El objeto a historiar más próximo soy yo mismo, del que tengo a mano las fuentes estrictamente necesarias, mi propia memoria. No es, sin embargo, el objeto más sencillo, ya que habrá que aplicar también las correspondientes herramientas críticas para desvelar y discernir engaños premeditados e impremeditados. Ahora bien, este género histórico autobiográfico presenta una enorme variedad: Algunas obras desvelan aspectos de la propia vida en función de sus realizaciones destacadas: mis campañas (Julio César), mis viajes (Marco Polo, Colón), mi carrera científica (Ramón y Cajal), mi vida política (Romanones, García Oliver)... En ellas el distanciamiento es consciente, y se omite de forma total o parcial lo referente a lo considerado vida privada. Para otros, en cambio, el objetivo principal es «exteriorizar la interioridad», comunicar la vida íntima, las motivaciones, sentimientos, emociones... En una palabra, explicar y justificar la totalidad de la propia biografía y de las propias acciones, de lo que son ejemplos paradigmáticos san Agustín o Rousseau.
Pero la diversidad alcanza también otros aspectos, en los que resulta determinante su veracidad: hasta qué punto se presentan los acontecimientos como fueron. Naturalmente, debemos aceptar que toda autobiografía entraña una inevitable reconstrucción artificial, que selecciona los materiales y los presenta del modo que se considera oportuno. En ocasiones, el autor nos sorprende por su sinceridad absoluta, que no reserva ni oculta los perfiles más desfavorecedores, hasta que comenzamos a intuir cortinas de humo y maniobras de desviación... como en Rousseau (que recuerda a ese protagonista de un poema de D'Ors que, con mucho esfuerzo, llegó a ser el más humilde del mundo). En cualquier caso, si hay olvidos y tergiversaciones, o alambicados argumentos para justificar lo injustificable, siempre resultan útiles. La imagen que el autor quiere proyectar, oculta tanto como descubre la persona y la sociedad de la que procede.
Una espléndida muestra de todo ello es el Discurso de su vida de Alonso de Contreras (1582-1641). Parece imposible que la vida azarosa de un soldado del XVII pueda resumir tanto de las extremadas vida y mentalidades barrocas: el desarraigo de la vida militar en Italia, Flandes, Portugal y, sobre todo, en el Mediterráneo. Y más: un viaje a las Indias occidentales, su ejecutoria como caballero de la orden de Malta, sus expediciones como corsario contra los turcos en busca de botín, la redacción de un completo Derrotero como experto piloto que es... Pero también, un precoz homicidio, frecuentes duelos, vida disipada, un crimen de honor, una conversión religiosa (temporal) que le hace ermitaño al pie del Moncayo, una acusación de ser el rey de los moriscos... Y una visión de la vida dura y violenta de su tiempo, que Contreras logra comunicarnos mediante un estilo claro, sencillo y directo.
Ilustración de Juillard |