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lunes, 10 de febrero de 2025

Juan Ximénez Cerdán, Letra intimada al Justicia de Aragón


Blasón del autor

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El pasado 20 de diciembre se celebró, como todos los años, una de las numerosas fiestas que se han generalizado con la prevalencia del expansivo santoral laico sobre el tradicional cristiano. Me refiero al día del Justicia y de los derechos y libertades de Aragón, que conmemora la ejecución de Juan de Lanuza V tal día de 1591. El profesor Jesús Morales Arrizabalaga le dedicó un interesante artículo en el Heraldo de Aragón de ese día, en el que reflexionaba sobre la multiplicidad de significados y connotaciones de la peculiar institución aragonesa del Justiciazgo.

La justicia es una de las funciones imprescindibles en cualquier sociedad de cualquier tiempo, y por tanto atributo inexcusable del poder soberano. La Cristiandad medieval y moderna (lo que ahora llamamos Europa), acuñó muchas soluciones diferentes a partir de las de la Antigüedad tardía, de las variopintas tradiciones y costumbres de los diversos pueblos que la constituyeron, y de la recuperación del derecho romano a partir de cierto momento. Pero en todas ellas coexiste una diversidad de magistrados, tribunales y jurisdicciones.

En el Aragón del siglo XIV, y como consecuencia del proceso de afirmación del rey sobre los poderosos ricoshombres de la alta nobleza, uno de estos jueces alcanza grandes atribuciones en defensa del orden foral y las libertades del reino: la firma de derecho, en el que el procesado en cualquier tribunal reclama la intervención del Justicia, que vigilará o revisará aquel; la manifestación de un procesado, que voluntariamente pasa de la jurisdicción de un tribunal a la del Justicia; el contrafuero, en oposición de una acción, decisión o nombramiento de cualquier autoridad, incluyendo al rey. Y el Justicia sólo responde ante las Cortes de los cuatro brazos: alta y baja nobleza, eclesiásticos y ciudadanos honrados. La institución se conservará hasta 1711.

Ahora bien, como señalaba el profesor Morales, «luego está el Justicia imaginario, el mito, el héroe defensor de la libertad. Arranca en páginas editadas en 1435 por Juan Jiménez Cerdán [que presentamos en esta entrega]. Esta primera semilla de la leyenda de los Fueros de Sobrarbe será amplificada por cronistas del siglo XV, y llevada al paroxismo triunfante por Jerónimo de Blancas. En el reinado de Felipe II, Antonio Pérez interviene decisivamente en el éxito de la deformación. Antonio Pérez, desleal, mala persona, y probablemente autor de delitos graves, que aprovecha maliciosamente su pertenencia a familia aragonesa y que maneja ideas fuerza de las élites aragonesas del siglo XVI, consiguiendo que el bisoño Juan de Lanuza V interpusiera el escudo de los Fueros de Aragón contra la acción del rey y del Santo Oficio de la Inquisición (…)

»Las libertades que defendía el Justicia eran privilegios de la aristocracia y los poderosos… ¿Qué ventajas objetivables habían obtenido la baja nobleza, los ciudadanos honrados… por el régimen de Fueros? La evocación de pasados heroicos, sobre todo los mitificados, debe ser administrada con extrema cautela. Una dosis excesiva de restitución de glorias imperiales pasadas produce a los Mussolini, Hitler… y tantos neoemperadores.»

* * *

En 1435, Martín Díez de Aux, entonces Justicia de Aragón, solicita a su antecesor en el cargo, Juan Ximénez Cerdán, de ochenta años de edad, un informe sobre el origen y evolución del Justiciazgo, y sobre su prolongado desempeño del mismo. Éste redactará en su señorío de Agón la Letra intimada (esto es, carta dada a conocer), autentificada por un notario ante testigos, y remitida no sólo al Justicia, sino a las principales autoridades del reino: diputados, arzobispo y jurados de Zaragoza. Tuvo por tanto desde el principio un carácter semioficial, que se incrementará cuando su promotor el Justicia la incluya en las Observancias del reino de Aragón, y aun más con su impresión en el incunable de 1496 de los Fueros y Observancias de Aragón.

Naturalmente predomina en la Letra intimada la justificación y encomio de su autor y de su padre, que le antecedió en el cargo. Sus acciones siempre triunfan, aunque tenga que enfrentarse a nobles y reyes. Su papel en la resolución de la crisis sucesoria mediante el compromiso de Caspe, es decisivo. Legista y forista, vierte los texto legales al latín. El mismo papa Benedicto XIII lo considera «el más elevado cargo secular del mundo». Pero a pesar de su visión de parte, la obra posee gran interés por lo que nos cuenta y cómo nos lo cuenta, y a través de ella percibimos un animado cuadro del otoño de la edad media, como lo denominó Huizinga.

Presentamos la versión original en aragonés, y una traducción propia. También hemos incluido dos breves textos de Andrés Giménez Soler (de quien ya hemos comunicado otros varios en Clásicos de Historia). El primero nos informará sobre la administración de la justicia en el Aragón medieval, y el segundo nos proporcionará abundante información sobre la gestión de Ximénez Cerdán, datos que completarán con algunas sombras las exclusivas luces relatadas por el autor. Especialmente clarificador resulta lo relacionado con su cese como Justicia, en el que el enfrentamiento con el rey alcanzó grandes proporciones, y que se omite por completo en la Letra intimada.

Del considerado manuscrito original.

martes, 24 de diciembre de 2024

Feliz Navidad

Antonio Bisquert, Anunciación a los pastores. Mediados del siglo XVII. Museo diocesano Teruel


ALBADA AL NACIMIENTO

Media noche era por filos,
las doce dava el reloch,
quando ha nagido en Belén
vn mozardet como vn sol.

Nació de vna hermosa Niña,
virgen adú que parió,
y diz que dexó lo cielo
por este mundo traydor.

Buena gana na tenido
pues no len agradejón
aquellas por qui lo fizo
y bien craro lo veyó.

En fin, nació en vn pesebre,
como Llucas lo dizió,
no se enulle si le dizen
que en las pallas lo trobón.

Dízenlo Pasqual y Bato,
Bras y Chil y Mingarrón
y lo mayoral Turibio
que ellos primero lo bión.

Buena será la parbada
que aquege Grano escondió,
que en denpues de bien molido,
fará vn rico pan de flor.

Contaron que vnos moçardos
con vna anchélica voz,
groria y paz iban cantando,
dándole al mundo alegrón.

Llevarónle os pastores
de crabito y naterón
dos mil milenta de aquellas
de que el Niño se folgó.

Dixon que en trapos su madre,
contenta lo embollicó
y que estava hermosa y linda,
como vn alma que es de Dios.

Entre vn buey y entre vna azenbla
con muyto goyo nació;
aunque de ver tal socesso
diz que Ababuc se espantó.

El santo viello Chusepe
contento estava, por Dios,
adú que antes estió triste,
porque no trobó mesón.

Endepués no sintió cosa,
que su Fillo lo ordenó,
que sin ser bispe ni Papa
ye muy grande ordenador.

Lo sabroso y lindo Niño,
aunque plora ya ridió;
plora quando no lo quieren
y ride a quien le quirió.

Listos andan los ancheles,
del cielo al suelo vajón
cantando: «groria en los cielos
y paz en la tierra a toz».

La comarca de Belén
buena fiesta se gozó,
mas ella fue una coytada,
que guardarla no sabió.

Toz la claman buena noche,
dirálo la colación
y lo tizón de Nadal
que ye nombrado tizón.

Diránlo los villancicos
y diránlo los cantors,
dirélo yo que me enfuelgo
de repiquetiar a voz.

Ya que sabéz do está el Niño,
procurar veyerlo toz,
que aquel que no lo veyere
mal la cuenta le salió.

A su madre y a Chusepe,
pus lo merecen los dos,
darezle la norabuena
deste fillo que tenión.

Todos el pie le besemos,
que es nuestro Dios y Señor,
pidiendo faga pesebre
del christiano coraçón.

Ana Abarca de Bolea, Abadesa del Monasterio de Santa María de Casbas
Vigilia y Octavario de San Juan Baptista, Zaragoza 1679.

Manuel Alvar, Estudios sobre el "Octavario" de doña Ana Abarca de Bolea.
Archivo de Filología Aragonesa, serie A, II, Zaragoza 1945.

lunes, 10 de abril de 2023

Juan Fernández de Heredia, Libro de los fechos et conquistas de la Morea

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La obra de esta semana nos muestra la facilidad con la que se puede deteriorar un buen propósito. Jufre de Villardoyn, mariscal del condado de Champaña, promueve una nueva campaña en defensa de los cristianos orientales y por la recuperación de Tierra Santa. Son muchos los intereses que hay que aunar (franceses, alemanes, venecianos, el papado…), y la expedición resultará conflictiva desde su arranque y nunca llegará a Palestina. Trocará sus objetivos idealistas por los más seculares de proporcionarse poder y riqueza en la Romania, el viejo imperio romano de oriente. Tendrán éxito, aunque un éxito trufado de luchas, conflictos y traiciones que devorará a sus protagonistas y sus descendientes durante dos siglos.

La clásica Historia de Imperio Bizantino, de Alexander A. Vasiliev nos sitúa así en el tiempo y lugar: «La cuarta Cruzada es un fenómeno histórico de extrema complejidad, y donde se hallan intereses y sentimientos de variedad máxima. Tales son: un noble impulso religioso, la esperanza de recompensas en la vida futura, el deseo de cumplir proezas morales y la fidelidad a los compromisos contraídos con la Cruzada, todo ello mezclándose a un deseo de aventuras y lucro, a la pasión de los viajes y a la costumbre feudal del combate perpetuo. Pero en la cuarta Cruzada se advierte un rasgo original que, en rigor, ya se había manifestado en las expediciones precedentes: los intereses materiales y los sentimientos profanos tuvieron mucha preponderancia sobre los impulsos religiosos y morales, lo que demostró de manera rotunda la toma de Constantinopla por los cruzados y la fundación del Imperio latino.»

Y más adelante: «La cuarta Cruzada... tuvo como resultado el fraccionamiento del Imperio bizantino y la fundación en su territorio de varios Estados, unos latinos y otros griegos. Los primeros recibieron la organización feudal imperante en el occidente de Europa (…) Todo el siglo XIII transcurrió en continuas lucha de dichos Estados, que efectuaron entre sí las más dispares combinaciones. Ora lucharon los griegos contra los usurpadores francos, turcos y búlgaros; ora unos griegos pelearon con otros griegos, introduciendo nuevos elementos de discordia en la perturbada vida interna bizantina; ora los francos se batieron contra los búlgaros, y así sucesivamente. A estos choques militares seguían alianzas y pactos diversos, en general quebrantados con tanta facilidad como convenidos (...) Un historiador (Neumann) dice: “Todos esos Estados feudales del Occidente, separados unos de otros, no hicieron obra constructiva, sino más bien destructora, y así fueron destruidos ellos mismos. Oriente quedó dueño de la situación en Oriente”.»

Entre las diversas obras a que dio lugar estos conflictivos acontecimientos (el mismo Geoffrey de Villehardouin que hemos citado escribió una crónica de sus hechos), comunicamos en Clásicos de Historia la aragonesa compilada o meramente copiada por Bernardo de Jaca a iniciativa de Johan Ferrandez de Heredia (1310-1396), el gran maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén (Hospitalarios o caballeros de Rodas), que jugó un importante papel en la vida política y militar de la Cristiandad del siglo XIV. Y que también contribuyó poderosamente al desarrollo de la cultura occidental con la creación un fecundo scriptorium, en el que se traducen autores clásicos como Plutarco y Tucídides (directamente del griego) y otros latinos, autores modernos como Marco Polo, y se elaboran y compilan otras obras, como la Grant Cronica de Espania y la Crónica de los Conquiridores. Estamos en el siglo XIV, la época en la que entra en su crisis definitiva la Europa medieval, repleta de guerras, epidemias, hambrunas y muerte ―los jinetes del Apocalipsis―, pero en la que entre el desastre general comienzan a germinar las simientes de lo que con el tiempo será el renacimiento.

Un autor anónimo, posiblemente francés helenizado o griego, escribió a principios del siglo XIV una crónica centrada en la historia de los principados latinos de la península de Morea, el antiguo Peloponeso, durante el siglo anterior. Se conservan cuatro versiones diferentes, en griego (es la única versificada), en francés, en italiano, y la que presentamos, redactada en el aragonés literario y cancilleresco de la corte de Aragón, fácilmente comprensible. Esta última es la más extensa ya que mientras que las otras concluyen en 1292 o 1303, ésta prolonga la narración de los acontecimientos hasta 1377, con la cesión temporal de la Morea a la Orden del Hospital, e incluye información sobre las intervenciones de los súbditos de los reyes de Aragón y de Mallorca.

Su lectura nos abruma considerablemente por la reiteración de combates, asedios, reclamaciones y denuncias, rebeldías, envenenamientos, traiciones, y un amplio surtido de tortuosas maniobras para hacerse con el poder y mantenerse en él. Y todo ello relatado fríamente y con sencillez. Sirva como ejemplo el párrafo con el que justifica el abandono de los propósitos de cruzada: «...dixo las nuevas al legado del papa et al capitan de la huest et a los otros caballeros et senyores, como los griegos de Contastinoble habian muerto al emperador et no querian pagar la moneda ni yr en lur conpanya: porque él los pregaba que quisiessen vengar la muerte de los emperadores qui eran estados muertos, et que por la traycion que habian fecho, razonablemente podian tomar el imperio et ferlo lur, pues que los emperadores eran muertos.»

Página de inicio de la obra.

lunes, 2 de octubre de 2017

Andrés Giménez Soler, Don Jaime de Aragón último conde de Urgel


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La historia en ocasiones parece no tanto repetirse como reiterar situaciones, que luego se resuelven de manera diversa. El rey de Aragón Martín el Humano fallece tras la muerte de sus descendientes directos, hijo y nieto. En sus últimos meses de vida intenta resolver el problema mediante la convocatoria de una junta con representantes de todos los reinos, incluso de Sicilia, «y que esta junta, examinados los derechos de cada pretendiente, teniendo a la vista los testamentos y codicilos de los reyes anteriores, declarara el legitimo heredero.» No llegó a buen término, y sólo durante el consiguiente interregno se resolverá de un modo parejo con el conocido Compromiso de Caspe. Y aunque Jaime de Aragón, conde de Urgel, había estado muy próximo al viejo rey, será preterido, y el nuevo rey será el infante y regente de Castilla, Fernando de Antequera. Tras dudarlo, Don Jaime acaba por prestarle juramento, pero poco después encabeza la rebelión que había venido preparando tiempo atrás. Concita apoyos diversos entre los descontentos de Aragón, Cataluña…, gestiona el apoyo de tropas francesas e inglesas… Pero buena parte de la población y las instituciones mantienen su fidelidad al rey legítimo, también en Cataluña, aunque de allí procedían los dos únicos votos que obtuvo en Caspe. La sublevación finalizará con la toma de Balaguer.

Andrés Giménez Soler (1869-1938), de quien ya comunicamos su excelente La Edad Media en la Corona de Aragón, confeccionó esta breve biografía y la acompañó de un interesante aparato documental que se prolonga en el tiempo hasta el fallecimiento de su protagonista. Como ejemplo veamos la Carta comunicando a los reinos la nueva de la rendición:

«Promens. be creem vos sie manifest com començam entrar per nostres regnes e terres venint a la ciutat de Leyda per reverencia de Deu del qual tots bens procehexen nos havem piadosament vers Jayme durgell no solament perdonantli tots crims e excessos que tro aquella jornada hagues comesos ans entenents aquell proseguir de moltes gracias e favors pero lo dit Jacme oblidant la naturalesa e feeltat per les quals a nos era estret no tement Deu ans exalat de superbia ha assaiat offendre en diverses maneres nostra magestat donant dampnatges infinits per la sua escandalosa superbia a nostres sostmesos e vassalls e rebellant en moltes maneres contra nos. Mas Deu tot poderos que no consent que la verga del peccador longament estigue sobre la sort del just ha aplanada la altesa de la sua superbia. Car venints nos a la ciutat de Balaguer on lo dit Jacme e altres complices seus eren environam e assetiam la dita ciutat ab la nostra benaventurada host carregantlos incessantment ab diverses linatges de invasions no sens gran renom e fama de nostre molt car oncle lo duch de Gandia comtes barons nobles cavallers e altres gentils homens axide nostres regnes e terres com del regne de Castella aci en nostre servey residents. E ara a la perfi nostre senyor Jhesu Crist a suplicacio de la humil verge Maria en los quals es tota nostra sperança e devocio singular no volents la mort dels peccadors obrils via de salud ço es que vuy data de la present lo dit Jacme ensemps ab ses muller mare e germanes e altres es vengut a nos e ab los genolls en terra nos ha demanat misericordia ens ha soplicat li volguessem perdonar. E nos per reverencia de nostre senyor Deu e de la sua molt gloriosa mare havem usat vers ell mes de misericordia que de justicia rigurosa car havemli perdonade les penes de mort de mutilacio de membres e exil perpetual de nostres regnes e terres, semblantment a les dites muller mare e germanes sues e altres de la dita ciutat havem perdonat les dites mort exil e mutilacio e encara detencio de preso de ses persones exceptats los qui entrevingueren en la mort del Arquebisbe de Saragoça. Pero lo dit Jacme havem posat sots guardia e custodia feels. Perque sabents de cert que de aquestes coses haurets plaer aquelles agotx vos manifestam eus trametem lo feel de nostra cambra..... exhibidor de la present. Dada en lo siti de Balaguer sots nostre segell secret a XXXI dias doctubre del any MCCCCXIII. Rex Fernandus.»


Una visión romántica y decimonónica:
José Mª Tamburini y Dalmau, El Conde de Urgel en poder del rey Fernando de Antequera.

domingo, 3 de mayo de 2015

Crónica de San Juan de la Peña

Techumbre de la catedral de Teruel
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Antonio Ubieto Arteta escribe en su Historia de Aragón. Literatura medieval I, Anubar ediciones, Zaragoza 1981, pp. 53-55 y p. 25:

«El rey Pedro IV de Aragón (1336-1387) mantuvo un gran interés por las narraciones históricas. Incluso llegó a dictar una crónica que figura a su nombre y autoría, dedicándola a los primeros años de su reinado. Pero precisó conocer los los hechos de los monarcas que le antecedieron. Así, a partir de 1345-1349 acopiaba manuscritos, según denota una carta propia. En 1355 encargaba a su secretario Tomás de Cañellas la continuación de una crónica. El 18 de junio de 1359 enviaba al monasterio catalán de Poblet un libro de las “Cròniques dels reys d'Aragó entró que nós començam a regnar, les quals son en pergamí escrites en latí.” Este texto escrito en latín sobre los reyes de Aragón hasta la muerte de Alfonso IV (muerto en 1336) parece evidentemente el que conocemos bajo la denominación de Crónica de San Juan de la Peña, texto latino, que posteriormente recibiría algunas notas, terminando con el traslado de los restos de este monarcal monasterio de los franciscanos de Lérida el 17 de abril de 1369.

»De esta forma se puede precisar que este texto latino se terminó hacia 1359, aunque la versión definitiva se acabó después de abril de 1369. Y antes de 1372, ya que ese año el mismo monarca entregaba un ejemplar a la catedral de Valencia, en cuya biblioteca se ha conservado (manuscrito 198). El texto definitivo de la Crónica de San Juan de la Peña debía estar redactado en latín, que era la lengua oficial y común a todos los territorios que comprendía la Corona de Aragón. Pero al mismo tiempo se habían utilizado una serie de textos escritos en aragonés, catalán y latín para redactar la versión definitiva latina. Así se emplearon literalmente párrafos enteros de la Crónica de los estados peninsulares, antes citada. Por eso resulta muy difícil precisar con exactitud la elaboración de esta crónica pinatense.

»Partiendo de la base de que el texto oficial era el escrito en latín y que estaba redactado en 1372, se puede aceptar que existiesen textos intermedios ―aragoneses, catalanes, sicilianos o latinos―, pero las versiones en lenguas romances deberían hacerse sobre la base del texto oficial. Así se explica que en carta dirigida por el rey Pedro IV de Aragón al castellán de Amposta Juan Fernández de Heredia le comunicaba que haría traducir al aragonés “las crónicas de los señores reyes de Aragón”, esto es, del texto oficial de la Crónica latina de San Juan de la Peña. La traducción se hizo prontamente , y así aparecen las diversas versiones en lenguas romances. Aquí nos interesa la aragonesa. La versión aragonesa de la Crónica de San Juan de la Peña es una historia general de la Corona de Aragón, donde se recoge al principio la historia de los reyes aragoneses, luego la de los condes catalanes, y en su parte última y más amplia la de los reyes de Aragón y condes de Barcelona, a partir de Alfonso II, persona en que se unieron ambos títulos gracias al matrimonio de su madre Petronila (reina de Aragón) con su padre Ramón Berenguer IV (conde de Barcelona).»

«En la Crónica de San Juan de la Peña se incluyen textualmente unos Anales procedentes del monasterio de San Juan de la Peña. Comienza con la noticia de la introducción del rito romano en el monasterio (1071) y acaban con la toma de Naval, la construcción del Pueyo de Sancho en Huesca y la fortificación de Marcuello, Loarre y Alquézar. Aunque quizá llegase hasta la muerte de Pedro I (1104). Por las noticias contenidas debieron escribirse durante los primeros años del reinado de Alfonso I el Batallador (1104-1134).»

Publicamos la versión en aragonés según la edición de Carmen Orcástegui, a la que añadimos una versión modernizada en castellano propia.


Biblioteca Nacional, copia manuscrita del siglo XVI

domingo, 12 de enero de 2014

Liber Regum

Xilografía de las Crónicas de Nuremberg (1493)

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Una de las principales preocupaciones de los historiadores ha sido ordenar los personajes y los acontecimientos en el tiempo: qué ha ocurrido antes, qué ha ocurrido después; quién fue el padre y quién el hijo; qué rey sucedió (heredó, destronó) a qué rey. Por ello abundaban los repertorios cronológicos, si áridos y un tanto aburridos, prácticos y clarificadores para sus usuarios. En realidad, se ha practicado esta labor en toda época y lugar, hasta en la tercera edad de la Tierra Media, según nos cuenta Tolkien: «La colección de árboles genealógicos que se encuentra al final del Libro Rojo de la Frontera del Oeste es casi un pequeño libro y cualquiera, exceptuando a los hobbits, la encontraría excesivamente pesada. Los hobbits se deleitan con esas cosas, si son exactas; les encanta tener libros colmados de cosas que ya saben, expuestas sin contradicciones y honradamente.»

El Códice Villarense de la Universidad de Zaragoza contiene la más antigua obra histórica de este tipo redactada en lengua romance en la Península Ibérica. Es el Liber Regum, también llamado Libro de las Generaciones, o de los Linajes de los Reyes. Escrito es aragonés en los años situados entre 1194 y 1209, es poco más que una listado de personajes, que se suceden de padres a hijos, desde los orígenes bíblicos (Adán y Eva) hasta la época en que se compone. Se repasan los distintos linajes reales de Israel, de Babilonia y Persia, de Grecia, de Roma, de los godos, de Castilla (partiendo de las Asturias de don Pelayo), de Navarra, de Aragón y de Francia.

Presento el texto publicado por M. SERRANO Y SANZ, «Cronicón villarense: Liber Regum», en el Boletín de la Real Academia Española, Tomo VI, Real Academia Española, Tip. de la «Rev. de Arch., Bibl. y Museos», 1919, pp. 194-207, y le he añadido una versión propia al español actual y algunos epígrafes (entre corchetes) para facilitar la lectura.



Códice Villarense