viernes, 7 de febrero de 2020

Baronesa d’Aulnoy, Viaje por España en 1679


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Presentamos una amena visión de la España de fines del siglo XVII, firmada por una escritora francesa, famosa sobre todo por sus colecciones de cuentos de hadas. Escribe María Elvira Roca Barea en su reciente Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados a nuestros días. «Un ejemplo muy destacado de la producción hispanófoba en este tiempo es Marie-Catherine le Jumelle de Barneville, baronesa d’Aulnoy. Todo un personaje. La vida de Marie-Catherine estuvo marcada por su matrimonio con François de la Motte, jugador empedernido e intrigante profesional. En 1669, en un enredo cortesano, el barón fue acusado de traición y tuvo que huir. La madre de Marie-Catherine estuvo implicada en el complot contra su yerno y, probada la inocencia de éste, se vio obligada a abandonar París, y parece que su hija también. Siguen aquí veinte años muy confusos. Según afirmaciones de la baronesa, marchó primero a Inglaterra y luego a España, donde estuvo hasta 1685, año en que fue perdonada por Luis XIV por servicios diversos y confidenciales prestados a la monarquía. El hecho es que durante dos décadas Marie-Catherine desapareció de la vida cortesana de París y nada de cierto se sabe de este periodo de su vida. En 1690 reaparece en la capital y al año siguiente publica el Viaje por España, que se convierte en un éxito espectacular.»

Y más adelante: «De la fiabilidad del relato da idea que algunos estudiosos como Raymond Foulché-Delbosc han puesto en duda que la baronesa estuviera en España alguna vez. Esto viene por muchas razones. Primeramente, no hay constancia documental de la presencia de la baronesa en tierras española. Nadie la menciona y esto resulta raro. Ella nombra a mucha gente importante en aquel tiempo que dice haber conocido en España, pero nadie la nombra a ella. Sin embargo, todavía hoy el relato de D’Aulnoy sigue considerándose un fiel reflejo de la sociedad española de aquel tiempo, aunque va creciendo un más que razonable y sano escepticismo. El hecho es que D’Aulnoy cumplió con creces con su trabajo al servicio de Luis XIV y su propaganda antiespañola, una de las prioridades de la política exterior del Rey Sol, y salió muy beneficiada de ello.» Y añade en nota a pie de página: «¿Cómo es posible que esto se lo haya podido tomar en serio alguien, francés o español, alguna vez?»

Quizás resulte un tanto excesivo el juicio de la profesora Roca. Sí que es cierto que el Viaje por España demuestra lo venerable de la técnica del copy-paste: está elaborado mediante la concatenación de numerosos retales procedentes de fuentes diversas, como han puesto de manifiesto sus estudiosos. En cambio, no me parece tan evidente la intención hispanófoba de la aristócrata francesa. No se puede perder vista que la obra es un típico libro de viajes, género que busca presentar las historias y descripciones que sus potenciales lectores (y naturalmente compradores) esperan encontrar. Los autores se encargan de demostrar estos prejuicios (juicios previos) sin mucha dificultad, porque, entre la múltiple diversidad de cualquier sociedad, no resulta complicado escoger las facetas que satisfacen aquello que se desea hallar. Así, seleccionando sólo una parte veraz de la realidad e ignorando el resto, podemos obtener con facilidad una imagen absolutamente falsa de dicha realidad. Pero este defecto es bastante general: podemos comprobarlo asimismo en la abundante literatura de viajes que se confeccionó en España desde hace siglos. E incluso en cómo todavía perduran hoy en día ciertas visiones tópicas de otros países (fruto de la tradición o de la ideología: prejuicios siempre).


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