Techumbre de la catedral de Teruel |
Antonio Ubieto Arteta escribe en su Historia de Aragón. Literatura medieval I, Anubar ediciones, Zaragoza 1981, pp. 53-55 y p. 25:
«El rey Pedro IV de Aragón (1336-1387) mantuvo un gran interés por las narraciones históricas. Incluso llegó a dictar una crónica que figura a su nombre y autoría, dedicándola a los primeros años de su reinado. Pero precisó conocer los los hechos de los monarcas que le antecedieron. Así, a partir de 1345-1349 acopiaba manuscritos, según denota una carta propia. En 1355 encargaba a su secretario Tomás de Cañellas la continuación de una crónica. El 18 de junio de 1359 enviaba al monasterio catalán de Poblet un libro de las “Cròniques dels reys d'Aragó entró que nós començam a regnar, les quals son en pergamí escrites en latí.” Este texto escrito en latín sobre los reyes de Aragón hasta la muerte de Alfonso IV (muerto en 1336) parece evidentemente el que conocemos bajo la denominación de Crónica de San Juan de la Peña, texto latino, que posteriormente recibiría algunas notas, terminando con el traslado de los restos de este monarcal monasterio de los franciscanos de Lérida el 17 de abril de 1369.
»De esta forma se puede precisar que este texto latino se terminó hacia 1359, aunque la versión definitiva se acabó después de abril de 1369. Y antes de 1372, ya que ese año el mismo monarca entregaba un ejemplar a la catedral de Valencia, en cuya biblioteca se ha conservado (manuscrito 198). El texto definitivo de la Crónica de San Juan de la Peña debía estar redactado en latín, que era la lengua oficial y común a todos los territorios que comprendía la Corona de Aragón. Pero al mismo tiempo se habían utilizado una serie de textos escritos en aragonés, catalán y latín para redactar la versión definitiva latina. Así se emplearon literalmente párrafos enteros de la Crónica de los estados peninsulares, antes citada. Por eso resulta muy difícil precisar con exactitud la elaboración de esta crónica pinatense.
»Partiendo de la base de que el texto oficial era el escrito en latín y que estaba redactado en 1372, se puede aceptar que existiesen textos intermedios ―aragoneses, catalanes, sicilianos o latinos―, pero las versiones en lenguas romances deberían hacerse sobre la base del texto oficial. Así se explica que en carta dirigida por el rey Pedro IV de Aragón al castellán de Amposta Juan Fernández de Heredia le comunicaba que haría traducir al aragonés “las crónicas de los señores reyes de Aragón”, esto es, del texto oficial de la Crónica latina de San Juan de la Peña. La traducción se hizo prontamente , y así aparecen las diversas versiones en lenguas romances. Aquí nos interesa la aragonesa. La versión aragonesa de la Crónica de San Juan de la Peña es una historia general de la Corona de Aragón, donde se recoge al principio la historia de los reyes aragoneses, luego la de los condes catalanes, y en su parte última y más amplia la de los reyes de Aragón y condes de Barcelona, a partir de Alfonso II, persona en que se unieron ambos títulos gracias al matrimonio de su madre Petronila (reina de Aragón) con su padre Ramón Berenguer IV (conde de Barcelona).»
«En la Crónica de San Juan de la Peña se incluyen textualmente unos Anales procedentes del monasterio de San Juan de la Peña. Comienza con la noticia de la introducción del rito romano en el monasterio (1071) y acaban con la toma de Naval, la construcción del Pueyo de Sancho en Huesca y la fortificación de Marcuello, Loarre y Alquézar. Aunque quizá llegase hasta la muerte de Pedro I (1104). Por las noticias contenidas debieron escribirse durante los primeros años del reinado de Alfonso I el Batallador (1104-1134).»
Publicamos la versión en aragonés según la edición de Carmen Orcástegui, a la que añadimos una versión modernizada en castellano propia.
Biblioteca Nacional, copia manuscrita del siglo XVI |
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