lunes, 17 de octubre de 2022

Plinio el Viejo, Hispania antigua en la Naturalis Historia

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En el tomo VII de las Fontes Hispaniae Antiquae (Barcelona 1987) escribía Virgilio Bejarano: «Gayo Plinio Segundo (23-79 d. C.) nació en Novo, municipio de Como en la Galia Cisalpina, en el seno de una hacendada familia del orden ecuestre. Estudió en Roma. Hizo el servicio militar en las dos Germanias. Después, durante bastantes años, simultaneó su dedicación a los estudios con la actividad forense y con la enseñanza privada como gramático y rétor. En los últimos años del reinado de Nerón se encontraba en Judea con un alto cargo en el ejército y, en 68-69, fue subgobernador de Siria. En los años siguientes desempeñó una serie de ‘procuraciones continuas’ en la Galia Narbonense, en África, en la Hispania Tarraconense y en la Galia Bélgica. Luego, en Roma, estuvo un poco de tiempo al frente de uno de los ‘oficios’ del gabinete imperial. Nombrado prefecto de la flota de Miseno, le sorprendió en este cargo la terrible erupción del Vesubio del año 79 y, por haberse acercado demasiado al volcán con el doble objeto de prestar ayuda y de contemplar de cerca la erupción y así poder estudiarla mejor, encontró la muerte, causada probablemente por un ataque al corazón y no por asfixia, el 24 de agosto, día de su cumpleaños, en Estabias, cerca de la villa de Pomponiano. Los detalles de la muerte de Plinio el Viejo son bien conocidos gracias a una carta de su sobrino Plinio el Joven (Epist. VI 16) dirigida al historiador Tácito.

»Plinio el Viejo, en medio de su ininterrumpida actividad como funcionario militar y civil y como abogado y maestro, según las circunstancias, encontró siempre tiempo para la dedicación a todo tipo de estudios: su deseo de saber era insaciable, sus lecturas muy amplias y la documentación acopiada riquísima. Plinio el Joven, en una carta a Bebio Magro (Epist. III 5), bosquejó el catálogo de las obras de su tío, casi todas ellas extensas y de gran empeño. Tres de estas obras, desgraciadamente perdidas, eran de carácter técnico y, a la vez, exponentes de la variedad de conocimientos teóricos y prácticos de su autor. El De iaculatione equestri liber era un tratado sobre el lanzamiento de la jabalina por el soldado de caballería escrito cuando Plinio era muy joven; los Studiosi libri III eran una introducción muy erudita a los estudios retóricos, y los Dubii sermonis libri VIII consistían en un copioso repertorio de palabras de difícil y discutida morfología u ortografía. Más lamentable todavía, si cabe, es la pérdida de dos grandes obras históricas de Plinio: los Bellorum Germaniae libri XX, inencontrables ya en tiempos de Símmaco, y los A fine Aufidi Bassi libri XXX, relato histórico de la treintena de años precedente a la muerte de Vespasiano, ocurrida también en el año 79.

»Por suerte, han llegado hasta nosotros los Naturalis Historiae libri XXXVII de Plinio el Viejo, que son sin duda el más voluminoso, completo y sistemático resumen del conjunto de saberes útiles y científicos de la Antigüedad. En efecto, en la Historia Natural están extractadas todas estas disciplinas: la Cosmología (libro II), la Geografía (libros III-VI), la Antropología (libro VII), la Zoología (libros VIII-XI), la Botánica (libros XII-XIX), la Medicina y la Farmacología (libros XX-XXXII), y la Metalurgia, la Mineralogía y la Historia del Arte (libros XXXIII-XXXVII). El libro I, precedido de una carta dedicatoria al emperador Tito, presenta, desglosado en los epígrafes de los correspondientes capítulos, el contenido de cada uno de los treinta y seis libros siguientes y la lista de los autores griegos y romanos de los que Plinio había obtenido su información.

»Los libros III-VI de la Historia Natural constituyen la Geografía romana más extensa y detallada. En el fondo se trata de una Corografía en cuya base, como en la de la obra de Pomponio Mela, está un periplo, aunque éste no es el mismo que el utilizado por Mela, ya que la descripción pliniana de la ecúmene antigua sigue un recorrido zigzagueante que forma cuatro bucles y, en cambio, la descripción pomponiana avanza formando dos círculos, el segundo envolvente del primero. La descripción de las tierras del mundo se hace en la Historia Natural por este orden: Hispania, Galia Narbonense, Italia y el Ilírico (libro III); Acaya, Tracia, Dacia, Germania y partes atlánticas de Galia y de Hispania (libro IV); Mauretania, África, Egipto, Arabia y Siria (libro V); Asia, el Ponto, Armenia, el Mar Caspio, Media, Carmania, la India, Mesopotamia y Etiopía Troglodítica (libro VI).

»La ‘teoría de las tres fuentes’ (Varrón, Agripa y Augusto) de los libros geográficos de la Historia Natural, formulada hace más de cien años y reafirmada a principios de nuestro siglo, pese a haber sufrido cierto eclipse durante algún tiempo, ha recobrado verosimilitud en la actualidad. Con todo, para determinadas cuestiones concretas, Plinio recurrió a otros autores tanto griegos como romanos, en ocasiones mencionándolos expresamente. Además, por haber estado en muy diversos lugares del Imperio Romano, en misiones militares y políticas, Plinio también se sirve de sus propios conocimientos y experiencias personales.

»El gran interés suscitado en la Antigüedad tardía, en la Edad Media y hasta en el mismo Renacimiento por la Historia Natural de Plinio el Viejo, por ser una inagotable cantera de conocimientos humanos de toda clase, se refleja en los aproximadamente doscientos manuscritos ―algunos, aunque incompletos, muy antiguos― en que se nos ha transmitido y en la media docena de ediciones impresas publicadas en los siglos XV y XVI después de la edición príncipe de F. Beroaldo (Parma 1476).

»Las noticias sobre Hispania Antigua que proporciona la Historia Natural de Plinio, unas, las de los libros geográficos, se presentan sistemáticamente organizadas, mientras que otras, las de los libros restantes, aunque casi siempre son interesantísimas, son más bien curiosidades desperdigadas a través de ellos. En todo caso, todas ellas se ofrecen aquí en un contexto lo suficientemente amplio para que resulte cada una de ellas inteligible por sí misma.»

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