José Ortega y Gasset es uno de los numerosos intelectuales liberales, como también Unamuno, que progresivamente pasan de la crítica del régimen liberal de la Restauración, a su condena más absoluta y global, con inclusión de la propia monarquía. Al filo de 1930, la recién concluida dictadura del general Primo de Rivera es considerada por Ortega nada más que un avatar de lo que él considera el antiguo régimen, y de ahí la urgencia del Delenda est Monarchia y del activismo político en un intento de modelar la opinión pública, desde las páginas de la prensa. Nuestro autor recibirá la República con entusiasmo contenido, y dará el salto a la política activa, a las elecciones, a las Cortes… y a un pronto desencanto. Alejandro Haro Honrubia, en su El pensamiento político de José Ortega y Gasset, en los Anales del Seminario de Historia de la Filosofía (2015), se refiere así a este periodo:
«Ortega encuentra en la Agrupación al Servicio de la República (ASR) que funda en 1931 junto a Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala la posibilidad de materializar sus ideas filosóficas orientadas a la revitalización de España como nación (Política vitalista de nación). Los miembros de la ASR no eran políticos, sino intelectuales que actuaban en la vida social y pública del país, porque comprendían que era su deber. No se trataba pues de un partido político, aun cuando estaban en contacto con los partidos o grupos que se mostraban favorables a la República. La ASR se decantó por la europeización de España: conquistar para España el nivel de los tiempos, que España ascendiera en la escala histórica. Ortega, desde la ASR, hizo de nuevo, como ya hiciera en 1914 y en 1922, un llamamiento a los hombres más destacados de cada actividad social como agentes pedagógicos cuya misión era lograr la revitalización social y nacional. El nuevo Estado nacional republicano tendría que encabezar un gran proyecto de organización nacional, es decir, debería organizar la vida social y pública española con vistas a lograr el despertar de nuestro pueblo a una existencia social más enérgica.
»Sin embargo, el proyecto de construcción del nuevo Estado nacional republicano fracasó. Se produce entonces un cierto distanciamiento de Ortega frente a la República; de ahí, su famoso discurso de rectificación de la República el 6 de diciembre de 1931. Con anterioridad a este mes de diciembre, el teórico español ya se había percatado del tortuoso camino que había tomado la República: el tono que se ha dado a la vida republicana (...), no responde a su origen ni a la realidad profunda de la nación. La política republicana fue, en opinión de Ortega, una reencarnación del particularismo, antítesis de la nacionalización del Estado republicano español. El 6 de diciembre de 1931 afirma Ortega que los republicanos han hecho una República triste y agria.» Es el inicio de sus proyectos para rectificar la república. Ortega se empeña, dice el profesor Haro, «en la construcción de un gran Partido Nacional Republicano. Había que hacer posible un enorme partido nacionalizador, por encima de derechas e izquierdas: Un enorme partido arrollador, tan grande y tan sin manías, que casi no pudiese llamársele partido y que excluye el nacionalismo (...). Vayamos a un gigantesco partido nacional que se proponga nacionalizar el Estado español (...), que se proponga instaurar la plena decencia en la vida pública española. Un partido de rigurosa disciplina, que sea capaz de imponerse, de defenderse frente a todo partido partidista. Un gran partido de amplitud nacional tendente, principalmente, a la educación política de las masas: La victoria del Estado docente, como elemento clave en el devenir histórico del país. Desgraciadamente, sus propuestas políticas no tuvieron otra salida que el fracaso.»
Presentamos los cuarenta artículos, con algunos de los discursos que gozaron de más repercusión, que Ortega publicó en los diarios El Sol, Crisol y Luz, en los años 1930 (crítica al renuente intento de vuelta a la legalidad constitucional tras la dictadura), 1931 (esfuerzo propagandístico para infundir sus principios políticos a la naciente república), y 1932 (desencanto con lo realizado e intento de forzar un viraje al curso de la república). Los resultados no acompañaron los deseos, y en octubre se disuelve la Agrupación al Servicio de la República, y Ortega se retira a un segundo plano de la vida política. Sin embargo, en diciembre de 1933, tras las elecciones generales de noviembre que han supuesto un absoluto vuelco político, publica el artículo ¡Viva la República!, que supone un nuevo repaso del discurrir del régimen, y un similar rechazo del bloque dominante en el anterior bienio, y del que acaba de triunfar.
Crisol, 7 de diciembre de 1931 |
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