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lunes, 30 de mayo de 2022

Francesco Guicciardini, Relación de España 1512-1513

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Escribe José García Mercadal en su España vista por los extranjeros: «Veintinueve años contaba el famoso historiador Francisco Guicciardini, autor de la celebrada Historia de Italia, cuando vino a España como embajador de Florencia cerca del Rey católico. Tanto aprovechamiento había puesto en el estudio del Derecho en Ferrara y Padua, que a los 23 años la Señoría de Florencia le nombraba catedrático de Instituto, en Octubre de 1505, doctorándose al mes siguiente. De modo tal creció su reputación, que el gremio de comerciantes designóle por su cónsul, no pudiendo desempeñar semejante oficio por no alcanzar la edad de treinta años exigida fiara ello.

»Una difícil comisión diplomática cerca del rey aragonés fue causa de que Guicciardini viniera a España. Su juventud no fue obstáculo para que los florentinos le eligiesen por embajador de la Señoría, que harto fiaban en su talento y discreción para detenerse ante la razón de los pocos años. Requeridos los de Florencia para ingresar en la «Liga santa» que el Papa Julio II formó el 5 de Octubre de 1511 contra Luis XII de Francia, interesábales explorar el ánimo del rey de Aragón don Fernando V, antes de decidirse, pretendiendo permanecer neutrales en la próxima lucha. Para esta comisión fue designado Guicciardini, no habiendo memoria de que Florencia hubiera elegido nunca a un enviado tan joven para trasladarse a una corte tan lejana y espléndida. Guicciardini tomó consejo de su padre antes de aceptar el honor que se le dispensaba, saliendo de Florencia el 19 de Enero de 1512.

»Por aquel tiempo el Rey católico, mostrando su habilidad diplomática, harto acreditada en los asuntos de Italia, apoderóse del reino de Navarra. Guicciardini, que llenó de anotaciones interesantísimas una especie de apuntes autobiográficos que llamó Ricordi, habla de don Fernando, figura a la que muchos historiadores han querido oscurecer al lado de la Reina católica, en los siguientes enaltecedores términos:

»Observé, cuando era embajador en España cerca del rey D. Fernando de Aragón, príncipe prudente y glorioso, que, cuando meditaba una empresa nueva o algún negocio importante, lejos de anunciarlo primero para justificarlo en seguida, se arreglaba hábilmente de modo que se dijera por las gentes: «El Rey debía hacer tal cosa por estas y aquellas razones», y entonces publicaba su resolución, diciendo que quería hacer lo que todo el mundo consideraba necesario, y parece increíble el favor y los elogios con que se acogían sus proyectos. Una de las mayores fortunas es tener ocasión de mostrar que la idea del bien público ha determinado acciones en que se está empeñado por interés particular. Esto es lo que daba tanto lustre a las empresas del Rey: hechas siempre con la mira de su propia grandeza o de su seguridad, parecía que tenían por objeto la defensa de la Iglesia o la propagación de la fe cristiana

Por su parte, Antonio María Fabié, en la introducción que incluimos en esta entrega, señala que «esta relación tiene un carácter especial y distinto de otras, porque en ella no se dan pormenores de las ciudades y villas ni de los accidentes geográficos de la Península, sino que consiste en un juicio general, y como ahora se dice, sintético, del nuevo Estado que acababa de formarse por la unión de los reinos de Aragón y de Castilla, y que pesaba ya tanto en todos los negocios de la cristiandad, y más especialmente en los de Italia, campo en aquella sazón abierto a las ambiciones de todos los soberanos de Europa; este aspecto de la nueva monarquía y reino de España no podía menos de llamar la atención de un político como Guicciardini.»

Abraham Ortelius, Theatro del orbe de la Tierra

lunes, 18 de octubre de 2021

Francesco Guicciardini, Historia de Italia donde se describen todas las cosas sucedidas desde el año de 1494 hasta el de 1532

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Tomo II |  PDF  |  EPUB  |  MOBI  | 

Como dijo en su día Harry Lime, en parte sin mucho acierto, «en Italia, en 30 años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras y matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron 500 años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco.» Y es por esta época por la que nos va a guiar magistralmente el princeps de los historiadores renacentistas, Francesco Guicciardini (1483-1540). Luis Suárez, en sus Grandes interpretaciones de la historia, califica así esta obra: «Pura obra de arte, con el recurso a la descripción minuciosa de batallas, o a los discursos, es apenas la exaltación de los grandes hombres del Renacimiento, el recuerdo analístico de los sucesos y la amarga confesión de la crisis política de Italia.» Autor y actor de los acontecimientos, resultará interesante confrontar su extensa obra con otras coetáneas ya editadas en Clásicos de Historia: El Diálogo de las cosas acaecidas en Roma de Alfonso de Valdés, la Historia de la guerra de Lombardía de Juan de Oznaya, la Relación de lo sucedido en la prisión del rey de Francia de Gonzalo Fernández de Oviedo, y, por supuesto, las Memorias de Carlos V.

A continuación extraemos del utilísimo Diccionario Histórico de la Traducción en España (Madrid 2009) lo más destacado del artículo de la profesora Montserrat Casas sobre nuestro autor: «Historiador, tratadista y político italiano, perteneciente a una de las familias aristocráticas más prestigiosas de Florencia. Estudió jurisprudencia y se ocupó de los intereses de grandes familias de la ciudad. En plena juventud escribió las Storie fiorentine (1509), su primera obra histórica. Fue luego embajador de Florencia en la corte de Fernando el Católico. Resultado de esta experiencia fue la descripción del itinerario seguido en Diario del viaggio in Spagna (1512). También escribió el célebre Discorso di Logroño: Del modo di ordinare il governo popolare (1512), donde se plantea la cuestión de la reforma del gobierno florentino y la Relazione di Spagna (1513) que comprende una descripción global del país y la personalidad del rey Católico. Mientras estaba en España, cayó la república de Florencia y los Medici retomaron el poder. La figura política de Guicciardini se reforzó notablemente y fue nombrado gobernador de los Estados de la Iglesia por León X.

»Cuando se agudizó el conflicto franco-imperial con Clemente VII, organizó y dirigió el ejército pontificio y todavía tuvo tiempo para escribir el Dialogo del reggimento di Firenze (1526), la más importante de sus obras políticas (...) A este período corresponde la última redacción de los Ricordi (1530), obra fundamental para comprender la evolución de su pensamiento y por la cual Guicciardini puede ser considerado como el fundador del aforismo, género literario que gozará de gran éxito en Europa; publicada póstuma en París (1576) por I. Corbinelli con el título: Consigli e avvertimenti in materia di repubblica e di privato (...) Fue uno de los principales promotores de la Liga de Cognac contra el emperador (1526), pero no consiguió evitar el saco de Roma, por lo que fue relevado de su cargo. Contraponiéndose a Machiavelli, escribió las Considerazioni sui Discorsi (1529), y Del modo di riformare lo stato dopo la caduta della repubblica (1531), donde analiza las causas de la crisis florentina. Ocupó sus últimos años en escribir la Storia d’Italia, que no se publicó íntegramente hasta 1567. Su éxito fue tal que al poco tiempo aparecieron ediciones y traducciones en toda Europa, y se convirtió en modelo a seguir para las historias nacionales de las monarquías europeas.

»En España, la recepción de La historia de Italia fue inmediata y, como en el resto de Europa, despertó gran interés, pero tuvo que hacer frente a los recelos de la Inquisición, que prohibió los últimos cuatro libros, de forma que la versión castellana completa no llegó a publicarse hasta el siglo XIX. De las versiones reducidas, la primera apareció en Baeza, en 1581, realizada por Antonio Flores de Benavides, un experto en la materia que ya había traducido con anterioridad a otros autores italianos; pero de esta traducción sólo pudo salir de la imprenta la primera parte (siete libros). Entre 1610 y 1628 el prestigioso historiador eclesiástico Luis de Bavia, capellán de la Capilla Real de Granada, realizó una nueva traducción que quedó inédita, y únicamente se sabe de su existencia por Nicolás Antonio, quien afirma que constaba en la biblioteca del conde-duque de Olivares.

»Poco después Felipe IV tradujo La historia de Italia junto con la biografía del autor, escrita por Remigio Fiorentino. Se trata de la primera versión completa, de la que se conservan cuatro redacciones manuscritas en la Biblioteca Nacional de España, una de ellas autógrafa y otra, copia caligráfica aparentemente preparada para la imprenta, con prólogo del traductor, que no declara el propio nombre. La fecha de redacción de la traducción debería fijarse entre 1633 (según declaración del propio autor en el epílogo) y 1640, inicio de la guerra de Cataluña; en cualquier caso, la época más serena de su reinado. Sin embargo, esta magna obra quedó inédita hasta el siglo XIX, cuando Antonio Cánovas del Castillo impulsó su edición* para rehabilitar la imagen del monarca (M., Viuda de Hernando y C.ª, 1889-1890); en ella no se declara si fueron cotejados todos los manuscritos, o si se utilizó ―cosa probable― únicamente la copia caligráfica.

»Pocos años después de la versión de Felipe IV se publicó una traducción compendiada por Otón Edilo Nato de Betisana, nombre encubierto de Antonio Sebastián de Toledo, segundo Marqués de Mancera; (M., Imprenta de Antonio Román, 1683) se trata de una síntesis de los primeros diez libros en un solo volumen, tomando como modelo alguna de las compilaciones existentes en italiano. El traductor no repara en alterar alguna que otra vez el sentido de los pasajes, ajustándolos al resultado de los hechos históricos o al punto de vista español. Se trata, por tanto, de una traducción libre y demuestra las muchas dificultades políticas y religiosas existentes en España en el periodo final de la Monarquía de los Austrias que dificultaron la recepción y la divulgación completa de La historia de Italia. En la Biblioteca Nacional de España se conserva también otra versión manuscrita e inédita de la Historia de Italia, traducida por Gonzalo José Hurtado, natural de Toledo, realizada entre los años 1691 y 1697.»

* Es la que reproducimos nosotros.

Éloi Firmin Féron: Entrada de Carlos VIII en Nápoles (1837)