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viernes, 15 de julio de 2016

Juan de Gorze, Embajada del emperador de Alemania Otón I al califa de Córdoba Abderrahmán III

Otón I
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Francisco Javier Simonet, en su Historia de los mozárabes de España, nos enmarca el asunto de la obra que presentamos de este modo: «Por este tiempo Abderrahman III andaba en negociaciones con el emperador de Alemania, Otón I, con motivo, según parece, de los destrozos causados por los moros españoles que, anidados en Fraxinetum, sobre el golfo de Saint-Tropez, infestaban los dominios de aquel monarca, sobre todo por la parte de Italia. A consecuencia de sus reclamaciones, Abderrahman envió en 950 a Otón una embajada, a cuya cabeza iba cierto obispo mozárabe, cuyo nombre y sede ignoramos. Sólo sabemos haber muerto en la corte de Alemania durante su misión, que se dilató demasiado, porque las letras del Sultán a Otón estaban escritas en un estilo musulmán que pareció injurioso a nuestra santa religión [No es verosímil que un obispo mozárabe se pusiera a presidir una embajada portadora de semejante misiva, y es de creer que en la corte de Alemania no la interpretaron rectamente, nota de Simonet], y fueron tan mal recibidas, que los embajadores cordobeses quedaron retenidos como prisioneros por espacio de tres años. Al cabo de este tiempo, Otón resolvió enviar a Córdoba una embajada, y con ella una respuesta merecida a la carta del sultán, rechazando sobre la secta de Mahoma las ofensas inferidas en aquélla contra la religión cristiana. Esta carta fue escrita por Bruno, hermano de Otón, sabio arzobispo de Colonia, y su portador fue un monje del convento de Gorze, en la Lorena, llamado Juan, varón que fue posteriormente beatificado e incapaz de intimidarse por lo largo y peligroso del viaje ni por las iras del sultán.»

Fernando Valdés Fernández, en su De embajadas y regalos entre califas y emperadores, nos informa así (AWRAQ n.º 7. 2013): «El texto al que me refiero aquí se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia y fue publicado en español por Antonio Paz y Meliá. Su autor fue Juan, abad de San Arnoldo, que había sido fraile en Gorze, monasterio cercanos a Metz (Francia), de donde, a su vez, había sido abad Juan de Gorze. La obra, donde se recogía la biografía del personaje y su embajada a Córdoba, había comenzado a escribirse cuando aún vivía, lo que se deduce del análisis del texto, por su dictado o por el de su compañero de embajada, Garamano. Al fallecer aquél, los abades de los monasterios próximos pidieron a Juan de San Arnoldo que finalizase la biografía, que forzosamente debió estar acabada en 984, al desaparecer este personaje. El manuscrito quedó inacabado, precisamente en la narración de la embajada que nos ocupa. Juan de Gorze debió de nacer hacia el 900, miembro de una familia rica. Durante su formación había viajado a Italia y, en 934, se estableció con otros compañeros en el abandonado monasterio de Gorze. Se creó allí una pequeña comunidad, cuya intención era reformar la vida monástica en aquella región. Juan se encargó de las relaciones exteriores del monasterio. Su labor parece haber sido decisiva en la restauración y administración del cenobio y de la comunidad.»

Además de la información sobre las relaciones internacionales del siglo X, el breve texto sobre la embajada que se nos ha conservado (falta el desenlace) resulta de gran interés al mostrarnos, a través de los recuerdos, si no perspicaces sí fidedignos, de Juan de Gorze, los distintos ámbitos culturales e ideológicos sajón o andalusí por un lado, y centroeuropeo o mozárabe por otro, y la difícil comunicación entre ellos. Ya Simonet supo percibir, hace más de un siglo, la incomprensión mutua, la difícil comunicación entre sistemas referenciales diversos. Editamos el original latino y la traducción de A. Paz y Meliá (1872).


Dionisio Baixeiras, Embajada de Juan de Gorze a Abderramán-III (1885)

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