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lunes, 18 de enero de 2021

Alexandre Olivier Exquemelin: Piratas de la América, y luz a la defensa de las costas de Indias Occidentales

 

Cabeza de Morgan, isla de
Santa Catalina (Colombia)

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El joven francés Alexandre Olivier Exquemelin (1645-1707) emprendió en 1666 viaje a América, en dependencia de la Compañía Occidental: podemos suponer su ambiciosas esperanzas de enriquecimiento. Pero sus expectativas no se cumplen: pronto queda en situación de servidumbre, y finalmente sale adelante como uno más de los numerosos miembros de las repúblicas piráticas que proliferan en torno a las islas Tortuga y Jamaica. Formará parte de expediciones dignas de incluirse en la borgiana Historia universal de la infamia; sus caudillos principales serán Lolonois y Henry Morgan. Sin embargo logrará sobrevivir y regresar a Europa, donde redactará su Histoire de aventuriers flibustiers qui se sont signalez dans les Indes. Se justificará afirmando que «Les Voyageurs aiment naturellement à parler de ce qui leur est arrivé, sur tout lors qu’ils sont hors de danger, et qu’ils croyent que ce qui leur est arrivé merite d’estre sçû; c’est pourquoy je en veux point dissimuler que je prens quelque plaisir à raconter ce qui s’est passé dans mon voyage.» La obra será un éxito, aunque se publicará inicialmente traducida al holandés en Amsterdam en 1678, a partir de la cual el doctor Bonne-Maison, médico en dicha ciudad, realizará la versión española que se editará en 1681 en Colonia, a partir de la cual se realizará la versión inglesa… Para entonces ya se ha publicado la versión alemana, y pronto aparecerá una versión francesa más extensa.

El impresor de la primitiva edición flamenca, Jan Claesz ten Hoorn, presentó así la obra: «La parte de la América que pertenece a la dominación española, y que por sus dilatadísimos circuitos parece un Nuevo Mundo, es de tal suerte incógnita a nuestra nación flamenca, como si de ninguna manera fuese en el orbe, por razón que los bajeles holandeses navegan raramente hacia aquellos puertos. Hemos ignorado hasta el tiempo presente las cosas que allá se pasan, por cuya razón no dudamos que la presente obra deje de agradarte, no siendo única descripción de las islas principales y plazas fuertes, mas también una verdadera relación de todo lo que ha pasado en el tiempo que el autor se halló en aquellas partes y ocasiones. Juzga también a propósito dividir su relación en tres distintas partidas, a fin que de la una a la otra se pueda entrar al conocimiento de la obra, como por un camino derecho. La primera contiene el principio de su viaje, de Francia hacia la parte occidental de la América, estando por entonces en servicio de la Compañía de las Indias, francesa; como también la manera de la compra y venta de esclavos que en aquel país se practica, no siendo obligados de quedar en esclavitud toda la vida (como se hace entre turcos), mas solamente por un tiempo determinado. Esta primera parte contiene también una descripción curiosa de las islas Española, Tortuga, Jamaica, y de todos los frutos, animales y políticas de sus habitantes; guerras, encuentros, y casos sucedidos entre españoles y franceses, con todo lo más notable de su tiempo.

»La segunda hace mención del origen y aumento de los piratas franceses e ingleses; de su modo de vivir, de la fidelidad que se observa entre ellos; de los premios que se dan a los estropeados y heridos; de las atrevidas y jamás oídas empresas que se han hecho, y crueldades inhumanas cometidas contra la nación española. Después añade la vida y acciones de los más famosos robadores marítimos, Francisco Lolonois y Juan Morgan, de quienes las insolentes empresas y atrevidas ejecuciones no deben ceder en coraje e industria a los más célebres y valerosos hechos de antiguos héroes. El autor hace claramente ver en la tercera parte (además de una descripción de la tierra firme) la toma e incendio de la poderosa ciudad de Panamá, como también la invasión de diversos lugares y plazas de la parte septentrional americana, por los piratas franceses de Tortuga, e ingleses de Jamaica, debajo de la dirección del intrépido y corajudo Juan Morgan, que habría adquirido mayor honor por su sagaz disposición y atrevimiento, si su tiránica crueldad cometida contra los bajeles no hubiese borrado todo el lustre de su gloria. En cuanto a la Historia, de ningún modo creemos que haya algo en qué dudar, a causa de que el autor que la ha escrito con toda sinceridad, se halló presente él mismo en todas las piraterías de Lolonois y Morgan; así debe tener un conocimiento más exacto que otro cualquiera, que no lo sabría más que por haberlo oído decir.»

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