Comunicamos esta semana la parte gráfica del magno proyecto editorial de Alexandre de Laborde (1773-1842) titulado Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, dos tomos en cuatro volúmenes de 43 por 60 cm. A través de sus excelentes grabados contemplaremos un amplísimo reportaje de paisajes, ciudades, antigüedades y monumentos varios de buena parte de España, en su estado anterior a las destrucciones de la guerra de la Independencia, de las civiles, de las desamortizaciones y, naturalmente, de las restauraciones y falsificaciones que las han vulnerado con los más especiosos motivos. Pero vamos a presentar la obra con algunos párrafos del interesante artículo publicado en 2012 en el Archivo Español de Arte, por Antonio Gámiz y Antonio Jesús García: «El Voyage pittoresque et historique de l’Espagne (1806-1820) es una monumental obra gráfica que incluye en sus dos tomos (con dos partes cada uno) un total de 272 láminas o grabados, con vistas y planos resultantes del trabajo de un equipo de excelentes dibujantes dirigido y costeado por Alexandre de Laborde, también dibujante y redactor del texto. En su recorrido por la España de principios del siglo XIX acometieron un pionero ejercicio de catalogación gráfica del patrimonio paisajístico, arquitectónico y arqueológico de la época.»
«En el año 1800 Lucien Bonaparte fue nombrado embajador en la Corte de Carlos IV y viajó a Madrid, acompañado de Alexandre de Laborde como agregado cultural. A partir de ese momento éste recorrería España, encabezando un equipo de artistas que reunió abundante material gráfico. Según se indica en el propio texto del Voyage visitó Córdoba en el año 1800 (…) En su recorrido por España Laborde recopiló tanta información que decidió publicar otra obra, Itinéraire descriptif de l’Espagne (1808), con cinco volúmenes y un atlas de 29 mapas... Esta minuciosa guía, que en cierto modo se complementa con el Voyage, reunió copiosos datos sobre distintos lugares de España, incluyendo datos de interés para todo viajero y en especial para los militares franceses que ocuparon nuestros territorios. La principal fuente de los textos de ambas obras sería el [Viage de España de Antonio] Ponz, y además se usarían textos de Gaspar Melchor de Jovellanos, de Alexander von Humboldt, de la España Sagrada del padre Flórez, etc. También se copiaron planos de diversos autores y láminas publicadas por la Real Academia de San Fernando.»
«El Voyage tuvo una doble concepción, gráfica y literaria. Intentaría complacer a sus lectores con un inteligente equilibrio al combinar los placeres de la visión, mediante novedosas ilustraciones de gran calidad, con una miscelánea de textos que aporta datos históricos, arqueológicos, artísticos, científicos, geográficos, etc. Todo ello se aglutinó diluyendo fronteras entre las disciplinas del artista-dibujante, del historiador y del científico. La obra se organiza en cuatro partes: España romana, árabe, gótica y moderna. El tomo I, sobre la España romana, incluye Cataluña, Valencia y Extremadura. El tomo II en su parte primera, sobre la España árabe, comprende Andalucía. En la segunda parte se considera como España gótica y medieval a [Navarra], Aragón, [Castilla]; y finalmente se aborda la España moderna, en especial Madrid. En cada parte hay una introducción histórica, grabados y textos explicativos.»
Colaboraron en la realización de los grabados unos veinte artistas, entre los que destacan Jean Lubin Vauzelle (31 láminas), François Ligier (96), Jacques Moulinier (80), Dutailly (30) y el propio Laborde (28). «Es importante advertir que el Voyage no incluye vistas fantasiosas o idealizadas ni románticas, porque se usaría cámara oscura para encajar y proporcionar las vistas de forma objetiva, según carta de aquellos años, conservada en el reverso de un dibujo del Monasterio de Montserrat. En dicha carta uno de los hermanos Dumotier, perteneciente a una prestigiosa firma familiar de fabricación de instrumentos ópticos y mecánicos de París, comunica la conclusión de la cámara oscura que se le había encargado. El uso de este artilugio gráfico, antecedente de la fotografía, podría justificar la inexistencia de firma en la mayoría de los dibujos originales conservados, e incluso hace pensar en la dudosa atribución de algunas autorías. Posiblemente, el propio Laborde o los dibujantes más cualificados elegían puntos de vista y encuadres, mientras sus ayudantes completaban la toma de datos con la cámara oscura (…) Así, en el Voyage se produjo una singular reunión de imágenes fieles a la realidad, que aportan información objetiva y útil desde un punto de vista histórico, paisajístico, arquitectónico...; pero además casi todas las imágenes son atractivas y, aún sin llegar a ser obras maestras, están realizadas con cierta sensibilidad, e invitan a su contemplación y disfrute.»
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