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lunes, 12 de diciembre de 2022

Claudio Claudiano, Elogio de Serena

Jean-Paul Laurens, Honorio (1880)

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La hispana Flavia Serena, sobrina del emperador Teodosio, fue adoptada por éste y casada con su más destacado general, el vándalo de origen aunque romanizado Estilicón. Cuando muere en 395 aquel último gran emperador romano, y con sus hijos y herederos Arcadio y Honorio se consuma la división entre Oriente y Occidente, Estilicón se hará cargo del segundo, de apenas once años de edad, como su tutor y regente. Durante una década Estilicón será el auténtico gobernante de las provincias del oeste, y casará al nominal emperador sucesivamente con sus dos hijas, María y Termancia. Pero las abundantes incursiones germánicas y la sucesiva pérdida de apoyos acabará con su poder: en 408 será acusado de conspirar contra Honorio, y ejecutado. Poco después lo será Serena, su esposa, parece ser que a instigación de su prima Gala Placidia.

Con un estilo que nos puede resultar un tanto declamatorio y decimónico, Adolfo de Castro publicó en 1870 una obra con el título de Serena. Recuerdo de historia y filosofía cristiana. En ella se refiere así al autor de esta semana: «Al par de un guerrero de origen bárbaro [Estilicón] que quería restaurar la libertad de Roma, había un poeta egipcio que hacía revivir las glorias de las Musas latinas. Claudiano vivió en Alejandría treinta años hasta la destrucción del templo de Serapis. Pasó a Bizancio, y de Bizancio a Italia en la hueste que Teodosio mandaba para el castigo de los matadores de Valentiniano. En Roma con Olybrio y Probino, sus Mecenas, oradores, poetas y ciudadanos, aprendió la lengua latina; en el ejército de Estilicón, político y guerrero, hábil sobre todo encarecimiento, recibió las inspiraciones para sus cantos. Homero, Virgilio y Lucano celebraron héroes que no conocieron sino por las tradiciones. Claudiano celebraba lo que veía y lo celebraba con más enérgico colorido que Tíbulo y que Lucano mismo. Estilicon fue su protector: también fue el objeto de la mayor parte de sus poemas. La admiración y la gratitud acrecentaban su numen. ¿Y Serena? Serena también sirvió de bellísimo asunto a sus alabanzas: él celebró la rubia cabellera y la blancura de Serena: él la ofrece a nuestros ojos como discreta al par que modesta uniendo dos virtudes desconocidas en aquel siglo...»

Es decir, el alejandrino (algunos lo hacen originario de Asia Menor) Claudiano se convirtió en el poeta cortesano de la poderosa pareja que constituían Estilicón y Serena. De modo más conciso lo expresan así Martín de Riquer y José María Valverde en su conocida Historia de la literatura universal: «Claudio Claudiano, nacido en Alejandría y cultivador de la literatura griega, fue entre los años 394 y 404 poeta oficial de la corte de Arcadio y Honorio, protegido por Estilicón; logró dominar la versificación latina, en la que tuvo por modelos a los clásicos. Claudiano es un fervoroso admirador de la pretérita gloria de Roma, cuyos valores, virtudes y estilo pretende hallar en la decadente corte a la que se encuentra vinculado; escribe poemas sobre temas mitológicos, como el rapto de Prosérpina, poesías ocasionales laudatorias y aparatosamente solemnes, epigramas con agudeza e intención. En conjunto la obra de Claudiano semeja un hábil y barroco remedo de los antiguos líricos latinos, si bien su condición de poeta áulico hace que en ciertos aspectos parezca un escritor medieval.»

Su Elogio a Serena, que no ha llegado íntegro a nuestros días, nos puede interesar también por otro motivo: el panegírico de Hispania, origen de ella y de su familia. Ramón Menéndez Pidal, en su Universalismo y nacionalismo, romanos y germanos (Introducción al tomo III de la Historia de España que dirige), la compara con la conocida Laus Spaniae de Isidoro de Sevilla: «Esta férvida Laus Spaniae se inspira, a mi ver, principalmente en la Laus Serenae de Claudiano… Isidoro, con su vaga mención de la riqueza de España en príncipes y gentes, nos impresiona menos que Claudiano con sus precisas alusiones a los augustos hispanos; es que Isidoro tiene el mal acuerdo (lo mismo en todo su relato histórico) de buscar elevación o elegancia en la vaguedad, huyendo la individuación de personas y lugares; no estima, como Claudiano, el alto valor poético de lo concreto.»

Presentamos el original latino y la esmerada traducción que Luis María Ramírez y de las Casas-Deza publicó en la revista El mundo pintoresco del 7 de octubre de 1860.

Díptico de Estilicón, Serena y su hijo Euquerio (hacia el año 400).

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