De la Crónica de Nuremberg |
M.ª Carmen Lacarra Ducay escribe en su aportación al volumen colectivo Con otros ojos. El arte aragonés visto por los viajeros (Zaragoza 2023):
«Son escasas la noticias que se tienen de este viajero que en los años de 1494 y 1495 hizo un largo viaje, que luego publicó con el título de Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, cuya parte correspondiente a nuestro país publicó el señor L. Pfandl en la Revue Hispanique, con el título de Itinerarium hispanicum, en 1920 (t. XLVIII). El manuscrito se conserva en la Biblioteca de Munich (Codex Latinus Monacensis 431, fols. 96-103), perteneciente a la biblioteca de Hartmann Schedel, famoso humanista de la ciudad alemana de Nuremberg. El hispanista italiano Arturo Farinelli (1867-1948) que había consultado el manuscrito de Münzer en la Biblioteca de Munich, recomendaba vivamente su publicación, afirmando: “Es este, según mi humilde parecer, el más interesante viaje por España de la Edad Media… Su peregrinaje por España y Portugal está diligente y ampliamente descrita en buen latín y es solo comparable al viaje famoso de Andrés Navagero, gentilhombre veneciano.”
»De su autor, que firmaba sus escritos como Hierónimus Monetarius, únicamente se sabe que habría nacido probablemente en Feldkirch (Austria), población que se encuentra en el límite occidental de la región del Tirol, en una fecha imprecisa que, no obstante, suele situarse en torno a 1460. Se supone que pertenecía a una familia acaudalada, y que en 1479, a los 18 o 20 años, recibió el grado de doctor en Medicina por la Universidad italiana de Pavía, ciudad en donde había cursado sus estudios. En 1480 trasladó su residencia a Nuremberg, donde ejerció durante algún tiempo su profesión de médico, y contrajo matrimonio, alcanzando cierta notoriedad por sus conocimientos de cosmografía y astronomía, hasta que en 1484, al declararse una epidemia de peste en la ciudad, hubo de trasladarse a Italia, donde permaneció diez años, visitando las ciudades de Roma, Nápoles y Milán (...)
»De regreso otra vez a Nuremberg, un nuevo brote de peste le obligó a abandonar por segunda vez la ciudad, en 1494, acompañado en esta ocasión por tres jóvenes amigos suyos, hijos de ricos comerciantes y mercaderes alemanes, que hablaban italiano y francés. Los cuatro juntos emprendieron viaje el día 2 de agosto de 1494 y, tras atravesar Alemania, Suiza y el sur de Francia, llegaron a Perpiñán el 17 de septiembre, y a lo largo de casi cinco meses, hasta el 8 de febrero de 1495, recorrieron los reinos de la península ibérica antes de volver a su patria (...)
»La finalidad del viaje bien pudiera haber sido la de tratar con el rey Juan II de Portugal una posible participación alemana en las empresas de Ultramar por encargo del emperador Maximiliano. Hay que recordar que Cristóbal Colón había llegado a Lisboa el 4 de marzo de 1493, tras su primer viaje, y hay que preguntarse si Münzer ya estaba al corriente del resultado del mismo. Jerónimo Münzer escribe el 14 de julio de 1493 una carta al rey Juan II de Portugal (1481-1495), sobrino del rey Enrique el Navegante, en la que propone al rey portugués una empresa marítima similar a la de Cristóbal Colón para ir en busca de las costas de Asia por el Atlántico, con el consentimiento, si no por indicación, del emperador Maximiliano de Austria (...)
»Esta circunstancia ha dado sobrados motivos para especular acerca del verdadero motivo del viaje de Jerónimo Munzer a la península ibérica, considerando, con buen sentido, que bien pudiera tratarse de un trabajo como embajador secretamente enviado por el emperador Maximilano con una doble misión: averiguar cuanto le fuera posible sobre los resultados de los primeros viajes colombinos y conocer las intenciones que al respecto se fraguaban en la Corte española y, al mismo tiempo, estudiar las posibilidades de un acuerdo de colaboración con Portugal en la empresa ultramarina.
»Existe la certidumbre de la extrema dureza de las condiciones del viaje, que fue realizado a caballo, alquilándose las monturas a los arrieros en los meses de invierno, haciendo doble jornada y cabalgando mañana y tarde. La llegada a una ciudad de los cuatro viajeros alemanes no significaba, como pudiera creerse, dedicarse al descanso sino, bien al contrario, recorrerla acompañados por atentos compatriotas o amables anfitriones que tratarían a los viajeros con especial deferencia. Jerónimo Münzer no conocía el español ni la Historia de España pero posiblemente lo hablaban alguno de los tres amigos que lo acompañaban. Él conocía bien el latín y el italiano, y en España se encontraría con numerosos mercaderes alemanes en su recorrido. En el texto se observan alusiones frecuentes al mundo conocido por su autor y por los probables destinatarios del texto, estableciendo repetidas comparaciones con las ciudades y ríos alemanes a la hora de describir los lugares que se visitan.
»Jerónimo Münzer es un viajero excepcional por muchos motivos y, especialmente, por su disposición a dejarse sorprender a cada instante, su deseo de alabar sin reticencias cuanto aparece ante sus ojos, ajeno a cualquier actitud de superioridad ante un país y unas costumbres que, necesariamente, habían de resultarle extraños. Se trata de un minucioso relato de un itinerario cuyo mayor interés reside en la multitud de preciosos detalles que proporciona acerca de la vida cotidiana en la España de finales del siglo XV, al margen de las razones que pudieran estar en su origen.
»Deben destacarse en él sus valiosas descripciones de las costumbres y situación de los moriscos del reino de Granada, cuando aún no se habían cumplido tres años de su reconquista por los Reyes Católicos (1492). La obra atesora otras muchas informaciones sobre los asuntos más dispares. Los comerciantes alemanes afincados en los lugares visitados por Jerónimo Münzer y sus acompañantes, las construcciones y los monumentos de las distintas ciudades que visitan, la variedad y riqueza de los productos agrícolas, los tesoros y riquezas que se guardaban en los templos, los gustos de la nobleza española, las curiosidades de la población morisca…»
Lorenz Fries, Tabula Nova Hispania, 1535 |
Muchas gracias.
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