Retrato imaginario en Tintern, Gales |
Godofredo de Monmouth fue un monje de origen britano de mediados del siglo XII que vivió largo tiempo en Oxford ocupado en tareas docentes (en una época anterior a la fundación de la célebre universidad), que fue ordenado obispo (aunque posiblemente no llegó a ocupar su sede galesa), y que redactó en latín su Historia regum Britanniae, una de las falsificaciones históricas que alcanzaría mayor éxito en una época (¿en cuál no?) en la que abundan considerablemente.
Se propuso un objetivo muy ambicioso, historiar el curso vital de Britania ab initio, desde su primer poblamiento a cargo de Bruto, descendiente del troyano Eneas y emparentado por tanto con los futuros romanos. Tras numerosas aventuras aquel se establecerá en la deshabitada (con la excepción de los gigantes) Albión, a la que dará su nombre. Sus hijos serán el origen de britanos, escotos y galeses. La historia proseguirá con reinados tan sugestivos como el de Lear y sus conflictivas hijas y yernos, la ocupación de Roma por el naturalmente britano Brenio, la posterior conquista romana a cargo de Julio César... Pero la debilidad posterior de los romanos provoca la indefensión de los britanos. Para acabar con esta situación surgirán los grandes y heroicos reyes Aurelio Ambrosio, Úter Pendragón, y sobre todo el poderoso Arturo, modelado a semejanza de Carlomagno. Sus heroicas acciones ocuparán una cuarta parte de la obra.
Pero también aparecen antagonistas como Vortegirn, que por intereses torcidos abre las puertas a los sajones, la gran calamidad de Britania (en opinión del autor, claro). La figura providencial del mago Merlín, medio hijo de un genio o espíritu, profetizará el decurso posterior de la historia: tras una época de gran esplendor en la que Britania con su rey Arturo dominará sobre todo el mundo conocido y derrotará al viejo imperio romano, Britania caerá pero para volver a levantarse siglos después. A partir de los escuetos datos de la Crónica anglosajona y otras escasas obras, completados con viejas tradiciones folklóricas célticas, y aliñados con los más variados recuelos de las viejas historias grecorromanas, Godofredo de Monmouth ha construido una apasionante (aunque falsa) historia, de la que sus paisanos bretones y normandos podrán extraer razones y justificaciones para su presente: orgullo patrio por su mítico pasado en el caso de los primeros, y satisfacción por la valiosa conquista que han concluido recientemente los segundos.
Martín de Riquer y José María Valverde en su conocida Historia de la literatura universal, concluyen: «Hombre de fértil imaginación y hábil en la simulación histórica, Godofredo quiso dotar al pasado de su patria de una historia llena de maravillas que interesara a los conquistadores normandos que acababan de ocupar el país y que realzara la importancia de los bretones. Sus extensos conocimientos en literatura latina le ayudaron en la creación de esta fabulosa historia, de la que son fuentes la Eneida, la Farsalia, la Tebaida, las Metamorfosis y otras obras de Ovidio, la Biblia, cantares de gesta franceses, los libros romances sobre Alejandro, etc. Godofredo de Monmouth es un historiador mentiroso, pero si hubiera sido veraz pocos se acordarían de él. Sus mentiras y sus patrañas constituyen una importante obra de imaginación y la cantera de donde surgirán los primeros temas novelescos de la literatura caballeresca. (…)
»Es importante hacer notar que sus contemporáneos no se dieron cuenta de las supercherías de Godofredo de Monmouth y otorgaron fe a su historia, cuyo culto latín parecía una demostración de gravedad. En los orígenes de la novela románica el género será presentado al público como historia, no como invención, y se creerá ciegamente que personajes como Perceval o Lancelot existieron realmente en un pasado bretón lejano del mismo modo que Alejandro y César en el grecolatino.»
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Gracias
ResponderEliminar¡Buen blog! Una pregunta, ¿tienes la Historia Brittonum?
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