lunes, 29 de marzo de 2021

Víctor Pradera, El Estado nuevo

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Hace unas semanas comunicamos la crítica al sistema liberal y el diseño de una Nueva Creación política, obra personal de Fermín Galán, desde presupuestos colectivistas. Desde otros tradicionalistas, se lleva a cabo la misma tarea en la obra que hoy proponemos. A pesar de su oposición mutua, presentan también coincidencias: ambos rechazan radicalmente el sistema democrático, ambos defienden el derecho a la rebelión, ambos serán fusilado por sus oponentes, y de ambos se puede constatar un cierto triunfo póstumo de sus ideales a partir del estallido de guerra civil, en la España del Frente Popular, y en la España franquista.

Escribe Pedro Carlos González Cuevas en su Historia de las derechas españolas. De la Ilustración a nuestros días (Madrid 2000): «Víctor Pradera Larrumbe (fue) el discípulo por antonomasia de Vázquez de Mella. Nacido en Pamplona el 19 de abril de 1873, Pradera procedía de una acaudalada familia de la burguesía. Militante desde muy joven en el carlismo, consiguió un acta de diputado en 1899 por el distrito de Tolosa, distinguiéndose como un consumado orador y polemista. A lo largo de su carrera política, Pradera se mostró, como Minguijón, partidario de las alianzas con otros grupos de la derecha. Por otra parte, fue un pensador mucho más sistemático que Mella. Tuvo una esmerada formación en el campo de la filosofía escolástica y de la economía. Su carácter violento le llevó en más de una ocasión a la disidencia. Disconforme con la posición del partido en Guipúzcoa, Pradera se retiró, en 1910, de la vida política durante algunos años, dedicándose al estudio y a los negocios (...)

»Retornado a su militancia carlista en 1917, Pradera inició la etapa cenital de su trayectoria política. Cuando los nacionalistas vascos invitaron a Cambó a pronunciar un discurso en San Sebastián, Pradera no dudó en desafiar al líder catalanista a un debate sobre el problema nacionalista, que éste no se dignó en contestar. En las elecciones de 1918 Pradera consiguió un escaño por Pamplona (…) Las intervenciones de Pradera en las Cortes y en Navarra tuvieron una gran resonancia política; pero igualmente fueron objeto de críticas por parte de los sectores carlistas proclives a un entendimiento con los bizkaitarras y catalanistas; tanto es así que éste amenazó con renunciar a su acta de diputado, porque no deseaba representar a los elementos antiespañoles (…) Pradera siguió a Vázquez de Mella en su disidencia, participando en la fundación del Partido Tradicionalista en agosto de 1919.»

Participó en la Asamblea Nacional Consultiva convocada por Miguel Primo de Rivera pero, desencantado, volverá a integrarse en el carlismo institucional. Ya durante la Segunda República, en 1933, coincidiendo con el declive del gobierno azañista, Pradera será elegido vocal regional del Tribunal de Garantías Constitucionales. En 1934, su prestigio indudable llevará al nuevo líder del partido, Manuel Fal Conde, a nombrarle presidente del recién creado Consejo de Cultura Tradicionalista. «No obstante ―señala González Cuevas―, el hito doctrinal del carlismo en los años republicanos fue la publicación en 1935 de El Estado nuevo de Víctor Pradera, auténtico vademécum del pensamiento tradicionalista, cuyos capítulos habían sido publicados por entregas en Acción Española. La obra supuso, no obstante, la reafirmación denodada de los viejos tópicos carlistas: organicismo, foralismo, Monarquía tradicional y federativa, etc.» Pradera será fusilado en San Sebastián en septiembre de 1936.

Carlos Sáenz de Tejada, Abanderados requetés

lunes, 22 de marzo de 2021

Francisco de Goya: Desastres de la guerra

Academia de San Fernando (1815)

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Escribe Julián Gallego en Los grabados de Goya, con ocasión de la magna exposición que se le dedicó en Zaragoza el año de 1992, al referirse a esta serie: «Se ignora la fecha o período en que estas 82 láminas fueron grabadas, ya que Goya no las anunció ni enseñó, ni siquiera las publicó. Habría que esperar hasta 1863, treinta y cinco años después de muerto el autor, para poder ver la primera tirada hecha en Madrid. Ello explica que no tuvieran la difusión europea y romántica de Los Caprichos. A esa primera edición siguieron otras seis, hasta 1937; en la última, los cobres muestran ya cierta fatiga (…) Goya grabó 82, pero las dos últimas, Fiero monstruo, suerte de tapir devorador de personas diminutas, o Esto es lo verdadero, continuación lógica de las dos anteriores, que representa a la Verdad (o la Paz o España) abrazando a un labriego (la salvación por la Agricultura es una idea fija de los ilustrados del siglo precedente, como demuestran los libros de Jovellanos, de Ponz, de Asso, etc.) entre un gran nimbo, fueron suprimidas de las ediciones, que se limitan a 80 (…) Todas llevan, como las demás series, sus pies o títulos explicativos, escritos por Goya con un estilo conciso y duro que Jacques Lasseigne comparaba con la cornada de un toro. Goya debió de iniciarlas hacia 1810 pero debió de seguir grabándolas durante varios años de la ocupación francesa y las últimas (del número 65 al 82) que suelen llamarse caprichos enfáticos son posteriores a la vuelta de Fernando VII y restauración del absolutismo y la Inquisición (…)

»Para Camón Aznar los Desastres son la interpretación de la guerra y la clave del pensamiento goyesco. “Hasta Goya ―escribe nuestro ilustre paisano― la guerra se presentaba con la brillantez de atuendos heroicos y de gestos caballerescos.” Entre sus dos cuadros de 1814 y esta serie de aguafuertes, “Goya ha limpiado los temas de anecdotismo.” En efecto, para él “la gloria o el fracaso militar son nónadas comparadas con la angustia y las espeluznantes desesperaciones que la guerra provoca…” En general, “la única constante de estas atrocidades es su injustificación.” Es fundamental para apreciar estas láminas que, como el citado profesor señala, “las víctimas apiadables se eligen lo mismo entre los invasores que entre los patriotas” Cabría añadir que, aunque las mayores atrocidades las cometen los invasores extranjeros, los guerrilleros nacionales y el populacho enardecido apenas les van a la zaga. Goya no toma partido sino a favor de la paz, y en eso se separa de colecciones anteriores y posteriores de estampas de desdichas bélicas.(…) El sentido de la belleza da todavía mayor amargura a las láminas más tremendas, de patriotas fusilados, atormentados, descuartizados, ahorcados, que hacen recordar aquella frase de Oscar Wilde cuando lamentaban la destrucción de obras de arte por acciones bélicas: millares de estatuas vivas han sido destrozadas.»


lunes, 15 de marzo de 2021

Andrés Giménez Soler: Reseña histórica del Canal Imperial de Aragón

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Cuando en 1798 Ignacio del Asso, en su Historia de la economía política de Aragón, estudia la agricultura del corregimiento de Zaragoza, se refiere a la importancia de los regadíos con estas palabras: «La providencia de las acequias, para regar casi todos los términos mencionados, fue también obra debida al cuidado e industria de los moros, que supieron sangrar los ríos con acierto, y repartir las aguas con economía, como se echa de ver particularmente en las tierras, cuyo producto dependía del escaso riego de la Huerva. Mas estas son las que en el día lo gozan con más abundancia, y las que hasta ahora han participado más que otras de los beneficios que promete el célebre Canal Imperial, del cual será bien decir alguna cosa, antes de pasar al examen de las producciones de nuestro territorio. El principio de esta grande obra se puede referir al año 1529, en que la ciudad de Zaragoza cedió al Sr. Carlos V. el derecho que tenía de sacar acequias para dar riego a sus términos, obligándose en la Cédula despachada sobre este importante objeto a repartir las tierras que se hubieren de regar a vecinos y naturales de este reino, con exclusión total de los extranjeros. Parece, que en 1541 estaba poco adelantada la obra por escasez de fondos...» Y describe la persistente abundancia de planes y carencia de resultados. Pero «en 1770 se suscitó nuevamente la idea de habilitar y proseguir el Canal Imperial a solicitud de una compañía de nacionales y extranjeros, que quiso emprenderlo de su cuenta con ciertos pactos y condiciones; lo cual ocasionó tantas consultas y representaciones con oposición de dictámenes, que nada se adelantó en el transcurso de dos años, hasta que su Majestad en 1772 tomó a su cargo la obra, encomendando su ejecución al conocido talento de D. Ramón Pignatelli, que tuvo la gloria de llevarla felizmente al punto en que hoy la vemos.»

Antonio de Las Casas Gómez y Ana Vázquez de La Cueva en El Canal Imperial de Aragón, de la meritísima colección divulgativa CAI 100, escribían así en 1999: «El Canal Imperial de Aragón es una de las más importantes obras de ingeniería hidráulica realizadas en Europa durante el siglo XVIII. Fue concebido inicialmente, en torno a 1530, como una acequia de riego, en época del rey de España y emperador de Alemania (de donde viene su nombre de “Imperial”) Carlos I, y se construyó al fin por Ramón Pignatelli, como canal de riego y navegación, durante el reinado de Carlos III. Tras numerosos avatares, en 1786 se finalizaba la “Fuente de los Incrédulos” y el agua del Canal llegaba a Zaragoza. La obra arranca de la margen derecha del río Ebro, en el lugar conocido como El Bocal, situado en el término municipal de Fontellas (Navarra) —unos 7 km aguas abajo de Tudela—. Desde allí, sigue una trayectoria prácticamente paralela al río por los términos navarros de Fontellas, Ribaforada, Buñuel y Cortes; y ya dentro de la Comunidad Autónoma de Aragón, por los de Novillas, Mallén, Gallur, Boquiñeni, Luceni, Pedrola, Figueruelas, Grisén, Alagón, Pinseque, Zaragoza, El Burgo y Fuentes de Ebro. Aquí acaba su recorrido, de 110 km, tras haber salvado un desnivel de 125 m y encauzado un caudal que oscila entre los 25 y 30 m3/s, lo que permite el riego de más de 25.000 hectáreas de terreno y el abastecimiento de agua a muy diversas industrias y poblaciones. Su construcción supuso un gran coste financiero y político para la monarquía ilustrada que lo llevó a cabo, pero los múltiples beneficios que ha producido a lo largo de su historia (riegos, navegación, energía motriz, abastecimientos de agua, etc.) justifican sobradamente el esfuerzo realizado.»

De Andrés Giménez Soler ya hemos comunicado La Edad Media en la Corona de Aragón (1930) y Don Jaime de Aragón, último conde de Urgel (1901)

Inscripción en la Fuente de los Incrédulos, en Zaragoza.


lunes, 8 de marzo de 2021

Los juicios por la sublevación de Jaca en el diario “Ahora”

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Tras la anticipada y fracasada sublevación de Jaca, en diciembre de 1930, sobre la que reprodujimos en su día las crónicas publicadas por el diario conservador ABC, los intentos de recuperación de la normalidad constitucional se deslizaron velozmente hacia la caída de la monarquía. El desistimiento de las izquierdas y derechas liberales, simbolizadas por Santiago Alba y Rafael Sánchez Guerra, tras la caída del gobierno Berenguer, supuso el reforzamiento definitivo de los elementos republicanos y socialistas, un buen número de ellos encarcelados a la espera del enjuiciamiento de sus responsabilidades por la sublevación. Uno de estos políticos, que se harán con el poder el 14 de abril, fue Miguel Maura, que escribe lo siguiente en su Así cayó Alfonso XIII:

«Habían sido juzgados y ejecutados los dos jefes más directos de la sublevación de Jaca, pero quedaba aún por verse la causa contra otros elementos militares que habían tomado parte en ella. Uno de los encartados, el capitán Sediles, estaba muy comprometido en el alzamiento, y el fiscal pedía la pena de muerte para él. El día 13 [de marzo] se celebró el consejo de guerra. Y, en efecto, se condenó a Sediles a la última pena, a otro capitán a reclusión perpetua, y a penas menores a dos oficiales y a un sargento. Así que fue conocido el fallo, los estudiantes y las organizaciones obreras pusieron el grito en el cielo exigiendo el indulto. No necesitaron esforzarse. Con antelación al propio consejo de guerra, el Gobierno ya había deliberado sobre el caso y acordado, por anticipado, que serían indultados los encausados sobre los que recayese la pena de muerte. Sin más trámites y sin conocer siquiera la sentencia aún inedita. Claro es que este apresuramiento contribuyó no poco a inspirar alientos y confianza a los revoltosos de aquellas jornadas.»

Y más adelante: «En ese ambiente francamente revolucionario y, además, de rebeldía general y de relajo máximo de la autoridad, fue señalado el día 20 para la celebración del consejo de guerra que había de juzgar al Comité encarcelado desde diciembre. El hecho de figurar entre los encartados don Francisco Largo Caballero, consejero de Estado, atribuía la jurisdiccional Consejo Supremo de Guerra y Marina. Presidía este alto tribunal el general Burguete, hombre de ideas avanzadas, muy aficionado a mostrar sus opiniones a través de diarios y revistas, e incluso de libros, y enemigo declarado, desde los tiempos de África, del general Berenguer, a la sazón ministro de la Guerra. Un hijo del general Burguete, Ricardo, había colaborado en la rebelión de diciembre, y su nombre figuraba, innumerables veces, en el sumario. Y ello era conocido al detalle por nosotros. No teníamos, pues, sino dejar hacer al Presidente del Tribunal y ayudar, si era necesario, con nuestra pasividad o nuestra protesta, para que el consejo de guerra fuese, como deseábamos, un gran espectáculo revolucionario.»

lunes, 1 de marzo de 2021

Fermín Galán: Nueva creación

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Fermín Galán (1899-1930) fue el protagonista de la fracasada sublevación militar de Jaca que pretendió establecer la República. Tras su consejo de guerra y fusilamiento, se volvió a publicar en repetidas ocasiones la obra que presentamos, redactada durante el encarcelamiento motivado por su anterior intento de golpe de estado, en 1926. En ella expone su propuesta de un nuevo sistema económico-político para la humanidad, que se quiere superador del socialismo, el anarquismo y el comunismo. Independientemente del rigor y la originalidad que le atribuyamos, es un buen ejemplo de los planteamientos y doctrinas dominantes entre los partidarios de soluciones totalitarias ante la decadencia del sistema liberal tradicional. Como presentación reproducimos el artículo que le dedicó, desde las antípodas ideológicas (aunque coincidiendo en el rechazo a la democracia) Ramiro de Maeztu, publicado en Ahora el 15 de enero de 1931.


Las doctrinas de Galán

Ha realizado La Nación una obra buena al publicar las soluciones que el capitán Galán proponía a las cuestiones religiosas, sociales y políticas en el folleto Nueva creación. Galán dio la vida por sus ideas. Con ello se ha ganado el derecho al respeto universal. No se debe hablar de él sino con el sombrero en la mano y la oración en los labios. Hemos de creer que los conceptos que este hombre ha expuesto no eran sino la traducción a un idioma rudo y a una ideología primitiva de altos y nobles empeños de hermandad humana, que son comunes a todos los hombres de buena voluntad. Si estos altos ideales se han expresado con torpeza y si esta inadecuación de los conceptos ha costado una vida valiosa la culpa no es toda ella del capitán Galán.

Pero leed sus pensamientos sobre las cuatro columnas sociales. Sobre la religión: “La religión ya es sabido que no tiene ninguna razón positiva de ser. Es un producto prerracional, elaborado por el hombre en su capacidad de abstracción, en su afán milenario de identificar el medio del Universo.”

Imaginad que un ministro ideal de Instrucción Pública se entera de que el capitán Galán, hombre honrado, tiene tales ideas, y lo coge de la mano, le hacen ver los libros publicados en Francia, Alemania e Inglaterra en 1930 y le entera de que los más sutiles, los que implican más ciencia y más trabajo, son los centenares y aún millares de obras, que en el año pasado, y todos estos años, se habrán dedicado a investigar y debatir cuestiones religiosas y teológicas. Suponed también que ese ministro le hace asistir, por ejemplo, a los debates de la Sociedad Londinense para el Estudio de la Religión y percatarse de que las cabezas dedicadas a esas cuestiones de teología son las más finas del país, las más acostumbras a distinguir la verdad de lo dudoso. ¿Habría escrito nunca nuestro capitán que la religión es un “producto prerracional”?

Ved lo que dice de la familia: “El matrimonio en relación con la Iglesia no debe tener valor alguno oficial… La mujer estará en posesión de sus derechos individuales íntegros. La libertad sexual deberá poseerla al igual que la posee el nombre.”

Ya está abolida la familia. ¿Qué es lo que resulta? El ministro de Instrucción Pública conduce a nuestro capitán a Rusia, por supuesto, de incógnito, y le hace ver los centenares de miles de niños sin padres, que circulan por las calles y las carreteras y viven del robo o de la mendicidad. Podrá advertirle que quizá estén sus desconocidos progenitores en plena posesión de sus derechos individuales íntegros, pero que los hijos carecen de techo donde cobijarse en las heladas. Y claro es que cuando el capitán pide para la mujer la misma libertad que para el hombre se está rebelando generosamente contra una injusticia. Sólo que el remedio no está en la libertad sexual de las mujeres, sino en la continencia de los hombres.

Oíd su juicio sobre la propiedad: “La propiedad, para que sea moral, ha de reunir, como condición previa, el no estar vinculada a la persona, el no ser transmisible.”

¿Cómo desconocer que el capitán Galán se está rebelando aquí también contra una doble injusticia: la de la monstruosa desigualdad en la repartición de las riquezas, agravada por haber llegado a prevalecer un sentido sensual del patrimonio, en perfecto contraste con el sentido reverencial del dinero? Porque esta es la raíz del mal. Importaría muy poco que unos tuvieran mucho y otros nada, si la propiedad individual se considerase meramente como el instrumento educativo para formar la conciencia económica, de la que se considerara inseparable la conciencia moral. En otras palabras, si los ricos se juzgasen como los fideicomisos, los administradores o los depositarios de la propiedad, en beneficio de todos, ¿qué importaría entonces su trasmisión hereditaria, si el heredero se educaba en la persuasión y en el cumplimiento de sus responsabilidades, que no sólo le exigiría la religión, sino también la ley humana?

Y ved ahora la idea del capitán Galán sobre el Estado: “Todos los ejércitos serán totalmente suprimidos.”

El ejército, profesional o universal, voluntario u obligatorio, es la quintaesencia del Estado. Es la categoría de la realización en la Historia Universal. Si somos cristianos en España es porque hubo un ejército cristiano que venció al musulmán. Si África es musulmana, es porque los ejércitos agarenos lograron defenderse contra los nuestros. Si el Cristianismo salió de las catacumbas, es porque hubo soldados romanos que pintaron la cruz en el lábaro. Si Stalin manda en Rusia, es porque le defiende, y mientras le defienda, el ejército rojo. La profesión del soldado, como la del labrador, la del comerciante o la del sacerdote, es una de las vocaciones básicas del hombre. Y es verdad que lo que el pobre Galán quería decir con sus palabras es que deseaba la paz de los hombres; ¿pero no es una pena verle renegar de la propia profesión y de la propia espada, que es, por otra parte, el instrumento indispensable para asegurar la paz entre los hombres?

Y ahora, otra palabra. Se podrá apreciar como gran lástima que unos cuantos folletos anarquistas o comunistas, porque evidentemente el pobre capitán no había leído nada más, extraviasen a un alma recta y valerosa. Habrá quien pida que se acabe con la literatura revolucionaria, y no he de decir nada en contrario. ¿Que pueden suprimirse los gérmenes del trancazo y de la pulmonía ? Hágase enhorabuena. Pero, ¿es posible hacerlo? Las doctrinas del capitán Galán son ya viejas. O están en Rousseau o son consecuencia de las ideas rusonianas o medios de aplicarlas. Quiero decir con ello que me parecen tan difundidas que sería difícil impedir su existencia.

Más seguro sería reforzar las defensas orgánicas contra esas infecciones. Y cuando se trata de evitar la difusión de dogmas falsos, que no resisten al menor examen, lo procedente es mejorar la educación y enseñar a discurrir. Esta es nuestra falla nacional; desde hace cerca de dos siglos padece nuestra segunda enseñanza de progresiva degeneración. Es muy difícil que un capitán de academia francés, alemán o italiano mantenga ideas tan inocentes como las de Galán. Entre nosotros puede haber hasta doctores en filosofía que las compartan. Y es que nuestros profesionales, por falta de una buena segunda enseñanza,vienen a ser primarios especializados, que no saben distinguir, en el mundo de las ideas generales, lo que está probado de lo que no lo está. Y así es posible que prevalezca un día entre ellos un patriotismo de Marcha de Cádiz, al cabo, inofensivo, y a la generación siguiente un comunismo a lo Lenin. Pero este es el problema de España. El problema que comprende todos los demás. Se trata de que nuestros profesionales, antes de ser profesionales, tengan formado el juicio, para que no puedan creer en paparruchas.
Ramiro de Maeztu

Ahora, 17 de diciembre de 1930

«Aquellos que no acudan a nuestro llamamiento darán prueba de su egoísmo irracional y puede que por su brutalidad la sangre corra una vez más, quizás la última en la transformación de la vida social.» (Fermín Galán, Nueva creación)

«Me pude hacer con un ejemplar del bando que hizo fijar en las esquinas de Jaca el jefe de la insurrección, capitán Galán. Dice así, literalmente: Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los habitantes de esta ciudad y demarcación, hago saber: Artículo único. Todo aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa. Dado en Jaca, a 12 de diciembre de 1930.—Fermín Galán.» (Ahora, 17 de diciembre de 1930)