajar y proporcionar las vistas de forma objetiva, según carta de aquellos años, conservada en el reverso de un dibujo del Monasterio de Montserrat. En dicha carta uno de los hermanos Dumotier, perteneciente a una prestigiosa firma familiar de fabricación de instrumentos ópticos y mecánicos de París, comunica la conclusión de la cámara oscura que se le había encargado. El uso de este artilugio gráfico, antecedente de la fotografía, podría justificar la inexistencia de firma en la mayoría de los dibujos originales conservados, e incluso hace pensar en la dudosa atribución de algunas autorías. Posiblemente, el propio Laborde o los dibujantes más cualificados elegían puntos de vista y encuadres, mientras sus ayudantes completaban la toma de datos con la cámara oscura (…) Así, en el Voyage se produjo una singular reunión de imágenes fieles a la realidad, que aportan información objetiva y útil desde un punto de vista histórico, paisajístico, arquitectónico...; pero además casi todas las imágenes son atractivas y, aún sin llegar a ser obras maestras, están realizadas con cierta sensibilidad, e invitan a su contemplación y disfrute.»

lunes, 14 de marzo de 2022

Pompeyo Trogo, Los asuntos de Hispania (libro 44 del Epítome de las Historias Filípicas, por Justino)

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Pompeyo Trogo (siglo I a. de C.) es un destacado historiador romano, de la misma época que Tito Livio. Pero mientras este último se ocupa de la historia de Roma desde su fundación, Trogo se plantea la composición de una historia universal, al modo de la de Polibio, un siglo anterior, o de la de su contemporáneo Diodoro Sículo. El resultado de esta ingente tarea pudo denominarse Libro de las Historias Filípicas y orígenes de todo el mundo y descripción de la Tierra (con el que figura en algunos manuscritos). El arranque del título se debe a que la materia más extensamente desarrollada trata de los reinos macedónicos, aunque también se ocupa más brevemente de las restantes regiones del mundo, desde la mítica Asiria de Nino y Semíramis, hasta Roma, la India, o Hispania. Desgraciadamente este ingente proyecto no ha llegado a nuestros días, y sólo la conocemos a través de un epítome posterior.

Esta inmensa obra influyó y fue considerablemente utilizada por otros historiadores, como por ejemplo Paulo Orosio, que lo cita con cierta frecuencia. Su importancia fue, pues, considerable. José Castro Sánchez en su imprescindible traducción del epítome (Editorial Gredos, Madrid 1995) lo señala así: «Las Historias Filípicas constituían una empresa singular y... casi revolucionaria por su concepción. Para Trogo la historia es una sucesión de imperios universales, a los que caracteriza su política expansionista, que se encuentran en un eje geográfico que va de este a oeste, que, partiendo de Oriente, de una Asiria legendaria y considerada cuna de la civilización, pasa a Media, y después a Persia, Egipto y Macedonia, hasta llegar a Roma y Partia (...) La novedad de Trogo, lo verdaderamente revolucionario por su realismo y objetividad, fue el colocar a Roma al final de la evolución histórica junto a Partia, con la que en ese momento compartía el dominio del mundo.»

Fue un oscuro escritor de principios del siglo III, Marco Juniano Justino, el que llevó a cabo la abreviación de la obra de Trogo que nos permite conocerla. En su prólogo lo explicó así: «En los momentos de ocio que disfrutábamos en la ciudad, seleccioné los hechos más dignos de conocimiento de estos cuarenta y cuatro libros (pues publicó otros tantos) y, después de desechar aquellos que ni era grato conocer ni eran necesarios como ejemplo, hice, por así decir, un pequeño florilegio, para que quienes los habían conocido en griego tuvieran con qué recordarlos y quienes no los habían conocido con qué aprenderlos..» Es decir, enseñar deleitando, como subraya el profesor antes citado. El resultado fue una considerable poda, que se calcula la dejó reducida a entre una quinta y una décima parte de su extensión, lo que sin embargo no le resta interés; de hecho acabó sustituyendo al original. Debemos considerar que en la actualidad se siguen practicando estas abreviaciones, como por ejemplo la muy difundida en su día que realizó D. C. Somervell de la colosal obra Estudio de la Historia de Arnold J. Toynbee, o la de Dero A. Saunders de la Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon.

Comunicamos esta semana el libro cuadragésimo cuarto y último, en el que Trogo (a través de Justino) se ocupa de Hispania. Es breve, y recoge noticias y datos conocidos por otros autores. Sin embargo, podemos destacar su especial importancia en dos cuestiones. En primer lugar, contiene uno de los primeros laus hispaniæ conocido, fuente de otros posteriores como el famoso de Isidoro de Sevilla. En segundo lugar, es el único autor antiguo que nos transmite la leyenda de Gárgoris y Habis, esto es, el mito fundacional de Tartessos; sin embargo los especialistas discrepan: para unos tiene evidente origen griego, mientras que otros lo consideran autóctono. Presentamos el original latino acompañado de la venerable traducción (más o menos actualizada por este editor digital) que llevó a cabo Jorge de Bustamante, y publicó en Alcalá de Henares el año 1540. Sigue totalmente a Justino, y el filtro del casi medio milenio transcurrido puede convenir para establecer un cierto y respetuoso distanciamiento con el texto. Por un motivo similar he mantenido los nombres de lugar modernos que usa Bustamante: España, Francia, Portugal o Cartagena, en vez de Hispania, Galia, Lusitania o Cartago Nova.

Reconstrucción de Konrad Miller de la sección perdida de la Tabula Peutingeriana (1898)

lunes, 7 de marzo de 2022

Sam Berman, David Low, E. Derso, A. Kelen y otros: Antes de la catástrofe. Caricaturas políticas en la revista Ken 1938-1939

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En Washington, ante el Comité de actividades antiamericanas, en la sesión del 6 de octubre de 1938, prestó testimonio Arnold Gringrich, de Chicago, fundador de la revista Ken: «La revista Ken se opone por igual a las amenazas de dictadura, tanto desde la izquierda como desde la derecha, independientemente de su etiqueta. Se llamen comunismo o fascismo, nos oponemos por igual, sin importar si esta presión viene de la izquierda o de la derecha. (Y tras señalar que en la revista se ocupan por igual de la actuación de los dos movimientos en los Estados Unidos, añade:) Todos los que investigan ambos, son inevitablemente acusados por cada uno de dichos extremos como representantes del punto de vista opuesto. En otras palabras, están tratando de imponernos aquí en Estados Unidos una elección tramposa. Si no eres comunista, eres fascista; si no eres fascista, eres comunista. La situación se puede comparar a una carretera ancha con dos senderos angostos, uno a cada lado; y hay un esfuerzo para sacarnos a todos de la calzada principal por la que queremos seguir, y obligarnos a tomar uno u otro sendero.»

La revista, sin embargo, mostraba una consecuente orientación izquierdista. Contribuyeron a ello destacados escritores como George Seldes (1890-1995), periodista de investigación y corresponsal, y Ernest Hemingway (1899-1961); ambos cubrieron la guerra civil española, y desde un punto de vista en buena parte coincidente. Trató a fondo temas sociales y laborales propios de la Depresión, sin dejar de lado otros tan populares como el cine y el deporte. También prestó especial atención a las cuestiones internacionales y, desde sus propios planteamientos ideológicos, a la progresión en el mundo de los fascismos, dejando un poco en segundo plano el comunismo. Y este aspecto, en su vertiente gráfica, es del que nos ocupamos en la entrega de esta semana. Gringrich y Seldes dispusieron de un nutrido grupo de colaboradores, y a través de sus realizaciones observaremos el aumento de tensión en el mundo y el temor al porvenir, consecuencia de los cada vez más numerosos conflictos bélicos: la guerra de Abisinia, la conquista del norte de China por parte del Japón, la guerra civil española, y sobre todo la expansión alemana en Austria, Checoslovaquia…

De Sam Berman (1907-1995) hemos escogido unos cuantos retratos inmisericordes de los protagonistas de la época: Goering, Mussolini, Chamberlain, Stalin, Goebbels, Halifax, Hirohito y Franco. El británico de origen neozelandés David Low (1891-1963) adquirió una gran prestigio con sus dibujos políticos. Creó personajes inolvidables, como el coronel Blimp, caricatura del militarismo inglés. En los chistes seleccionados criticaba sobre todo la política de apaciguamiento de los países occidentales. Emery Kelen (1896-1978) y Alois Derso (1888-1964), los dos judíos húngaros, y que trabajaban juntos desde 1922, acababan de establecerse en Estados Unidos tras una exitosa carrera en Europa. John Groth (1908-1988) fue corresponsal de guerra e ilustrador… Y otros más: Corsair, W. Cotton, Robert Malone, Grosz… Todos ellos nos permiten acercarnos al modo como percibían, asimilaban y condenaban, hace más de ochenta años, la catástrofe que se aproximaba rápidamente, y que llegó apenas un mes después del cierre definitivo de la revista en agosto de 1939.