lunes, 4 de septiembre de 2023

Ramón Xaudaró, Bases de una constitución política o Principios fundamentales de un sistema republicano, y otros textos

Casiñol, Retrato de desconocido, 1845

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Anna María García Rovira, en su Ramón Xaudaró, el Marat barcelonés, resume así la trayectoria vital de nuestro protagonista de esta semana: «Aunque posiblemente aspiró a ser un estadista reconocido, la vida de Ramón Xaudaró, republicano confeso avant la lettre, conspirador y revolucionario impenitente, discurrió casi siempre en los márgenes, entre el exilio y la deportación, huyendo precipitada y repetidamente de la persecución policial, hasta que un gesto quijotesco, un exceso de ingenuidad, de ambición, de convicción, o una mezcla de todo ello, le hizo encabezar, a comienzos de mayo de 1837, una bullanga, un levantamiento de jornaleros, de descamisados, que permitió a las autoridades barcelonesas llevarle ante un pelotón de fusilamiento con treinta y cinco años recién cumplidos.»

Sólo en los últimos cinco años de su vida ejerció Ramón Xaudaró y Fábregas (1802-1837) un apreciable protagonismo entre los liberales exaltados, aunque como en tantas ocasiones de extrema agitación política, los revolucionario se devoraron entre sí. Exiliado en Francia, fue brevemente detenido por la policía, pero la revolución de julio lo libertará, y le dará ocasión de redactar y publicar en francés sus Bases de una constitución política o Principios fundamentales de un sistema republicano (1832). Vuelto a España tras la muerte de Fernando VII y el inicio de la guerra civil, se convertirá en una de las cabezas del rechazo tajante a los moderados desde el republicanismo, por un lado con sus colaboraciones en el diario El Catalán de Barcelona, que acabará dirigiendo, y por otro con su activismo en las sucesivas bullangas, de las que deplora sus consecuencias sanguinarias, aunque parece justificarlas por la conducta de sus oponentes políticos.

De resultas de la de enero de 1836, será arrestado y deportado en Cuba, aunque prontamente trasladado a La Coruña. La sargentada de La Granja le devolverá la libertad, y se establecerá en Madrid, ya que Barcelona continúa bajo el estado de sitio. En contacto con los grupos radicales barceloneses y madrileños, articulados en sociedades secretas, Xaudaró continuará su actividad propagandística. Por un lado con la publicación de su Manifiesto de las injustas vejaciones sufridas por D. Ramón Xaudaró, y por otro con la redacción del periódico El Corsario que, en sus tres meses de existencia, agudizará su enfrentamiento con los liberales progresistas del gobierno, presidido por José María Calatrava. En diciembre, quizás a consecuencia de las denuncias en las Cortes de la actuación de las sociedades secretas radicales, Xaudaró suspende la publicación del diario, y regresa a Barcelona. Allí continúa su activismo: su participación en el pronunciamiento fallido del 4 de mayo le conducirá al paredón, posiblemente con propósitos ejemplarizantes.

En su breve carrera revolucionaria Xaudaró fue un personaje odiado por sus contrarios, tanto carlistas como liberados moderados y progresistas. Pero asimismo fue controvertido entre los suyos, los revolucionarios extremados (al igual que otros conspiradores, como el famoso Aviraneta). Así, el también radical Joaquín del Castillo escribe en Las bullangas de Barcelona: «Xaudaró carecía de prestigio: al verlo al frente muchos de los reaccionarios* se contaron perdidos; los que deseaban coadyuvar, también se resfriaron, porque imaginaban que aquel hombre puesto al frente iba a perderlos en fin, lo tenían por sujeto sin opinión de principios, por un aventurero en toda la extensión de la palabra. Estos dicterios había merecido el desgraciado a sus rivales, quienes hicieron cundir semejantes voces.» Y Eugenio de Aviraneta: «el infame Xaudaró..., el turbulento e inmoral Xaudaró..., un verdadero traidor a la patria, un espía del absolutismo vendido a los doctrinarios de Francia, un confidente de Llauder y antes del sanguinario y pérfido Oñate...»

* Este autor utiliza la expresión reaccionarios para referirse a los que reaccionan contra el poder que ejercían los liberales moderados en Barcelona. Esto es, como sinónimo de auténticos revolucionarios.

Fusilamiento de Xaudaró.

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