lunes, 23 de enero de 2023

Auca de l’Estatut de Cataluña (1932)

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L’Esquella de la Torratxa fue una revista republicana de carácter satírico editada en Barcelona desde 1872, inicialmente como compañera y ocasional sustituta de La Campana de Gràcia, del mismo editor, Inocencio López y su Librería Española. Tuvo un éxito considerable, y durante la Segunda República se convirtió en un órgano de propaganda, oficioso pero patente, de Esquerra Republicana de Catalunya. Manifestaba un fuerte talante nacionalista, anticlerical y de izquierdas (pero enfrentado a los anarquistas y a las izquierdas obreras). Durante la guerra civil, sin embargo, fue colectivizada por la UGT, y su catalanismo se diluyó considerablemente. La prensa de este tipo tuvo una larga vigencia, y en Clásicos de Historia ya hemos comunicado algunos ejemplos: la también republicana La Flaca durante el Sexenio revolucionario, la derechista Gracia y Justicia durante la Segunda república, y La Ametralladora durante la Guerra Civil, en el bando nacional.

La proclamación de la República, la recreación de la Generalitat, y los debates y aprobación del Estatuto de Cataluña en septiembre de 1932, ocuparon ampliamente (si no en exclusiva) a los colaboradores de la publicación, autores de textos y dibujos. A partir del 23 de septiembre, y durante nueve semanas, el Estatuto recibió un peculiar homenaje (más que análisis) de la revista. Tomó la forma de uno de los géneros de impresos populares más difundidos por toda la cultura occidental, especialmente en el siglo XIX y principios del XX: las aleluyas (auca, en catalán), quizás la modalidad de literatura de cordel más característica, junto con los romances de ciego, los gozos y novenas, etc. Consisten en relatos gráficos en los que cada viñeta es acompañada por un modesto pie en verso, con frecuencia simple pareados, dirigidas a las clases populares. Naturalmente en los años treinta las tradicionales aleluyas, distribuidas por pueblos y barriadas en pliegos sueltos, ya se encuentran en trance de desaparición. Sin embargo era un género tan conocido y difundido que se siguió recurriendo a él en revistas, con objetivos, autores y público totalmente diversos del original.

Es el caso que nos ocupa. Aparentemente se trata de resumir el contenido del Estatuto, artículo a artículo. En realidad es tan sólo propaganda del nacionalismo que practica Esquerra, y, sobre todo, del combate con los enemigos políticos del partido, al que se identifica a las claras con la propia Cataluña. El centenar y medio de viñetas y pareados permiten ajustar cuentas a personajes y entidades rivales, desde Alfonso XIII hasta la FAI, pasando por Unamuno y Ortega y Gasset. Monárquicos, católicos, agrarios, republicanos radicales, los mismos nacionalistas catalanes de la Lliga, son simplemente descalificados con todo tipo de insultos gruesos: ladrón, criminal, corrupto, fracasado, burro, idiota, carcamal, cabeza de chorlito, cara de orangután, ignorante, pedante, búho taciturno, violento… Ahora bien, las más gruesas y repetitivas invectivas se reservan a lo que se perciben como los más tenaces opositores al Estatuto, sus auténticas bestias negras: el republicano Miguel Maura y el agrario Royo Villanova. En cambio, las alabanzas son mucho más escasas: se reservan a Francesc Maciá y otros dos miembros de Esquerra Republicana, Ventura Gassol y Joan Lluhí. Y además, a un único no catalán, Manuel Azaña, elogiado hasta el ditirambo.

El tono violento de la revista (por entonces se multiplican los dibujos de horcas que se destinan a todo tipo de rivales) choca con estas loas a Azaña y los genéricos a la República española, que con frecuencia se presenta hermanada con Cataluña. En realidad, domina una concepción nacionalista que lleva a descalificar en bloque a los españoles, y a oponerlos tajantemente a los catalanes. Así, al ocuparse del artículo cuarto, sobre la condición de catalán, se ignora su contenido, y se extienden chuscas condiciones para ser reconocido como tal: rechazar los toros y el flamenco, saber decir “setze” y beber en porrón… Y un paso más: se señalan quiénes no pueden ser catalanes: los vagos, los chulos, los anarquistas, los católicos, los policías murcianos… Es decir, los españoles. Pero se sienten generosos, y dejan un portillo abierto: “Será catalá l’espanyol que aquí es porti com hom vol.”

Pero es que incluso entre los catalanes, Esquerra y la revista niegan la catalanidad de muchos de ellos. En diciembre, L’Esquella de la Torratxa incluye un dibujo sobre la constitución del Parlamento regional. La joven que personifica Cataluña agradece a Macià la tarea realizada, pero le asevera: “No debes ser blando con los no republicanos y con los falsos catalanes.”

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