La diversidad de cuestiones que interesan a nuestro autor es sorprendente, aunque predominan temas científicos (especialmente médicos) y tecnológicos, así como lo que podríamos denominar sociológicos, destinados a erradicar las falsas creencias y supersticiones. En esta ocasión hemos seleccionado del Teatro crítico universal (ocho tomos, 1726-39, con adiciones posteriores), un puñado de discursos para desengaño de errores comunes, centrados en las cuestiones históricas que preocupaban especialmente al benedictino: relacionadas con el método y sentido (Reflexiones sobre la Historia, Divorcio de la Historia y la Fábula…), defensa y justificación de España (Glorias de España, Españoles americanos…), sin caer en excesos y exclusiones (Amor de la patria y pasión nacional, Mapa intelectual, y cotejo de Naciones, Antipatía de franceses y españoles…), y otros relacionados (Defensa de las mujeres, Apología de algunos personajes famosos en la historia, Solución del gran problema histórico sobre la población de la América…)
Para explicitar la posición de Feijoo ante lo que más adelante se llamará el problema de España, Julián Marías cita las páginas de dedicatoria a Fernando VI en el tercer tomo de sus Cartas eruditas y curiosas, «tan iluminadoras de la continuidad sin ruptura con que se veía la historia de España, desde la Reconquista, con la cual empareja la empresa de paz y prosperidad de Fernando VI; se mira el pasado reciente (tal vez excesivamente prolongado) como un tiempo de humillación y abatimiento, como un contratiempo histórico, debido a “accidentes adversos”; se señala que esta Nación ha estado “como despreciada de las demás”; y se confía en que verdadera realidad sea pronto restaurada. La presencia de los factores económicos en la mente de este religioso es un signo del tiempo; y no lo es menos su profunda estimación, incluso espiritual, de la riqueza, preferida por él a la pobreza obligada, a la falta de lo necesario. Y su ardiente entusiasmo por la paz, su convicción de que la guerra es un mal para todos, hasta para los vencedores, su esperanza de que haya llegado la época en que los poderosos de la tierra lo comprendan así.»
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