jueves, 14 de enero de 2016

José Cadalso, Cartas marruecas

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Escribe Gonzalo Anes: «De las críticas que se hicieron sobre España y sobre los españoles destacan las de Montesquieu, en las Cartas persas y en determinados pasajes de El espíritu de las leyes, y la famosa voz publicada en el tomo II de la Geographie, de L'Encyclopédie Méthodique, escrita por Masson de Morvilliers. Ambas posiciones críticas suscitaron respuestas en España, movidas por sentimientos patrióticos. Frente a las afirmaciones de Montesquieu, José Cadalso escribió las famosas Cartas marruecas sobre los usos y costumbres de los españoles antiguos y modernos, hacia 1768. No se imprimieron hasta 1789. Se trata de una sátira en la que ridiculiza las versiones de viajeros que se equivocaron en su descripción de la vida y costumbres de los habitantes de los países que visitan. Estos errores se cometían no sólo cuando los viajeros se fundaban en lo que decían otros sino también por quienes narraban sus impresiones sobre el país que visitaban, por ser mucha “la preocupación con que se suele viajar”. Cadalso presenta como ejemplo a Montesquieu, quien, “no obstante lo distinguido de su origen, lo elegante de su pluma, lo profundo de su ciencia” y tantas otras cualidades que le daban “tanta y tan universal fama en Europa”, parecía haberse transformado en otro hombre al hablar de España: sus errores y falsas apreciaciones se debían a “las malas noticias” que le habían dado “algunos sujetos poco dignos de tratar con tan insigne varón, en materias tan graves como la crítica de una nación que ha sido muy principal en todos tiempos entre todas las demás”.

»José Cadalso fue escritor precoz en exponer ideas nuevas sobre España como nación. Para él, un auténtico sabio habría de conocer bien la comunidad a la que perteneciese, por lo que era necesario que se interesase por su historia. Por eso recomendó la lectura de obras escritas por historiadores sobre el pasado de España. Sólo así sería posible comprender la individualidad de la patria y su carácter nacional. Afirma que cada nación “tiene su carácter”, mezcla de vicios y virtudes, “cada reino tiene sus leyes fundamentales, su constitución, su historia, sus tribunales y conocimiento del carácter de sus pueblos, de sus fuerzas, clima, productos y alianzas”. “La ciencia de los Estados” consistiría en entender todo ese complejo, para lo que es imprescindible conocer la historia, ya que la historia crea lo específico, lo que caracteriza a cada nación (...)

»Para Cadalso, el carácter nacional de un país ―Francia, Inglaterra, España― determina el ser francés, inglés o español. La nación como comunidad humana, en su ser específico, con su unidad, existe aunque haya discrepancias entre sus miembros, incluso profundas, como las que mantienen quienes quieren cambios y quienes desean que todo permanezca como está. Unos y otros tienen imágenes distintas del ser de España, pero acaban por entenderse políticamente. Con su carácter “mixto de vicios y virtudes, en el que los vicios pueden apenas llamarse tales si producen en la realidad algunos buenos efectos, y éstos se ven sólo en los lances prácticos que suelen ser muy diversos de los que esperan por mera especulación”. De ahí que el amor a la patria pueda ser ciego “como cualquier otro amor”. Ha de dirigirlo el entendimiento para que no lleve “a aplaudir lo malo, desechar lo bueno, venerar lo ridículo y despreciar lo respetable”. La actitud de Cadalso ante España y lo español es crítica: piensa que las guerras han desangrado el país; que la religión ha invadido campos que no le corresponden; que el espíritu caballeresco ―o guerrero― es causa del desprecio de las artes mecánicas y del comercio; que los nobles son vanidosos y que perturban el deseable orden social; que el oro y la plata de las Indias han sido y son perjudiciales para el buen funcionamiento de la economía; que, por todo ello, España ―la Península― “se hundió a mediados del siglo XVII” y que “ha vuelto a salir de la mar” sólo “a últimos del XVIII”. Cadalso sabe que la denominada por él “cultura nacional” tiene que mejorar con el conocimiento del extranjero, por lo que piensa que debe fomentarse la traducción de todo lo bueno que, de fuera de España, pueda recibirse. Los viajes a otros países permitirán adquirir una formación que luego será beneficiosa para la patria.

»El sentimiento de patria es comprobable en Cadalso, como en tantos otros autores del siglo XVIII, en varios pasajes de su obra: sabe que despierta uno de los afectos más nobles; que “la fuerza de los vínculos que unen a la patria” permite hacer el bien “al total de la nación”. La idea de nación y la de patria llevan a Cadalso a plantear la necesidad de que se escriba “una historia heroica de España”.» (Gonzalo Anes, España como nación en el siglo de las luces, en Real Academia de la Historia, España como nación, Barcelona 2000, pág. 197-199.)


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