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lunes, 21 de abril de 2025

Lucio Cecilio Firmiano Lactancio, Cómo mueren los perseguidores

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Bernardino Llorca, en La Iglesia en el mundo grecorromano, primer tomo de la extensa Historia de la Iglesia Católica de la BAC publicada a partir de 1949 y con abundantes reediciones, nos presenta así al clásico de esta entrega, Lucio Cecilio Firmiano Lactancio (c. 245-325):

«Del África procedía el escritor más insigne del Occidente cristiano en este período, Lactancio. Había sido discípulo de Arnobio, pero abandonó el África y se dirigió al Oriente, a la importante ciudad de Nicomedia, donde fue empleado por el emperador como profesor de retórica. Bien instruido en la cultura y en la filosofía antigua, antes de la persecución de Diocleciano se convirtió al cristianismo. Después del año 305, en que, habiéndose retirado Diocleciano, quedó Galerio único dueño del Imperio en Oriente, mandó éste cerrar las escuelas de retórica, y Lactancio se vio reducido a la más espantosa miseria. De ella vino a sacarlo Constantino, quien lo llamó a las Galias el año 311, nombrándolo preceptor de su hijo Crispo. En esta ocupación continuó pacíficamente hasta el fin de su vida, entretenido en la composición de sus obras.

»Muchas son las que escribió Lactancio antes y después de su conversión, en todas las cuales aparece su estilo escogido y clasicista, que le mereció el renombre de Cicerón cristiano. Entre sus escritos cristianos merecen especial mención las obras Sobre la operación de Dios y De la ira de Dios. Más notable todavía es otra de carácter dogmático, titulada Instituciones divinas, verdadera apología de la religión cristiana y compendio de su doctrina. En esta última obra es donde más se muestra la deficiencia de la instrucción de su autor, pues en realidad resulta floja e incompleta.

»Mucho más nombre le ha dado el trabajo histórico Sobre la muerte de los perseguidores, que trata del fin trágico de los que persiguieron a la Iglesia y reúne multitud de tradiciones y leyendas sobre este tema. Es, juntamente con Eusebio [de Cesarea] la fuente principal, sobre todo para la persecución de Diocleciano. A imitación de Eusebio, tiene especial predilección en citar fragmentos de autores de su tiempo, que dan un sabor de objetividad relativa a su obra.»

Por otra parte, nuestro conocido Jerónimo de Estridón, en su Varones ilustres, nos informa de más obras de este prolífico autor, de temática no religiosa, la mayoría de las cuales no han llegado hasta nosotros. «Firmiano, también llamado Lactancio, discípulo de Arnobio, fue llamado a Nicomedia en tiempos de Diocleciano junto con Flavio el Gramático, cuyo poema De la medicina se conserva todavía, y allí enseñó retórica. Y como no tenía discípulos (ya que era una ciudad griega), se dedicó a escribir.

»Tenemos un Banquete suyo, que escribió siendo joven en África, y un Itinerario de un viaje de África a Nicomedia escrito en hexámetros, y otro libro que se llama El Gramático, muy hermoso, De la ira de Dios y De las instituciones divinas contra las naciones, siete libros, y un Epítome de la misma obra en un solo volumen, sin título; también dos libros A Asclepíades, un libro De la persecución, cuatro libros de Epístolas a Probo, dos libros de Epístolas a Severo, dos libros de Epístolas a su discípulo Demetrio y un libro al mismo tiempo De la obra de Dios o de la creación del hombre. En su extrema vejez fue tutor de Crispo César, hijo de Constantino en la Galia, el mismo que luego fue condenado a muerte por su padre.»

Y Ernst Bickel, en su Historia de la literatura romana, nos recuerda que tras el envenenamiento de su discípulo, «bajo la impresión de este suceso, Lactancio suprimió la dedicatoria de su obra principal [Divinæ Institutiones] a Constantino el Grande.» Y «al mismo tiempo Lactancio, en la nueva edición de la obra, aprovechó la ocasión para suprimir pasajes escandalosos desde el punto de vista dogmático.»

En relación con las persecuciones a los cristianos a principios del siglo IV comunicamos en su día el Peristephanon o Libro de las Coronas del hispano Aurelio Prudencio Clemente. Y sobre el talante bastante cruel y sanguinario de la sociedad romana de la época que se desprende de la obra de Lactancio, encontraremos abundantes muestras que lo corroboran en la Historia del Imperio Romano del 350 al 378 de Amiano Marcelino.


lunes, 7 de abril de 2025

Luis Zapata de Chaves, Miscelánea o Varia historia

El Arte Poética de Horacio, por Luis Zapata, Lisboa 1592

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En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un curioso manuscrito de fines del siglo XVI, transcrito y publicado por Pascual de Gayangos en 1859. Contiene dos centenares y medio de capítulos, la mayoría muy breves, con un sinfín de anécdotas, pensamientos, chistes, lecturas, noticias verdaderas y rematadamente falsas… De ahí que se la haya titulado comúnmente como Miscelánea, aunque su autor la denomina Varia historia. Realmente, no es equiparable a las Noches Áticas de Aulo Gelio, o a los Ensayos de Montaigne, pero poseen un gran atractivo como medio para acercarnos a los valores, intereses y vivencias de un representativo personaje renacentista.

La obra fue dictada a lo largo de los últimos años de su vida por el caballero extremeño Luis Zapata de Chaves (1526-1595), de la Orden de Santiago, y señor de vasallos. En el prólogo de su Libro de Cetrería (1583), nos informa de lo que podemos considerar su proyecto vital: «Por tres cosas alababa Platón a sus dioses: que le habían hecho hombre y no bestia, varón y no hembra, griego y no bárbaro; yo, en la juvenil edad que me hallé con aquellas mismas, y mejor la postrera, que es ser español, deseé otras tres: ser gran cortesano y ser gran poeta y justador. Lo que de esto alcancé, que cierto fue poco, a los juicios ajenos, que son los jueces, lo remito.»

Cortesano lo fue durante veinte años, desde que con nueve de edad se incorporó como paje al séquito del futuro Felipe II, del que era coetáneo. Junto a él recibió una extensa formación intelectual y física, el hábito de la Orden de Santiago, y la oportunidad de acompañar al príncipe en su felicísimo viaje (1548-1551) a través de Italia, Alemania y Flandes. En 1556 se desvinculará de la corte, cuando la abdicación del emperador. Zapata se casa y se establece en su Llerena natal, con frecuentes desplazamientos a Sevilla, Talavera…

Ejercitó con maestría las actividades más propias de la nobleza, la caza (especialmente la altanería) y las justas. Hay numerosas referencias a ello en la Miscelánea, y en obras de otros autores. Pero un caballero renacentista ha de ser también poeta. Su obra más ambiciosa es el Carlo Famoso (1566), epopeya que narra los hechos de Carlos I. Su publicación le deparó cuantiosos gastos, una escasa repercusión, y además fue seguida por una profunda caída que le conduce a una prisión severa durante dos años, y más limitada (vive con su familia y seis criados) durante otros veinte, hasta su rehabilitación plena en 1591.

Marcelino Menéndez Pelayo, en su Orígenes de la novela, se refiere así la obra que presentamos: «El caballero extremeño don Luis Zapata (...) retrájose en su vejez, después de haber corrido mucho mundo, a su casa de Llerena, “la mejor casa de caballero de toda España (al decir suyo), y aun mejor que las de muchos grandes”, y entretuvo sus ocios poniendo por escrito, sin orden alguno, en prosa inculta y desaliñada, pero muy expresiva y sabrosa, por lo mismo que está limpia de todo amaneramiento retórico, cuanto había visto, oído o leído en su larga vida pasada en los campamentos y en las cortes, filosofando sobre todo ello con buena y limpia moral, como cuadraba a un caballero tan cuerdo y tan cristiano y tan versado en trances de honra, por lo cual era consultor y oráculo de valientes.

»Resultó de aquí uno de los libros más varios y entretenidos que darse pueden, repertorio inagotable de dichos y anécdotas de españoles famosos del siglo XVI, mina de curiosidades que la historia oficial no ha recogido, y que es tanto más apreciable cuanto que no tenemos sobre los dos grandes reinados de aquella centuria la copiosa fuente de Relaciones y Avisos que suplen el silencio o la escasez de crónicas para los tiempos de decadencia del poderío español y de la casa de Austria.

»Para todo género de estudios literarios y de costumbres; para la biografía de célebres ingenios, más conocidos en sus obras que en su vida íntima; para empresas y hazañas de justadores, torneadores y alanceadores de toros; para estupendos casos de fuerza, destreza y maña; para alardes y bizarrías de altivez y fortaleza en prósperos y adversos casos, fieros encuentros de lanza, heroicos martirios militares, conflictos de honra y gloria mundana, bandos y desafíos, sutilezas corteses, donosas burlas, chistes, apodos, motes y gracejos, proezas de grandes soldados y atildamiento nimio de galanes palacianos; para todo lo que constituía la vida rica y expansiva de nuestra gente en los días del Emperador y de su hijo, sin excluir el sobrenatural cortejo de visiones, apariciones y milagros, alimento de la piedad sencilla, ni el légamo de supersticiones diversas, mal avenidas con el Cristianismo, ofrece la Miscelánea de Zapata mies abundantísima.»

Del manuscrito original