viernes, 26 de junio de 2020

Herblock (Herbert Block), Viñetas políticas 1930-2000

Herblock, por Jim Borgman
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En el número correspondiente al 12 de julio de 1954 de la revista Noticias de Actualidad de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, apareció un artículo sin firma sobre Herbert Block (1909-2001) con el título Caricaturista premiado, que reproducimos a continuación:

Herbert Lawrence Block, caricaturista del periódico Washington Post, cuyos trabajos, con el seudónimo de Herblock, aparecen de vez en cuando en NOTICIAS DE ACTUALIDAD, acaba de ganar un Premio Pulitzer de 500 dólares (20.000 pesetas) por su notable labor como caricaturista durante el año 1953. La caricatura que le ha reportado este galardón se refiere a la muerte de Stalin y se publicó el día 5 de marzo del año pasado. En ella aparecía la encapuchada figura de la muerte diciéndole a Stalin: «José, tú siempre fuiste un gran amigo mío.» Los Premios Pulitzer de Periodismo y Letras, recompensas altamente apreciadas en los Estados Unidos, son conferidos anualmente, desde 1917, por la Universidad de Columbia, que tiene su sede en la ciudad de Nueva York.

Los dibujos de Herblock se publican el mismo día en unos 150 periódicos de los Estados Unidos, en la edición de París del New York Herald Tribune, en el Rome Daily American y en cierto número de periódicos canadienses. Casi a diario, la oficina del periódico de Washington recibe llamadas telefónicas de gentes deseosas de felicitar a Herblock por «haber dado en el clavo» con su caricatura. Las cartas elogiosas, y a veces de censura, que se reciben en la redacción, proceden de lugares tan distantes como Alemania y Filipinas. Una dama escribió en cierta ocasión, desde Italia, lo siguiente: «Me gustan sus caricaturas porque tienen un interés internacional. Soy italiana, pero si fuera holandesa o china gozaría con ellas en la misma medida.»

Herblock parece haber llegado a la eminente posición que ocupa sin ningún presentimiento particular de su destino, aun cuando siempre se sintió inclinado hacía el arte. Hijo de un químico de Chicago, comenzó a dibujar para el periódico de su escuela y continuó haciendo caricaturas en el Colegio de Lake Forest (Illinois). Una vez terminados sus estudios, consiguió empleo en el Daily News de Chicago. En 1933 ingresó en la Newspaper Enterprise Association, sindicato que vendía sus trabajos a 700 periódicos de diferentes partes de los Estados Unidos. Permaneció en esta organización hasta el año 1943, en que se alistó en el Ejército. Durante la segunda guerra mundial, fue destinado como caricaturista al periódico del Ejército Yank.

Después de la guerra, Eugene Meyer, propietario del Washington Post, invitó a Herblock a ir a Washington. El periódico no había tenido caricaturista desde hacía varios años. Los dos hombres hablaron durante una hora de las cuestiones mundiales y la conversación vino a recaer sobre un contrato entre ambos. Herblock dijo: «Mire, antes de pasar adelante, permita que le envíe unas cuantas caricaturas y así podrá usted ver si le gusta mi trabajo.» Mayer contestó rápidamente: «Y yo le enviaré algunos de nuestros editoriales para que usted pueda ver si le gustamos.» Tal conversación fue una confluencia de opiniones que ha subsistido. El periódico deja a Herblock dibujar lo que quiera, ya sea que zahiera a los republicanos, a los demócratas, a la política de los Estados Unidos, a los miembros del Congreso e incluso al propio Presidente. Uno de los tipos famosos de sus caricaturas es «Mr. Bomba Atómica» que tiene el cuerpo en forma de torpedo y una expresión facial humana y amenazadora. Frecuentemente emplea este símbolo para subrayar la necesidad de una inteligencia entre las naciones.

Herblock está asediado siempre por personas que desean saber cómo se le ocurren sus ideas. La sencillez de su respuesta —leyendo los periódicos, escuchando la radio y conversando con gente— parece desilusionar a los consultantes. Herblock, hombre alto, delgado, de aspecto modesto y ojos tristes, es soltero. Juega al golf sin interés y le gusta el cine. Uno de sus mayores placeres es deambular por las galerías de arte de Washington donde se detiene, a veces media hora, ante uno de sus cuadros favoritos. Su trabajo como caricaturista constituye para él la cosa más importante de su vida, y su única ambición es perfeccionar su técnica.

Sello conmemorativo del 175 Aniversario (1966) de
la Declaración de Derechos, diseñado por Herblock.

viernes, 19 de junio de 2020

Aníbal Tejada, Viñetas políticas en el ABC republicano (1936-1939)

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Francisco J. Espinosa-Etxenike presenta así a nuestro clásico gráfico de esta semana en su Viñetas de guerra en el ABC republicano (1936-1939), publicado el pasado año: «Las viñetas de ABC tuvieron un nombre propio, Aníbal Tejada. El ejemplar del 14 de abril de 1937, sexto aniversario de la Segunda República, recoge en primera plana la lista de componentes de redacción. En ella aparece Aníbal Tejada como dibujante. Tejada nació en 1897 en Argentina y existen pocos datos biográficos acerca de este artista. Por lo que se sabe de él, fue un creador muy prolífico que, ya en la década de los años 20, desenvolvió su actividad como fotógrafo, ilustrador y cartelista. La primera referencia de Tejada en ABC la encontramos el 28 de octubre de 1923 como autor de la ilustración de la portada de ese día, con un trabajo titulado La vendimiadora. (...)

»Con el inicio de la Guerra Civil, Tejada volcó gran parte de su actividad en las páginas del ABC republicano, aunque también colaboró con otros medios como en la publicación humorística No Veas. Fue el primer director de la sección de dibujo y pintura de Altavoz del Frente, creado en agosto de 1936. Como responsable de cultura de la 75 Brigada Mixta de la República, fue el alma mater de Balas Rojas, la publicación de la brigada, cuyo primer número (de un total de 29) vio la luz el 20 de febrero de 1937. A modo de «hombre orquesta», Tejada trabaja en Balas Rojas como redactor, dibujante, fotógrafo y diagramador. Esta actividad de Tejada en el frente da idea de su dimensión como creador de propaganda de guerra, cuyos objetivos primordiales consistían en algunos de los objetivos anteriormente mencionados, como mantener la moral alta en el frente y en la retaguardia (...) Al finalizar la guerra, Tejada fue encarcelado y puesto en libertad poco después. Parece que su condición de argentino le ayudó a resolver el trance, pues Franco pretendía establecer una alianza con el país sudamericano después de la contienda. Posteriormente, Tejada trabajó para la agencia Gisbert. No existen apenas datos acerca de las circunstancias de su muerte en los años 70.

»A partir del 29 de octubre de 1936, Aníbal Tejada comienza a publicar sus viñetas como dibujante de cabecera del rotativo madrileño y, desde el comienzo, lo hace prácticamente a diario, con una publicación de entre 20 a 25 viñetas cada mes durante la mayor parte de la guerra. A partir de enero de 1938, el volumen de trabajo de Tejada decreció lentamente (excepto julio y agosto). En julio de 1938, ABC publicó la última viñeta de otros autores, con lo que Tejada se convirtió en la única referencia en este terreno. El 14 de setiembre de 1938, Tejada también publicó su última viñeta previa a un periodo de total inactividad de cuatro meses en los que ABC no publicó una sola caricatura, probablemente debido a su actividad periodística en Balas Rojas y a su enfermedad posterior. Tejada reapareció con un dibujo publicado el 21 de enero de 1939, ausencia que el propio periódico excusaba por razones de enfermedad. La última viñeta firmada por este autor fue publicada el 5 de marzo de 1939, la misma fecha en la que se produjo el golpe del coronel Casado contra el Gobierno republicano de Negrín. Este último trabajo consistió en una llamada de atención a la retaguardia. Aparecía una mano blandiendo un enorme garrote en el que aparecía inscrito el lema Dignidad Ciudadana. En la parte inferior, la consigna rezaba: Contra el bulista empleemos un solo argumento: ¡Aplastarlo!

»Tejada destacó por su producción como cartelista y este hecho se refleja en sus viñetas. Estas se caracterizan por la presencia constante de elementos de movilización y de denuncia. Sus dibujos de trazo fuerte tienden a la utilización de figuras hercúleas para representar conceptos generales como República, España, Pueblo, Ejército del pueblo, Frente Popular o Madrid. En la otra cara de la moneda, Franco, Mussolini, Hitler o el ejército faccioso aparecen bajo figuras grotescas y ridiculizadas. En el caso de Franco, Tejada lo representa durante toda la guerra protegido con un casco prusiano en el que aparece grabado Von Franko, es decir, con una grafía que lo sitúa como lacayo de los intereses superiores de Alemania. Los mensajes son literales y directos e introduce los propios términos escritos dentro de sus viñetas para una directa identificación de los objetos y personajes que aparecen en ellas. Esta inserción de palabras identificativas dentro de las viñetas se convierte en un elemento importante que, en aquel momento, contribuye al proceso de alfabetización de los soldados en el frente y de los lectores en la retaguardia, ya que es importante entender el elemento textual para comprender el conjunto de la caricatura.»

Balas Rojas, septiembre de 1938.

viernes, 12 de junio de 2020

Areuger, Portadas de Gracia y Justicia 1931-1936

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El gaditano Gerardo Fernández de la Reguera y Aguilera, Areuger (1881-1936) es uno de los grandes humoristas gráficos del primer tercio del siglo XX. En Humoristán lo presentan así: «Aunque existen muchas lagunas sobre la biografía de Areuger, se sabe que comenzó estudiando pintura junto a Sorolla y después trabajó como ilustrador gráfico en varias publicaciones catalanas. Se inició como humorista gráfico en El Mentidero, donde trabó amistad con Delgado Barreto. También colaboró en Buen Humor, Muchas Gracias y Satiricón. Alcanzó su mayor popularidad en Gracia y Justicia y Bromas y Veras, de nuevo de la mano de su buen amigo Delgado Barreto, con quien le unían sus afinidades conservadoras, algo que les costó la vida a ambos durante la Guerra Civil. Algunas de sus colaboraciones más interesantes se publicaron en el semanario infantil de Prensa Española Gente Menuda, aunque su estilo muy realista no encajaba demasiado con otros colaboradores de esta editorial como López Rubio, los Bartolozzi, Echea, Serni o K-Hito. Años después su estilo realista fue bien recibido en Gracia y Justicia, donde realizó caricaturas de sus blancos preferidos (Azaña, Prieto y Lerroux). Areuger, quien en algunas ocasiones y publicaciones firmaba como Frag, fue uno de los ilustradores humorísticos más eficaces de su tiempo. De alguna manera, su obra constituye una recuperación del estilo de los grandes maestros de caricaturas de la segunda mitad del siglo XIX, una de las épocas más brillantes del humor político español. Murió fusilado en Madrid.»

En su tesis doctoral de 2016 Manuel Delgado Barreto (1878-1936), Carlos Gregorio Hernández Hernández se refería así a la revista que nos ocupa: «Gracia y Justicia, “Órgano extremista del humorismo nacional”, como rezaba su subtítulo ―“nacional” tuvo que ser modificado por “popular” para adecuarse a las directrices del gobierno, que prohibieron el uso de esta palabra para nada que no fuera oficial mediante decreto de 12 de abril de 1932―, continuó la línea de otras exitosas publicaciones satíricas en las que Delgado Barreto era un auténtico experto. Comenzó a publicarse el 5 de septiembre de 1931 y cesó, tras 217 números, el 15 de febrero de 1936. Al día siguiente se celebraron las elecciones en las que se alzó con el triunfo el Frente Popular, que determinó su suspensión. Delgado Barreto la fundó porque era consciente de que dentro de un régimen democrático la sátira y el humor son dos de las armas más eficaces para combatir al poder, tal y como había hecho con El Mentidero durante la Restauración. Decía: “He podido comprobar que cien artículos de furiosa combatividad o de razonable censura convierten a un títere en un personaje. Y en cambio, una burla a tiempo, sin acritud, sin chabacanería y sin ofensa da al traste con los más corpulentos y engreídos figurones, de los que la actualidad nos ofrece abundante saldo”.

»El éxito de Gracia y Justicia fue fulgurante, a pesar de que comprarla y pasear con ella por las calles de Madrid era en sí mismo una toma de postura contra el régimen. La propia publicación dio la cifra de 212.000 ejemplares vendidos en sus primeras semanas y son varios los historiadores que señalan que llegó a superar en ocasiones los 250.000. Otro factor para inferir la gran difusión de la revista, que era muy superior a la de la prensa diaria, es que los números tenían pocos anuncios y además situados en lugares marginales, por lo que se hace evidente que su sostén procedió fundamentalmente de las ventas o de algún patrocinio. La competencia en su género fue La Traca —llegó a vender cerca de medio millón de ejemplares—, pues Gutiérrez, fundada y dirigida por el dibujante “K-Hito”, ya había comenzado a decaer (...)

»Los contenidos de Gracia y Justicia resultan y resultaron polémicos. La revista fue suspendida y multada en múltiples ocasiones y varios de sus redactores fueron procesados, como ocurrió con “Kin” por una caricatura sobre el ministro Álvaro de Albornoz y “Areuger” por otras de Lerroux y Estadella. César González Ruano cuenta en sus memorias que por sus artículos en Gracia y Justicia sobre Azaña e Indalecio Prieto recibió serias amenazas de muerte por parte de las juventudes socialistas durante los años republicanos. El destino de varios de sus redactores durante la guerra atestigua el gran impacto que causaba esta publicación en sus enemigos políticos. Azaña se quejó amargamente de varias de sus portadas. El presidente fue el principal blanco de los dibujos de “Areuger” y de la mayoría de las viñetas de Gracia y Justicia. Para referirse a él en ocasiones añadía una “h” a su nombre, para convertirlo en “Hazaña”. El político alcalaíno era el símbolo de la República. En el semanario de Delgado Barreto no se le representaba de una forma realista, sino extremando los rasgos que hacían particular al personaje, tanto en lo físico —era conocido como “el verrugas”— como para acentuar el poder de que disfrutaba.

»El golpe de estado del general Sanjurjo le brindó la oportunidad al gobierno Azaña de suspender en bloque a la prensa de las derechas. Hasta esa fecha Gracia y Justicia no había tenido ninguna sanción, pero curiosamente fue el medio que sufrió una suspensión más larga. Duró hasta el 3 de diciembre de 1932, superando incluso al ABC. Gracia y Justicia lo recordaba a su manera: “A nosotros se nos puede acusar de todo lo que se quiera, menos de parecernos a Sbert”, en referencia al presidente de la Federación Universitaria Escolar y diputado de ERC. Para La Nación las razones de esta medida eran muy claras: “Sin duda por considerársele peligrosísimo para el régimen y para el Gobierno” y añadía en su estilo “sus bromas han determinado el levantamiento”. Pocos números después escribió 120 veces la frase “Azaña será siempre el único estadista”. No obstante, hubo para casi todos. El ministro Álvaro de Albornoz era “Álvaro de la Tohalla de Baño” y se le representaba junto a una imagen de la justicia algo más pequeña que él, para significar, como hizo expresamente en alguna ocasión, que la miraba “por encima del hombro”. Indalecio Prieto aparecía caracterizado por su oronda figura —el alcalde Pedro Rico era “El premio Pedro Rico de Navidad”, por la misma razón—, se le llamaba “Don Inda” y aprovechaba el cargo para enchufar a sus compañeros de partido. Luis Jiménez de Asúa es el “Repollo Jiménez”; Largo Caballero “El estuquista” o “Don Paco”; José Ortega y Gasset era “Abel Gasset”, para recordar la imagen del Génesis bíblico; Federico García Lorca fue nombrado en una ocasión “Loca”, en clara alusión a su homosexualidad; el segundo apellido de Ángel Ossorio aparece entre paréntesis “(antes Gallardo)”, para zaherirle por su evolución política; Diego Martínez Barrio fue “grado 33”, “El Niño del mandil” y “Gran Oriente”; Fernando de los Ríos es caracterizado con los rasgos tópicos de los judíos o junto a una estrella de David, etc.

»José Ramón Montero define a este tipo de expresiones como “la mejor expresión del humor burdo, grosero y bajo de que fueron capaces las derechas a partir de 1931” y considera que sus campañas contra Azaña fueron “la ristra más larga de insultos que se han escuchado hacia un Presidente del Consejo”. Ian Gibson dice que estos chistes sobre homosexuales eran la especialidad de la revista junto a los dedicados a los judíos. Álvarez Chillida insiste en este último punto, que llega a afirmar es obsesivo desde 1935. Fernando Montero plantea que el semanario usó a la masonería como “la pieza más importante de una propaganda dura y continua” en su propósito de combatir a la República. Joaquín Arrarás, en cambio, definió a Delgado Barreto como “el ingenio satírico más agudo de su época” y Juan Bautista Acevedo, que era el redactor jefe del ABC, a la revista como “el mejor periódico satírico de España”. Las afirmaciones anteriores no son conciliables entre sí, ni siquiera las contrarias a la revista. Ninguno de los ejemplos aducidos está exentos de humor. Hay ironías, parodias, chistes, ciertas agudezas, sarcasmos y por supuesto también burlas, incluso hacia el propio director y los redactores. Pero para llevar el juicio más allá de lo superficial es necesario contextualizar y comparar la publicación con otras análogas de su tiempo, como fueron La Traca y Fray Lazo

viernes, 5 de junio de 2020

Paul Valéry, La crisis del espíritu


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Antonio R. Rubio Plo, del Real Instituto Elcano, escribía hace un año sobre la Europa de Paul Valéry: «En 1919 el impacto de la Primera Guerra Mundial era muy fuerte en Europa y siguió siéndolo en el período de entreguerras, época en la que el sentimiento de decadencia de Europa, y por definición de Occidente, arraigó en los medios intelectuales y pareció verse confirmado por la ascensión al poder de unos totalitarismos agresivos y expansionistas, cultivadores de un pasado mítico hecho a su medida. En los meses en que se prolongaba la Conferencia de Paz de París, que recogió los dictados de los vencedores de la guerra, se publicaron en una revista literaria londinense, The Athenaeum, dos cartas de Paul Valéry, que poco después se recogieron para su edición en Francia bajo el título de La crisis del espíritu. Desde entonces, y a lo largo de un siglo, en numerosos artículos y discursos, franceses y no franceses, han abundado las citas extraídas de estos textos de Valéry. Algunas de estas citas han sido premonitorias, otras, en cambio, pertenecen al género de apología de la decadencia, aunque siguen sirviendo para hacernos reflexionar a los europeos del siglo XXI. Nosotras, las civilizaciones, sabemos ahora que somos mortales…Elam, Nínive, Babilonia eran bellos y vagos nombres y la ruina total de esos mundos tenía tan poca significación para nosotros que su existencia misma. Pero Francia, Inglaterra, Rusia… serían también bellos nombres… Sentimos que una civilización tiene la misma fragilización que una vida. Las circunstancias que llevarían a las obras de Keats y de Baudelaire unirse a las obras de Menandro no son por completo inconcebibles: están en los periódicos.

»Se diría que Valéry tiene una cierta nostalgia por la Europa de 1914, el mundo de ayer al que se refería Stefan Zweig, un gran europeo que sucumbió a un pesimismo trágico. En efecto, la guerra tiene una capacidad destructiva que ha roto la fe en el progreso técnico-científico, como la única medida de la felicidad. El espíritu, que no es otro que el de la Ilustración, se siente desamparado y descubre, en un amargo despertar, que los logros de la razón han caído en manos de seres irracionalistas con metas tan estrechas como egoístas. La civilización europea puede morir, desaparecer al igual que otras civilizaciones de la Antigüedad, sepultadas en las arenas de un Oriente Medio que hace un siglo fue elevado a la máxima categoría de la geopolítica. ¿No sucederá lo mismo con las viejas naciones europeas, cargadas de siglos y de vastos legados culturales? Pero Valéry probablemente olvida una evidencia: las civilizaciones antiguas murieron porque todas sus ansias eran de conquista y dominio, que luego se pretendía afianzar con muros que al final demostraron ser inútiles. En cambio, Europa era un espacio de síntesis, de progresiva armonía entre culturas diferentes que dieron lugar a una civilización común, con una enriquecedora pluralidad de elementos, en la que el humanismo no excluía a la técnica, ni la técnica al humanismo. Cuando se lleva a cabo esa exclusión, y para ello no hacen falta los conflictos bélicos, se cumple aquello de que el sueño de la razón produce monstruos. Con todo, no deja de llamar la atención las referencias de Valéry a Charles Baudelaire y John Keats. ¿Qué tenían estos dos poetas en común? Quizás la mitificación de un antiguo orden, grecolatino o medieval, y en esa nostalgia, como dice el historiador libanés Georges Corm, Baudelaire se ha impuesto a Víctor Hugo, y acaso podríamos añadir que Keats se ha impuesto al sentido común del doctor Johnson.

»La paz es quizás, el estado de cosas en el que el la hostilidad natural de los hombres, se manifiesta en creaciones, en lugar de traducirse en destrucciones como hace la guerra. Paul Valéry es desconfiado, si bien podemos entender que no le faltan motivos: desde el siglo XVI Europa ha sido un campo de batalla por las pretensiones hegemónicas, pero esto no ha sido obstáculo para la creatividad humana, bien se tratara del Renacimiento o del Barroco, aunque tiene razón en que la paz fomenta mejor la creatividad. Curiosamente esta paz puede asemejarse a la del artesano suizo, maestro en el diseño de los quesos o los relojes, porque, después de todo, como dijo Winston Churchill en su famoso discurso de Zúrich de 1946, Europa debería ser una gran Suiza, libre y feliz. Hoy en día, eso no basta, pues esa Europa-Suiza tiene que abrirse al mundo y no autocomplacerse en su bienestar material. Recordemos que un gran filósofo del siglo XX, Emmanuel Lévinas, siempre recalcaba que los derechos humanos, ese patrimonio de la civilización europea, son los derechos de los otros. Una Europa cerrada nunca será creativa, porque perderá esos rasgos del espíritu europeo que subraya Valéry en sus artículos: una avidez activa, una curiosidad ardiente y desinteresada, una mezcla feliz de la imaginación y del rigor lógico, un cierto escepticismo no pesimista, un misticismo no resignado…

»¿Va a mantener Europa su preeminencia en todos los ámbitos? ¿O se convertirá en lo que es en realidad: una pequeña península del continente asiático? Esta cita es de plena actualidad, cuando tantos escritores y analistas políticos están saludando el retorno de Eurasia al primer plano de la escena internacional. Al parecer, el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda de China o el despertar del nacionalismo ruso a la búsqueda de áreas de influencia pérdidas, sin olvidar las aspiraciones político-económicas de la India y Japón, y unos Estados Unidos que tienen únicamente la predilección por la hegemonía comercial y el control de las rutas oceánicas, arrojaría a Europa a la irrelevancia. La pequeña península de Asia sería un apetecible bloque comercial y de inversiones, pero poco más. Su destino consistiría en mutar en un nuevo Bizancio, petrificado en la historia, condenado a la esclerosis político-económica, y en el que la defensa de sus valores específicos como la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho habría dejado de ser dinámica para convertirse en un dogmatismo sin alma. Esto significaría la victoria del determinismo geopolítico y geoeconómico sobre la libertad. Europa solo puede mantener su primacía, la de su espíritu, si se abre al exterior, a las otras civilizaciones, lo que no sería nada nuevo en su historia, pero no termina de hacerlo porque teme ser conquistada por elementos extraños. Lo cierto es que cuando tienes miedo de que desaparezca tu propia civilización, tiendes a refugiarte en una edad de oro inexistente y no comprendes el significado de esa civilización.

»Un solo ejemplo de ese espíritu, pero un ejemplo de primera clase –y de primera importancia: Grecia, porque hay que localizar Europa en todo el litoral mediterráneo, pues Esmirna y Alejandría son tan de Europa como Atenas y Marsella. Valéry rinde aquí homenaje a sus orígenes mediterráneos, hijo de un padre corso y de una madre de Trieste, un hombre que ve la luz en la localidad mediterránea de Sète, pero sus afirmaciones van más allá de su trabajo literario. Seguimos observando hoy que Europa no puede separarse del Mediterráneo, ni el Mediterráneo de Europa. Ese mar fue el escenario de encuentro de las raíces europeas provenientes de Jerusalén, Atenas y Roma, aunque hoy se ha convertido en un lugar de sombras y de muerte. Si Europa se atreviera a desempeñar un papel más activo, y no se conformara con el mero mantenimiento del statu quo, en la orilla sur, y aún más allá, los europeos no tendrían la percepción, alimentada por intereses políticos de signo diverso, de que el Mediterráneo se ha convertido en una muralla líquida.