Roberto Levillier inició su estudio de la carta Mundus Novus, de Américo Vespucio, con el epígrafe «la carta que revolucionó la geografía», en referencia a su afirmación de que las tierras descubiertas por Colón constituían un nuevo continente. Tradicionalmente se atribuyen al florentino varias cartas dirigidas a su protector, Lorenzo Pedro de Medicis, con el relato de sus viajes, que fueron múltiples veces traducidas e impresas por toda Europa, con las consiguientes variantes, imprecisiones y contradicciones. Su éxito y gran difusión, justifica que en la temprana fecha de 1507 el cartógrafo Martín Waldseemüller denominara con su nombre de pila al cuarto continente y, en las ilustraciones del mapa, lo confrontara (imagen superior) junto al Nuevo Mundo, con el venerable Ptolomeo acompañado del Viejo.
El historiador argentino antes citado valora así la importancia de Vespucio: «Las noticias eran revolucionarias. Revelaban por primera vez estos secretos de la naturaleza: las nuevas tierras descubiertas forman un continente independiente; es lícito llamarlas un nuevo mundo; los antípodas son habitables por los blancos; las gentes de esas tierras son casi todos caníbales, sin dioses, ni reyes. Vespucio indica en la primera edición de París [del Mundus Novus], con el gráfico de un triángulo recto, que la posición de la gente que habita las nuevas tierras hasta 50° Sur, es en relación a la que vive en Lisboa como la hipotenusa que partiendo del zenit de Lisboa, en 40° Norte, se une al zenit de 50° S. formando los catetos, un triángulo recto (...) Estas cuatro novedades aislaron a Vespucio de los demás nautas, y lo elevaron a una notoriedad sin par, acaso algo exagerada, no porque hubiese hecho más que otros, sino porque ningún español, portugués o italiano innovó en geografía, contra la tradición de Tolomeo, concretándolo como él lo hizo (…) Lo que hizo Vespucio fue dirigir la visión de los nautas hacia las tierras australes y hacer progresar la conquista de ellas hasta 50° de latitud, preparando así la ruta a Magallanes, que reconoció expresamente en Patagonia, en 1519, la precedencia del florentino, en ese suelo.»
Por su parte, y más recientemente, Dietrich Briesemeister valoraba así las cartas de nuestro autor: «Al inicio de la época moderna, ningún otro corpus de textos ha fijado tan duraderamente la imagen del Nuevo Mundo en Europa como las relaciones sobre el descubrimiento de aquella parte de América llamada Brasil que desde 1512 circulaban en numerosas ediciones tanto latinas como vernáculas y en folletos ilustrados bajo el nombre de Vespucci (…) Solamente en el primer tercio del siglo XVI salieron de las imprentas europeas más de 60 ediciones (sin contar las perdidas) del texto presuntamente vespuciano. Entre las 37 ediciones tempranas ―en italiano, francés, neerlandés, pero ninguna en castellano ni en portugués― se registran nada menos que 17 en alemán, mientras que sólo 23 de las 60 ediciones aparecieron en latín. En la literatura extensa y controvertida sobre la imagen temprana de América estos textos impresos son muchas veces interpretados sin vacilar como si hubieran sido escritos de la mano de Vespucci, pero no es así. La mayoría de los investigadores modernos admite sólo dos de los cuatro viajes transatlánticos de Vespucci como comprobados.»
Y más adelante: «Las cartas dirigidas a Lorenzo di Pier Francesco de Medici están dirigidas a impresionar a quien es su Patrón y se adaptan en el estilo al rango del alto destinatario: le informan de los conocimientos más recientes del mundo, comunican experiencias personales y observaciones nuevas, suscitan intereses y procuran el apoyo para futuras empresas, instruyen y ofrecen el deleite de la lectura “come frutta dipoi levata la mensa”, Vespucci define sus misivas como scritta, menzione, lettera o “buena e vera relazione” con la función de “dare notizia” o “dare conto per lettera”. En la época de los descubrimientos el género epistolar alcanza una importancia extraordinaria. La carta como informe oficial adquiere el carácter de confirmación oficial de la toma de posesión, hace una relación de los hechos en la ejecución de un encargo (Cristóbal Colón, Hernán Cortés). La carta transmite novedades y comenta los eventos (Pedro Mártir de Anglería), profiere acusaciones públicas (Bartolomé de las Casas). La carta erudita está muy cerca del ensayo o del tratado.»
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