Martín de Riquer y José María Valverde, en su Historia de la literatura universal, tomo I, analizan así a nuestro autor: «Militante en el partido de César, el historiador Cayo Salustio Crispo (86-35 a. de C.) … fue hombre poco afortunado en el desempeño de cargos políticos y militares, administrador deshonesto y se enriqueció sin escrúpulos. En sus escritos, en cambio, hace gala de una rígida austeridad moralizadora, pinta con negros colores la inmoralidad de la época y se recrea en hacer resaltar los vicios de la aristocracia, por la que siente una franca animadversión tanto por sus ideas políticas como por su origen plebeyo. Retirado de la vida pública, y gozando de las riquezas que acaparó en el ejercicio de aquella, Salustio escribe dos impresionantes monografías sobre hechos históricos que vivió de cerca: La conjuración de Catilina (De coniuratione Catilinae) y La guerra de Yugurta (Bellum Iugurtinum). En la primera, con un vigoroso arte de escritor, pinta la corrupción de Catilina y la desmoralización de la aristocracia, y hace derivar tristes hechos históricos de aquellas causas morales (…) Salustio es un historiador que da un fuerte dramatismo a sus relatos, que escudriña psicológicamente a los personajes que describe, que insiste con apasionado calor en sucesos de los que puede extraer consecuencias que le interesan y que siguiendo el estilo de Tucídides, historiador al que manifiestamente imita, intercala en el relatos parlamentos inventados ―pero que reflejan una verdad histórica― en los cuales su prosa adquiere una vivacidad sorprendente. Ora sentencioso, ora poético, abrupto y enérgico, Salustio es un escritor personalísimo, con su bilis, sus prejuicios y su peculiarísimo temperamento, que tan diáfanamente se transparenta en su robusta prosa.»
Pero precisamente uno de los aspectos más interesantes (y que la hace muy actual) sea el carácter propagandístico y político de esta obra. Ya lo había expresado el gran Theodor Mommsen, que en su monumental Historia de Roma, se refirió así a nuestro autor: «Me refiero al Catilina de Salustio, escrito por un cesariano de profesión, y publicado en el año 708, ya durante la regencia de César, ya durante el triunvirato de sus hombres. Este libro es toda una defensa política. En él, el autor habla al honor del partido democrático, que era ya el fundamento de la monarquía romana. Se empeña en lavar la memoria de César de una mancha negra y en mostrar blanco como la nieve al tío del triunviro Marco Antonio, lo mismo que en Yugurta Salustio había querido presentar a las claras las miserias del régimen oligárquico y celebrar a Cayo Mario, el corifeo de la democracia. Del hecho de que como escritor hábil supiese disimular sus tendencias apologéticas o acusadoras, no se sigue en manera alguna que sus libros, por más que sean admirables, dejen de tener cierto espíritu de partido.» Y ello será patente cuando analice y reconstruya los acontecimientos de un modo muy diverso al de Salustio...
John Leech, ilustración para The Comic History of Rome de Gilbert Abbott A'Beckett, 1850 |
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