La semana pasada comunicamos el relato que Diego de Pantoja nos hizo del establecimiento de los jesuitas en China. Durante los siglos XVII y XVIII floreció esta misión gracias a su permanente contacto con la corte del emperador, donde desempeñaron un importante papel a la hora de introducir progresivamente abundantes elementos de las ciencias europeas. Pero hoy nos fijaremos en la dirección contraria, en la difusión del conocimiento en Europa de la civilización china y de otras culturas extraeuropeas, gracias a la abundante correspondencia (escritos, traducciones, obras completas) que los jesuitas establecidos en China mantuvieron con sus superiores, con familiares, académicos y científicos de toda Europa, ya que su procedencia era así de variada. Muchas de estas cartas se coleccionaron en fecha temprana en las Lettres édifiantes et curieuses ecrites des missions etrangeres, par quelques missionnaires de la Compagnie de Jesus, publicadas en Francia entre 1702 y 1776 en 34 tomos. El interés que despertaron hizo que se multiplicaran las traducciones a los principales idiomas modernos. En español, entre 1753 y 1757, en dieciséis volúmenes.
En esta ocasión hemos escogido cinco cartas de Dominique Parennin (1665-1741), uno de los más destacados e influyentes sabios jesuitas, dirigidas unas a Bernard Le Bovier de Fontenelle, de la Academia Francesa y secretario perpetuo de la Academia de las Ciencias, y otras a Jean-Jacques Dortous de Mairan, director de la citada Academia de las Ciencias. Su larga estancia en China de más de cuarenta años, su privilegiada posición en la corte, especialmente en tiempos del emperador Kangxi (1654-1722), y su dominio de las lenguas china y manchú, le permitieron transmitir una visión profunda y realista de la cultura china, nada sesgada en un sentido u otro, con un talante acorde con los valores de la Ilustración. Parennin se admira de los logros chinos, pero no oculta lo que considera elementos retardatarios, y rechaza teorías entonces vigentes como la consideración de la cultura egipcia como origen de la china. (Sin embargo, este planteamiento hiperdifusionista llegará hasta el siglo XX, con autores como Grafton Elliot Smith y William James Perry.) Su prestigio convirtió a Parennin en un importante referente de los cristianos en China y principal interlocutor con las autoridades, especialmente en los reiterativos conflictos y persecuciones, que relata en otras cartas que aquí no incluimos.
Nuestro autor murió en Pekín en 1741, pocos meses después de redactar su última carta. Uno de sus compañeros jesuitas, Chalier, remitirá una carta necrológica que se publicará en la Lettres édifiantes y tendrá considerable repercusión. Entre otros, se extractará en el tomo segundo del Nouveau Supplement au grand Dictionnaire Historique, genealogique, geographique, &c. de M. Louis Moreri, publicado en París en 1749. También Voltaire se referirá a Parennin en su Diccionario Filosófico, de un modo un tanto ambivalente, dado su arraigado y pertinaz prejuicio anticatólico. Es lógico, ya que el conocimiento de China que explaya en esta obra y en su La Filosofía de la Historia, procede básicamente de las Cartas edificantes. No dejará sin embargo de condenar la obra de los misioneros, y de felicitarse de su definitiva prohibición. En esta edición de las cartas de Parennin de temática científica y cultural, reproducimos también la necrología del padre Chalier.