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viernes, 18 de agosto de 2017

León XIII, Rerum Novarum


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Gabriel Jakson, en su Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX (1997), valoraba así la trascendencia del documento que nos ocupa esta semana, desde presupuestos ideológicos diversos de los de su autor: «Durante el papado de León XIII (1878-1903), la Iglesia católica propugnaba una doctrina de catolicismo social, que fue igualmente influyente entre la clase media conservadora, el campesinado que acudía a misa y la sustancial minoría de trabajadores urbanos que mantenía sus vínculos religiosos.

»Su encíclica más importante ―Rerum novarum (1891)― condenaba la base filosófica materialista del socialismo y reafirmaba los derechos de la propiedad privada; pero también condenaba las perversidades de la competitividad económica irrestricta y despiadada, y la creciente acumulación de capital en unas pocas manos. El mismo uso del término cristianismo social en lugar de la mera caridad cristiana, constituía una importante adaptación a una sociedad en la cual los seres humanos podían reclamar ciertos derechos, y no recurrir simplemente a los sentimientos caritativos de sus superiores en la escala social. En contra de los sindicatos materialistas y ateos (según su punto de vista, asociados a los partidos socialistas), el papa abogaba por la creación de asociaciones para mitigar la pobreza, hablar en nombre de los legítimos intereses de los trabajadores en las fábricas, y proveer seguros médicos, de accidente y de vida.

»En ese proyecto, el papa había sido precedido por una parte de la clerecía alemana que, en 1871, fundó el Partido Centrista con el propósito de defender los intereses católicos dentro del nuevo Imperio Alemán. A lo largo de las siguientes décadas, ese partido abogó por la libertad de organización de los sindicatos, la eliminación del impuesto sobre aquellas ventas que cubrían las mínimas necesidades vitales, la adopción de impuestos a la renta y, desde luego, por las leyes de seguridad social promulgadas en la época de Bismark. Dada su envergadura se convirtió en el segundo partido del Reichstag y atrajo los votos de muchos votantes moderados y, sobre todo, antimilitaristas, que no eran católicos practicantes.»


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