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martes, 22 de marzo de 2016

Prisco de Panio, Embajada de Maximino a la corte de Atila


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Prisco de Panio (c. 410-472), también llamado Prisco de Tracia, participó en la embajada enviada por el emperador Teodosio II a la corte de Atila, caudillo de los hunos. Nos dejó un pormenorizado informe de la expedición y numerosos textos sobre este pueblo, entonces en pleno apogeo y aparentemente invencibles. Los historiadores que le sigan en el siglo VI, como Casiodoro o Jordanes, tomaran la obra de Prisco como fuente principal sobre los hunos. Susan Bock lo expresa así en su obra Los hunos, tradición e historia (Murcia 1992):

«Casi todo lo que acontece hasta la muerte de Teodosio II nos es conocido por el testimonio de Prisco, un testigo de excepción de los acontecimientos durante esta embajada y el único que nos ha dado una historia de este período. Pero su obra no ha llegado intacta sino en fragmentos y presenta algunas dificultades para los historiadores modernos. En su obra, los términos técnicos, cronologías y cifras se evitan según la moda literaria de la época, igual que su uso del término escita cuando se refiere a los hunos. Este era el nombre dado a todos los nómadas en general. No todos los escitas eran hunos. Natural de Panio, en Tracia, Rhetor et Historike,  fue la fuente principal sobre los hunos para los autores antiguos y, a pesar de que la mayor parte de su obra se ha perdido, para los historiadores posteriores. Su historia comienza en el año 434, cuando Atila y Bleda aparecen como los nuevos jefes de los hunos. El historiador godo Jordanes le cita como fuente con frecuencia y, aunque a veces no le cita, los años 430 a 474 de su Getica, quizá los más vívidamente descritos, parecen estar basados, o copiados directamente, de la Historia Bizantina de Prisco. Mommsen dice que Jordanes no dice más de Atila de lo que se puede encontrar en Prisco.

»No sabemos nada de este historiador antes de su viaje con la embajada de Maximino a la corte de Atila. Se supone que ocupó un cargo de cierta importancia en el gobierno y que entabló amistad con su superior Maximino. W. Ensslin piensa que quizá Prisco trabajaba en uno de los scrinia bajo el mando del Magister Officiorum. Lo que parece respaldar esta hipótesis, de que ostentó un cargo de alguna relevancia y que tuvo acceso a los documentos oficiales, es el gran número de detalles que narra sobre los tratados entre los hunos y el imperio. Thompson recuerda que en el imperio tardío era la práctica el incluir en las embajadas un filósofo o sofista, oradores elocuentes, y que probablemente Prisco fue invitado a tomar parte en ésta porque ya había alcanzado cierta fama como orador en la escuela sofista (…) A pesar del gran valor de su obra, Prisco, como todos los demás historiadores antiguos, ha sido duramente criticado. Se tiende a ignorar que su Historia Bizantina, fue más bien un esfuerzo literario que seguía las normas literarias de su época y no la historia de una época como nosotros la entendemos. Los principales fallos en su obra son las imprecisas descripciones geográficas, la ausencia de información militar o estratégica (quizá porque no tenía interés o conocimientos en esos campos), una falta de traducciones precisas de los títulos y cargos, y un prejuicio patriótico sobre la superioridad de todo lo romano.»

Por su parte, en su clásica Historia del Imperio Bizantino (tomo I), Alexander A. Vasiliev nos presenta así el marco histórico del texto que presentamos: «En la pars orientalis (del Imperio), Teodosio tuvo que luchar contra los salvajes hunos, quienes invadieron el territorio bizantino y llegaron, en sus devastadoras, incursiones, al pie de las murallas de Constantinopla. El emperador hubo de pagarles una importante suma y cederles territorios al sur del Danubio. Las relaciones pacíficas que se establecieron a continuación con los hunos, motivaron el envío de una embajada al gran campamento huno de Panonia. Al frente de la embajada iba Maximino. Un amigo de éste, Prisco, que le acompañó a Panonia, ha dejado una relación completa de la embajada y una descripción interesante de la corte de Atila y de los usos y costumbres de los hunos. Tal descripción es particularmente interesante en el sentido de que puede ser considerada un relato, no sólo de la vida de los hunos, sino de las costumbres de los eslavos del Danubio medio, a quienes los hunos habían sometido.»

El Banquete de Atila, por el pintor húngaro Mór Than (1870)

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