Comunicamos esta semana el status quæstionis, las fuentes y estudios para el conocimiento de la Península Ibérica en la Antigüedad… en 1888. Su autor es Emil Hübner (1834-1901), el gran epigrafista (pero también experto en la geografía antigua, urbanismo, onomástica, lenguas prerromanas…), y lo presentó al concurso Martorell para premiar la mejor obra original sobre arqueología española, bajo lema Sic vos non vobis, que recuerda una vieja anécdota atribuida a Virgilio, que explaya así la frase: «Así vosotras, no para vosotras, hacéis la miel, abejas; así vosotros, no para vosotros, lleváis los arados, bueyes; así vosotras, no para vosotras, hacéis los nidos, aves; así vosotras, no para vosotras, lleváis los vellones, ovejas.» Hübner recogió de forma exhaustiva las fuentes geográficas, históricas, epigráficas, numismáticas y monumentales conocidas en su tiempo, y señaló distintas direcciones para las investigaciones subsiguientes.
José María Álvarez Martínez, en su artículo La influencia alemana en los inicios de la Arqueología e Historia Antigua españolas, nos lo presenta así: «Hübner llegó a España con 26 años en 1860 (había nacido en 1834) con el encargo de la Academia de Berlín de estudiar la posibilidad de recopilar todas las inscripciones romanas existentes en la Península con destino a la magna obra: Corpus Inscriptionum Latinarum, y en el que el elenco hispano iba a constituir su volumen II. Su estancia, de 20 meses, fue bien aprovechada, pues llegó a conocer lo más significativo en materia arqueológica de España y Portugal y a recopilar ya los primeros epígrafes. Durante esa fructífera estancia pudo conocer a muchos de los que serían sus colaboradores y corresponsales, quienes quedaron prendados ante la sólida formación del alemán y su hombría de bien, unida a una natural sencillez, que le llevaba a tratar con deferencia a todos los que se relacionaban con él, sin perjuicio de mostrar taxativamente su opinión, contraria en muchas ocasiones a la de sus interlocutores, cuando era menester (…)
»Fruto de esa primera estancia fue la publicación de una ilustrativa Memoria sobre su viaje, que presentó a la Academia de Berlín. En ella vertía comentarios sobre la arqueología española y portuguesa y se refería a sus monumentos más señalados (...) Un año más tarde, en 1862, igualmente en Berlín, editaría su conocida obra Die antiken Bildwerke in Madrid, sobre los fondos, fundamentalmente escultóricos, existentes en las más conocidas instituciones y colecciones privadas de Madrid y de algunas ciudades como Sevilla, Lisboa, Mérida (…) Por fin, en 1869, tras otros viajes efectuados, vio la luz el ansiado segundo volumen del Corpus Inscriptionum Latinarum, Inscriptiones Hispaniæ Latinæ, al que el epigrafista español Manuel Rodríguez de Berlanga llegó a definir como monumento imperecedero erigido por la Alemania contemporánea a la Hispania romana. En 1871 salían sus Inscriptiones Hispaniae Christianae. Sucesivamente, en 1892 el Supplementum al volumen II del Corpus; en 1893 su Monumenta linguæ ibericæ y en 1890, un año antes de su muerte, el Supplementum de las Inscriptionum Hispaniæ Christianarum (...)
»Su relación con los profesionales españoles fue siempre, además de fructífera, afectuosa y entrañable. Así lo he podido apreciar en estos días en la consulta de los archivos del Deutsches Archäologisches Institut, donde figuran cartas de pésame a la institución de parte de los más cualificados arqueólogos e historiadores de la antigüedad españoles. Entre los más allegados habría que citar a Fernández Guerra, Saavedra, Delgado, Berlanga, Mélida, Fita, el portugués Martins Sarmento etc. Fruto de ese conocimiento que adquirió sobre la arqueología española son sus duras palabras sobre el mal estado de la arqueología en nuestro país en su Arqueología española, editada en Barcelona, en 1888. Se extendía en analizar las deficiencias, que él basaba en la falta de medios y de bibliotecas especializadas, así como en el desinterés de los jóvenes por estas materias y su preferencia por otras actividades. Abundando en su visión de la arqueología española, bien expresada en la monografía anteriormente referida, Hübner dice que lo que él publica en el libro no es otra cosa que unas líneas generales de lo que considera necesario y a tener en cuenta en los estudios de arqueología: noticias geográficas, relaciones de hallazgos de restos arquitectónicos y escultóricos, de monedas etc., lo demás lo tendrán que hacer los eruditos en sus respectivos lugares de estudio.»
De una carta de Hübner a Fidel Fita. Berlín, 14 de noviembre de 1894. |
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