Francisco Lisi, inicia su pormenorizado estudio a la obra que nos ocupa de este modo: «Las Leyes son una de las obras más complejas y difíciles del Corpus Platonicum. Su extensión y la diversidad de sus temas, así como el estilo en que están tratados ―con numerosas y extensas digresiones que aparentemente no conducen a ninguna parte― han hecho que algunos intérpretes consideraran que su exposición ordenada constituía de por sí un tema digno de publicación. En efecto, no sólo es el diálogo más extenso de Platón, ya que supera en dos libros a su otro proyecto político, la República, sino el que supone, además, los más exhaustivos estudios: historia, teoría política, educación, códigos penales, sistemas constitucionales, teología, física, medicina, etc. Es el intento más antiguo que ha llegado hasta nosotros de organizar el sistema jurídico de acuerdo con principios racionales. En una palabra, se trata, sin lugar a dudas, de su obra más inmediatamente relacionada con su época y con la realidad social en la que fue escrita. No obstante, a pesar de ser quizás el escrito más significativo del filósofo ateniense, la atención que ha merecido por parte de la investigación no es sino menor. Se la considera una obra inconclusa, contradictoria, de un estilo imperfecto, algo que sostienen incluso aquellos que defienden el valor del diálogo. Es más, existen aún hoy quienes ponen en duda su autenticidad.»
Por su parte, en su clásica Historia de la Filosofía (volumen I. Grecia y Roma), Guillermo Fraile escribe: «En Las Leyes, diálogo de vejez, vuelve Platón a tratar ampliamente el tema político. Es una obra bastante desordenada, en la que se reflejan las experiencias de toda su vida. A sus tristes fracasos de Sicilia se añaden las derrotas de Atenas por Esparta en la guerra del Peloponeso, y después, de Esparta por Tebas en Leutra (371) y Mantinea (362). Platón demuestra un conocimiento exacto no sólo de las constituciones de Atenas, Esparta y Creta, sino de las de otros muchos países, como Egipto y Persia. La inspiración de Las Leyes es en el fondo idéntica a la de la República, pero Platón atenúa su idealismo y se atiene más a la realidad. Al poder personal omnímodo del monarca ideal, cuya razón era una norma flexible superior a la de la ley, sustituye la dictadura de la ley. “Un estado en que la ley depende del capricho del soberano, y por sí misma no tiene fuerza, está a mi juicio muy cerca de su ruina. En cambio, donde la ley es señor sobre los señores, y éstos son sus servidores, allí veo florecer la dicha y prosperidad que los dioses otorgan a los Estados.”
»Platón propone una forma de gobierno mixta, en que se combinan monarquía y democracia. El poder lo ejercen treinta y siete guardianes de la ley, elegidos por voto popular y universal de las cuatro clases de ciudadanos. La edad para ser elegidos es de cincuenta a sesenta años, y permanecerán en sus funciones hasta los setenta. El Consejo de la ciudad constará de trescientos sesenta miembros, de los cuales corresponderán noventa a cada clase social. Platón describe minuciosamente una multitud de funcionarios estatales, encargados de oficios administrativos secundarios (…)
»Describe una ciudad de carácter esencialmente agrario. Deberá estar compuesta por un número de familias no superior a cinco mil cuarenta, cifra que da una división exacta por los cincuenta y nueve primeros números, a cada una de las cuales corresponderá una casa con un lote de tierras indivisible y enajenable (…) Las tierras permanecen como propiedad del Estado, pero su explotación se hará no en común, sino en particular. Los cabezas de familias poseedores de los lotes sólo podrán dejarlos en herencia a uno de sus hijos. Nadie podrá poseer privadamente oro ni plata. La vida económica será esencialmente agrícola; solamente se permitirá el comercio exterior por razones de orden militar o para mantener las buenas relaciones con otras ciudades vecinas.»
Papyrus Oxyrhynchus 23, s. III, fragmento del lib IX de Las Leyes |
No hay comentarios:
Publicar un comentario