M. I. Finley, en su luminoso El mundo de Odiseo, señalaba cómo las obras atribuidas a Homero «se ocupan de una era desaparecida, y su contenido es inequívocamente antiguo. La Odisea, en particular, abarca un amplio campo de actividades y relaciones humanas: estructura social y vida familiar, realeza, aristócratas y plebeyos, celebración de banquetes, arado de la tierra y cría de cerdos. De estas cosas sabemos algo en lo que se refiere al siglo VII, en el cual parece que fue compuesta la Odisea; pero lo que sabemos y lo que narra la Odisea simplemente no concuerda.» Y más adelante: «Si el historiador determinó que ni la Ilíada ni la Odisea fueron esencialmente contemporáneas a los sucesos que narran, debe examinar después su validez como cuadros del pasado. ¿Hubo alguna vez en Grecia una época en que los hombres vivían como lo describen los poemas (tras de haberlos desnudado de la intervención sobrenatural y de capacidades sobrehumanas)?»
Aparentemente, la acción de ambas obras transcurre en época micénica, pero «nuevamente Homero y la arqueología difieren repentinamente: en conjunto, aquél sabía dónde había florecido la civilización micénica, y sus héroes vivieron en grandes palacios en la Edad del Bronce, desconocidos en los propios días de Homero. Y esto es en realidad todo lo que sabía acerca de los tiempos micénicos, por lo que el catálogo de sus errores es muy extenso. Sus armas se parecen a las de su propio tiempo, totalmente distintas de las micénicas, aunque de manera persistente los arma con el bronce anticuado, y no con hierro. Sus dioses tenían templos, y los micénicos no construyeron ninguno; en cambio construyeron grandes tumbas abovedadas en las cuales sepultaban a sus jefes, mientras que el poeta los incinera. Un pequeño rasgo típico lo proporcionan los carros de combate. Homero había oído hablar de ellos; pero no sabía lo que realmente se hacía con los carros en una guerra. Y así sus héroes normalmente se alejan poco más de un kilómetro en los carros, de sus tiendas de campaña, se apean cuidadosamente de los mismos y luego proceden a combatir a pie. No menos completo es el contraste entre el mundo de los poemas y la sociedad revelada por las tablillas en Lineal B. La existencia misma de las tablillas es decisiva: el mundo homérico no sólo desconocía la escritura o los registros, sino que su sistema social era demasiado sencillo y sus operaciones demasiado limitadas, en escala demasiado pequeña, para que se necesitaran los inventarios o los registros que aparecen en las tablillas. En éstas se han identificado cerca de cien distintas ocupaciones agrícolas e industriales; Homero sólo conocía una docena, poco más o menos, y el porquerizo Eumeo las conserva todas fácilmente en la memoria, junto con el inventario de los rebaños de Odiseo.»
Y después: «Solemos olvidar que Homero no tenía ninguna idea de una edad micénica, ni del súbito rompimiento entre ella y la nueva época que siguió a su destrucción. La edad micénica es un concepto puramente moderno; el poeta creía que estaba cantando al heroico pasado de su propio mundo griego, a un pasado que él reconocía por la transmisión oral de los bardos que lo habían precedido. Las materias primas del poema consistían en las numerosas fórmulas heredadas, y a medida que pasaban a lo largo de las generaciones de bardos, sufrían cambio tras cambio, en parte por acción deliberada los poetas, sea por razones artísticas, sea por consideraciones políticas más prosaicas, y en parte por falta de cuidado y por indiferencia respecto a la veracidad histórica, producidos por los errores que son inevitables en un mundo sin escritura. No hay duda alguna de que hubo un núcleo micénico en la Ilíada y en la Odisea; pero era pequeño, y lo poco que contenía deformado hasta perder el sentido y la posibilidad de reconocimiento. Con frecuencia se contradecía a sí mismo el material, pero esto no era un obstáculo para su empleo.»
Definitivamente, «el mundo de Odiseo no fue la edad micénica, anterior en cinco o seis o siete siglos, pero tampoco fue el mundo del siglo VIII o VII a. C. La lista de exclusiones de instituciones y prácticas de la época es muy larga y significativa: no hay Jonia, no hay dorios de que hablar, no hay armas de hierro, no hay caballería en las escenas de batalla, no hay colonización, no hay mercaderes griegos, no hay comunidades sin reyes. Así pues, si hemos de colocar en el tiempo al mundo de Odiseo, como todo lo que sabemos por el estudio comparativo de la poesía heroica nos dice que debemos hacerlo, los siglos más probables parecen ser el X y el IX. Para entonces ya se había olvidado la catástrofe que acabó con la civilización micénica y se dejó sentir por todo el Mediterráneo oriental. O, antes bien, se había convertido en el “recuerdo” de una ya inexistente edad de héroes, de auténticos héroes griegos. Había comenzado la historia de los griegos como tales. En lo esencial, el cuadro de la sociedad y su sistema de valores que nos ofrecen los poemas es coherente. En algunos lugares, se les adhieren fragmentos anacrónicos, algunos demasiado antiguos y otros, particularmente en la Odisea, demasiado recientes, reflejos del propio tiempo del poeta.»
William Russell Flint |
Asombrado por el altruista esfuerzo y la gran calidad.
ResponderEliminarMuy agradecido. Deseo lo mejor.