Miniatura, 983 |
Ya hemos incluido en Clásicos de Historia algunas hagiografías, con un muy distinto carácter: Millán, Eulogio, Ignacio de Loyola. La aportación de esta semana, sin embargo, puede considerarse ejemplar, tanto por el autor ―el papa Gregorio Magno (540-604)―, como por el protagonista ―el definitivo modelador del monacato latino, san Benito de Nursia―. Sus vidas, no muy alejadas en el tiempo pero tan diferentes, coincidieron en influir poderosamente en la transformación de un mundo antiguo, que se conservará sin embargo vivo y presente, en el mundo medieval.
Entre la abundante producción de Gregorio Magno, repetidamente copiada en los siguientes siglos destacan sus Diálogos, en los que presenta como modélicas las vidas de numerosos santos italianos. El libro II se ocupa exclusivamente de san Benito. No puede atribuírsele por tanto un carácter historiográfico: sus propósitos son otros muy diferentes, y llevan al autor a acumular sucesos maravillosos que pueden influir en la conducta cristiana de sus lectores. Y sin embargo, estos relatos hagiográficos resultan de considerable utilidad a los historiadores de la antigüedad tardía: alrededor de los datos escasos verificables, actúan y se describen monjes y clérigos, campesinos y siervos, élites romanas y germanas, y la presencia constante ―que en parte parece inadvertida― de las creencias religiosas precristianas… El tejido vivo de la sociedad de su tiempo.
Alejandro Masoliver, en el tomo I de su Historia del Monacato cristiano, analiza así esta obra: «Sería sin duda injusto privar de toda historicidada la única “biografía” de nuestro santo. En efecto, es exagerado, como hace notar Turbessi, querer que Gregorio describa puramente en el libro “la figura idealizada del monje perfecto y la propia concepción mística.” Su objeto esencial, sin embargo, la edificación espiritual de Pedro, su destinatario (cuya finalidad está próxima a la “panegírica y cuasi catequética”), condiciona su historicidad. Gregorio cita a sus informadores, que son en este caso concreto, especialmente cuatro personajes bien conocidos (…) No hay inmediatez… en la utilización de las fuentes y, todavía más ―cosa esencial―, no es ciertamente su objeto la precisión cronológica. Estamos ante un caso típico de perfecta honradez, pero también de fidelidad a un determinado género literario, la hagiografía de la época, muy lejos de la estricta precisión crítica del tratado o del manual histórico de los tiempos modernos. Nos parece muy correcta la conclusión a que llegó Colombás en esto: “formularíamos… esta ley general diciendo que es lícito tomar como datos propiamente históricos todo aquello que no favorece directa o indirectamente los fines pastorales…, la tesis que pretende demostrar el autor; (lo) dicho de pasada… sin especial interés. Y ello en nuestro caso es mucho.”»
Monasterio de Subiaco |
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