Ilustración de Philippe Delaby |
Sexto Aurelio Víctor nació en la provincia romana de África hacia el año 330. Siempre estuvo orgulloso de cómo, desde su origen campesino, y mediante una cuidada formación literaria, logró acceder a puestos de responsabilidad cada vez más elevados en la administración del Imperio. En 361, todavía joven, Juliano le nombra gobernador de la provincia de Panonia Secunda, y nuestro conocido Amiano Marcelino lo menciona así: «Llamó al historiador Aurelio Víctor, a quien había visto en Sirmio, y le nombró consular de la Panonia segunda. Además, concedióse a aquel varón, extraordinariamente virtuoso, a quien más adelante se le vio llegar a prefecto de Roma, el honor de una estatua de bronce.» (Historia del Imperio Romano del 350 al 378, libro XXI). Posiblemente perdió el cargo en 363, con la muerte de Juliano, pero supo mantenerse en buenas relaciones con los cambiantes poderes de la época: en 369 fue elegido cónsul con Valentiniano II y, como hemos visto, culminó su carrera en 389 cuando Teodosio le nombró prefecto de la ciudad de Roma. Posiblemente murió hacia 390.
Su obra más destacada es De Caesaribus (escrito hacia 360), en la que se ocupó de forma concisa de los emperadores desde Augusto hasta su contemporáneo Constancio. Posteriormente, hacia comienzos del siglo V, una mano anónima le agregó dos obras con las que se completaba toda la historia de Roma: la mítica con el Origo Gentis Romanae, y la monárquica y republicana con De viris illustribus urbis Romae, a caballo de lo legendario y lo histórico. Las dos acabaron siendo atribuidas al autor del texto principal, hasta que el avance de la crítica permitió deslindarlas; incluso algunos sospecharon que el Origo pudo haber sido una falsificación renacentista, teoría hoy rechazada. En cualquier caso, tanto la obra original de Aurelio Víctor como sus dos postizas, participan de unas mismas características, muy propias de la época. Constituyen meros epítomes, resúmenes elaborados a partir de muy diversas obras, entre las que se puede destacar Ab urbe condita de Tito Livio.
Presentamos Sobre los varones ilustres de la ciudad de Roma en su versión original latina antecedida por la traducción publicada en Sevilla en 1790. Se han introducido algunas modificaciones en el texto castellano para obviar el propósito meramente instrumental, para ejercitarse en la traducción latina, que manifiesta Agustín Muñoz Álvarez, su autor: «En la traducción me he ceñido a la letra, cuanto me ha sido posible, aunque se faltase por eso a la propiedad de nuestra lengua… porque yo juzgo que para los que empiezan a traducir son tanto más útiles las traducciones, cuanto más arrimadas a la letra, y que si puede ser vuelvan palabra por palabra.»
En total son 86 breves biografías, desde el mítico rey Proca de Alba Longa, al que le siguen los reyes y los personajes más destacados de la República, y los principales dirigentes de las distintas facciones en la época de las guerras civiles, concluyendo con Pompeyo, Julio César, Marco Antonio y Octavio. Pero también gozan de su correspondiente entrada tanto los más famosos héroes (los Horacios, Mucio Scévola...), como los principales enemigos de Roma (Pirro, Aníbal, Mitrídates, Antíoco, ¿la misma Cleopatra?) En todos los casos se privilegia ante todo lo anecdótico y más característico de cada personaje: el superficial resultado queda a considerable distancia de la profundidad del Tácito de los Anales y las Historias, y de la calidad literaria de Tito Livio. Y sin embargo puede resultar interesante su lectura, con la que también podremos advertir la atracción que se siente por las viejas glorias romanas en los convulsos años del siglo IV, magistralmente narrados por Amiano Marcelino.
Edición impresa por Nicolas Jenson hacia 1474. |
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