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domingo, 15 de marzo de 2015

Antonio Alcalá Galiano, Memorias

Alcalá Galiano, por David Padilla
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Reproducimos algunos párrafos del extenso estudio preliminar de Juan María Sánchez Prieto en su edición de la Historia de las Regencias de Alcalá Galiano (Pamplona 2008).

«La historiografía española del siglo XX ha consagrado el mito del fracaso y de la excepcionalidad española, lo que ha repercutido de manera particular en una imagen deformada del siglo XIX español, que es preciso rehacer, como ya propusieron algunas figuras relevantes de la generación de 1914 (Ortega, Azaña, Marañón) tendiendo su mirada a los hombres de la generación de 1830, con quienes se identificaban en su afán de sentar las bases de una nueva España. Entre los nombres de esta generación decimonónica, Antonio Alcalá Galiano (Cádiz, 1789-Madrid, 1865) resulta seguramente su figura más emblemática, aunque no se haya estudiado o interpretado por lo general más que de una manera fragmentaria. Su vida y su obra permiten valorar el pulso europeo que mantiene la historia contemporánea española desde sus inicios, tanto en el plano ideológico y cultural como político, a remolque si se quiere de la evolución europea, pero plenamente inscrita en ella. Esa tensión europea es, en definitiva, lo que explica el dramatismo del XIX español, un siglo prácticamente olvidado.

»Es normal hablar de dos Alcalá Galiano. El primer Alcalá Galiano, sinceramente revolucionario, ideólogo, conspirador y activista; y un segundo Alcalá Galiano, esencialmente conservador, que habría traicionado en la práctica su liberalismo inicial, y malogrado por extensión la revolución liberal española. Es un esquema que extrapolando el ejemplo de Donoso Cortés tiende a aplicarse a no pocos personajes de la primera mitad del XIX español, alterando profundamente su significado y los propios contornos del reinado de Isabel II. Del liberalismo al tradicionalismo: los orígenes de la verdadera conciencia liberal española se encontrarían en el krausismo y sus realizaciones políticas a partir de 1868, frustradas en gran parte por la fuerza misma de ese tradicionalismo, erigido a la postre en el gran factor retardatario de nuestra historia.

»La biografía política e intelectual de Alcalá Galiano atraviesa todos los lugares y momentos fuertes de este período fundamental del siglo XIX español, e invita a replantear aquel esquema interpretativo, lo que redunda en una mejor comprensión de la riqueza de la tradición liberal en España, en última instancia la más cierta tradición española. Él mismo tuvo conciencia de la época que le tocó vivir, o mejor –atendiendo al pensamiento de Ortega–, de ser un sujeto biográfico cuya mirada se situaba en un determinado punto de la historia, lo que le llevó a cultivar distintos géneros historiográficos. Sus contribuciones al conocimiento de la historia, comenzando por las más conocidas –las que tienen un carácter autobiográfico–, han sido normalmente más citadas que leídas en profundidad, por más que ese cúmulo de materiales (que invitan desde luego a una más completa y mejor lectura de la que se ha hecho hasta ahora) se antoje indispensable, tanto para repensar el XIX español, como para la propia revisión del personaje.

»La dimensión de Alcalá Galiano como historiador presenta facetas distintas. En primer lugar, se manifiesta como traductor de obras mayores de historiadores de otros países. (...) En segundo lugar, como autor original, Alcalá Galiano escribió una Historia inmediata de España, de extensión considerable, y en ese sentido reviste un carácter pionero como introductor del género en España. (...) Esta historia se funde con su propia biografía y experiencia política, y daba sentido a la totalidad de la empresa: una historia al servicio de la nación, como fue característico del siglo XIX. Poco importan los avatares que la han hecho casi desconocida, lo cual no significa que no haya merecido juicios dignos de atención, como el de Julián Marías, que no dudaba en afirmar, un siglo después (...) que era “lo más penetrante que se ha escrito sobre la historia española desde que se inicia la crisis del antiguo régimen hasta el final de la época romántica” (...)

»En tercer lugar, Alcalá Galiano proporcionó una rica autobiografía, aunque no llegue a cubrir la totalidad de sus años. Son tres los textos autobiográficos, diferentes en extensión y contenidos, siendo el más breve el que abarca un mayor espacio temporal. Los dos tomos de las Memorias, redactadas en 1847-1849, fueron publicadas por su hijo Antonio en 1886, y comprenden hasta 1823. Los Recuerdos de un anciano, más elaborados que el texto anterior, datan de 1862 y comenzaron a ver la luz en La América a partir de ese año, en forma de artículos, antes de su compilación en 1878 como libro; este nuevo texto amplía el relato a la gran emigración liberal de 1823-1833. Finalmente, los Apuntes para la biografía del Excmo. Sr. D. Antonio Alcalá Galiano, escritos por el mismo, comenzados a redactar al tiempo o inmediatamente después de las Memorias, fueron publicados en 1865 por Ovilo y Otero (a quien Antonio se los había entregado para que los diese a conocer después de su muerte), y alcanzan hasta la primera mitad de 1850. Ello les da un particular valor porque constituyen el esquema de la parte de las memorias que se extravió o no fue escrita.»

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