miércoles, 18 de diciembre de 2024

Luis Suárez, Grandes interpretaciones de la Historia

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El pasado 15 de diciembre falleció el destacado medievalista don Luis Suárez (1924-2024). Como sentido homenaje comunicamos una de sus obras más divulgadas, aunque ya descatalogada, por lo que debemos agradecer a la editorial EUNSA las facilidades concedidas.

El profesor Julio Valdeón Baruque, que siempre se consideró discípulo suyo, iniciaba así su semblanza en la revista Jerónimo Zurita (73/1998): «Se puede afirmar, con toda rotundidad, que Luis Suárez Fernández es uno de los medievalistas españoles más importantes que ha salido de la universidad española de la segunda mitad del siglo XX. Pero yo añadiría que es, asimismo, un medievalista de proyección universal. Hago esta afirmación, básicamente, apoyándome no sólo en el hecho de que el historiador citado tenga un conocimiento amplio y profundo de la historia medieval del Occidente de Europa, como lo ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones, sino también en su excepcional capacidad para saber conectar la peculiar historia bajomedieval de la Corona de Castilla, de la que es uno de sus más brillantes y consumados especialistas, con la evolución histórica general del mundo europeo. En definitiva, Luis Suárez es, sin la menor duda, un especialista, pero en el mejor sentido que puede darse a esta palabra, es decir aquel que nunca pierde de vista el horizonte general en el que es preciso situar la parcela específica de su investigación. Nada, por lo tanto, del bárbaro especialista de que hablara en su día Ortega y Gasset, figura, por desgracia, muy abundante en nuestros días en el ámbito de la investigación histórica de las universidades españolas.»

Y más adelante: «Ahora bien, la actividad investigadora no ha anulado al Luis Suárez profesor. Es más, su labor docente ha brillado durante toda su vida académica a una altura difícilmente igualable. La exposición histórica en Luis Suárez no se reduce al relato de acontecimientos político-militares en los que estén envueltos grandes personajes, como hacía la vieja tradición historicista, pero tampoco se limita a analizar aspectos demográficos o económicos desconectados de la vividura humana. La explicación histórica del profesor Suárez aglutina las diversas perspectivas de la investigación histórica, ofreciendo un ejemplo, muchas veces propuesto pero pocas cumplido, de historia total. En ningún momento podré olvidar las clases magistrales que yo recibí de él en la Universidad de Valladolid, lo mismo si explicaba el funcionamiento de la democracia en la Atenas de Pericles que si analizaba la compleja situación social y política de la Italia bajomedieval. Entiendo, por lo tanto, dados estos supuestos, el éxito que siempre ha acompañado al profesor Suárez en su calidad de conferenciante.»

También se refiere a sus publicaciones relacionadas con la teoría de la historia (como la que comunicamos), con la Antigüedad, con el mundo judío, con el cine, y con la España contemporánea. «La conclusión a la que llegamos es que nos encontramos ante una figura excepcional de la intelectualidad española del siglo XX.»

* * *

En la obra que comunicamos, publicada por primera vez en 1968 y ejemplo consumado de alta divulgación, Luis Suárez nos proporciona una auténtica historia de la historia. El profesor José Orlandis, en el prólogo, señala que «el lector se siente invitado a emprender una apasionante aventura intelectual. A medida que avanza en la lectura de estas páginas, descubrirá cuáles fueron los principales modos de entender la Historia que han existido desde la aparición sobre la tierra de culturas humanas capaces de crear una ciencia histórica. Desfilarán ante él, como jalones de un largo camino, las grandes interpretaciones que han tratado de descifrar cuál ha sido el sentido de la sucesión de las edades, desde la Antigüedad clásica hasta los modernos diagnósticos de Spengler y Toynbee.»

Luis Suárez concluía así apuntando a los límites de las tan diversas y contradictorias cosmovisiones históricas (como quizás podríamos denominarlas): «La influencia que estos grandes juicios acerca de la Historia han tenido sobre nuestra sociedad occidental queda fuera de toda duda. Con su análisis hemos tratado de demostrar dos cosas: que todos tienen pretensiones de explicación total, y que ninguno lo consigue. Marxismo, positivismo y racismo fueron, en el siglo XX, conformadores de grandes sistemas políticos y sociales; el último de ellos sirvió para alimentar la hoguera de la segunda guerra mundial, y aunque aparentemente haya desaparecido, se nos antoja a veces que vive soterrado, esperando nuevas circunstancias favorables (…)

»Muchas afirmaciones que se hicieron, con aire dogmático, en los últimos siglos, han sido ya destruidas por el progreso mismo del saber científico. Nada nos garantiza que muchas otras de las que actualmente se presentan con la misma pretensión no hayan de seguir el mismo camino. Al revisar a fondo las grandes doctrinas que sirvieron de plataforma a las interpretaciones de la Historia tendremos que sacrificar algunas ilustres figuras. Pero nadie se engañe: si el providencialismo ingenuo de Bossuet, que tanto regocijaba a Voltaire, ha de ser sustituido, también la Filosofía de la Historia volteriana, ilustrada, instructiva, amable incluso para las damas de buena sociedad, se encuentra en el museo de las curiosidades antiguas. La primera confesión que el historiador, en cuanto científico, debe hacer, se refiere a la provisionalidad de sus conclusiones.»

Pierre Mignard, Clío, musa de la Historia (1689)

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