lunes, 21 de agosto de 2023

John Tanner, Narración de su cautiverio y aventuras con los indios de Norteamérica durante treinta años

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En una nota de su capital Sobre la democracia en América (1835-1840), Alexis de Tocqueville se refiere así al protagonista de la obra que presentamos esta semana: «Hay en la vida aventurera de los pueblos cazadores, no sé qué atractivo irresistible que se apodera del corazón del hombre y lo arrastra a despecho de su razón y de la experiencia. Puede uno convencerse de esta verdad leyendo las Memorias de Tanner.

»Tanner es un europeo que fue arrebatado a la edad de seis [nueve] años por los indios, y que permaneció treinta en los bosques con ellos. Es imposible que haya nada más espantoso que las miserias que describe. Nos muestra tribus sin jefes, familias sin naciones, hombres aislados, restos mutilados de tribus poderosas, errando al azar en medio de los hielos y entre las soledades desoladas del Canadá. El hambre y el frío los persiguen; cada día la vida parece pronta a escapárseles. Entre ellos las costumbres han perdido su imperio y las tradiciones carecen de fuerza. Los hombres se vuelven cada vez más bárbaros. Tanner comparte todos esos males; conoce su origen europeo; no se ve retenido a la fuerza lejos de los blancos; viene al contrario cada año a traficar con ellos, recorre sus moradas, ve su bienestar económico; sabe que el día que él quiera volver al seno de la vida civilizada, podrá fácilmente disfrutarla, y permanece treinta años en los desiertos. Cuando regresa al fin en medio de una sociedad civilizada, confiesa que la existencia cuyas miserias ha descrito, tienen para él encantos secretos que no sabría definir. Regresa a ella después de haberla dejado y no se separa de tantos males sino con mil nostalgias; y, cuando al fin ha fijado su habitación en medio de los blancos, varios de sus hijos rehúsan ir a compartir con él su tranquilidad y bienestar.

»Yo mismo encontré a Tanner a la entrada del lago Superior. Me pareció semejarse mucho más todavía a un salvaje que a un hombre civilizado.

»No se encuentra en la obra de Tanner ni orden ni buen gusto; pero el autor hace en ella, sin darse cuenta, una pintura vivida de los prejuicios, de las pasiones, de los vicios y sobre todo de las miserias de aquellos entre los cuales ha vivido.»

La narración de la vida de John Tanner (1780-1846) fue recogida y publicada por el naturalista Edwin James (1797-1861), que la publicó en 1830 con el título A narrative of the captivity and aventures of John Tanner (U.S. interpreter at the Saul de Ste. Marie) during thirty years residence among the indians in the interior of North America. Prepared by Edwin James, M. D. Editor of an Account of Major Long’s Expedition from Pittsburgh to the Rocky Mountains.

Presentamos la versión abreviada (especialmente de los extensos anexos agregados por James) que publicó Nemesio Fernández Cuesta (1818-1893) en el tomo tercero de su monumental Nuevo Viajero Universal. Enciclopedia de viajes modernos. Recopilación de las obras más notables sobre descubrimientos, exploraciones y aventuras, publicadas por los más célebres viajeros del siglo XIX (Madrid 1861). Hemos repulido ligeramente esta traducción.

Eastman Johnson, Campamento ojibwa, 1857

lunes, 14 de agosto de 2023

Alphonse Daudet, Tartarín de Tarascón

André Gill, en L'Eclipse (1876)

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Hace unas semanas revisitamos a Don Quijote, y vamos a aprovechar el asueto veraniego para acercarnos a una de las más exitosas secuelas, réplicas, homenajes e imitaciones de la genial obra de Cervantes. Alphonse Daudet (1840-1897) hizo una primera aproximación en este sentido con su Chapatin le tueur de lions, que publicó en Le Figaro en 1863, que completó en 1870, en el mismo diario, aunque con el nombre de su protagonista distinto: ahora es Barbarín de Tarascón; la publicación en un volumen ya con su título definitivo habrá de esperar hasta 1872. El momento histórico en que se forja pudo ser determinante: el declive del segundo imperio francés, la catástrofe de la derrota ante los prusianos y el conflictivo arranque de la tercera república francesa.

Resulta tentador constatar los mimbres de la época en una novela que tiene mucho de mero divertimento, apropiado para olvidar el complicado presente: los característicos burgueses aburguesados que marcan el tono en la sociedad tarasconiana, el arraigado localismo que no hace sombra al nacionalismo francés, la percepción de la Argelia colonial como una prolongación de la propia Francia, en la que el color oriental que busca el protagonista parece destinado a asimilarse a algo semejante al localismo provenzal de Tarascón; los ambiciosos proyectos que basta con enunciarlos y autoconvencerse de que ya se han cumplido…

Jesús Cantera Ortiz de Urbina publicó en 1993 un interesante artículo en el que estudia los paralelos y las diferencias entre Don Quijote y Tartarín. Estas son sus conclusiones:

«Al crear Daudet la figura de Tartarín pretende hacer de este personaje una simbiosis de Don Quijote y Sancho Panza. Su intención es unir en un solo personaje el idealismo caballeresco de Don Quijote y el apego a la vida tranquila que caracteriza a Sancho Panza. En los primeros años del siglo XVII el genio de Cervantes había acertado con la creación de sus dos personajes, símbolo cada uno de una manera muy distinta, si no opuesta, de concebir la vida, dos personajes que, a pesar de su antagonismo, aciertan a convivir en sana y buena armonía. Dos siglos y medio más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX el escritor provenzal afincado en París Alfonso Daudet, entusiasmado con el legado de nuestro escritor hispano y pensando en su Provenza (y de manera especial en la ciudad de Tarascón) pretende recrear las figuras de Don Quijote y Sancho, pero fundiéndolas en un solo personaje que además, en lugar de ser manchego, ha de ser provenzal. Así nace Tartarín, simbiosis pretendida de Don Quijote y Sancho.

»En este simpático y curioso personaje pretende aunar Daudet dos concepciones de la vida muy distintas, por no decir antagónicas. En lugar de dos personajes en cierto modo antagónicos, el uno idealista en grado sumo y el otro realista y práctico hasta la médula, un solo y único personaje en el que repetidas veces se entablará una lucha interior entre unas inclinaciones a hacer concesiones a la fantasía y a la vanagloria y unas ganas muy grandes de llevar una vida cómoda y tranquila sin mayores preocupaciones ni problemas.

»Pretende Daudet que en Tartarín coexistan a un tiempo Don Quijote y Sancho Panza. Pero lo cierto es que en Tartarín, que apenas coincide con Sancho, hay muy poco, por no decir nada de Don Quijote. Entre el espíritu idealista y caballeresco de Don Quijote y la fantasía fanfarrona de Tartarín hay un abismo. Tartarín no actúa por idealismo y menos aún por altruismo, sino por vanagloria y empujado por sus conciudadanos. Su fantasía, que dista mucho del idealismo, parece debida en buena medida a una especie de espejismo producido por el sol ardiente de Provenza, espejismo no exclusivo de Tartarín, sino de todo un pueblo. Tartarín no es Don Quijote, ni tampoco es Sancho Panza. Ni siquiera, a nuestro entender, es una simbiosis de esos dos personajes cervantinos. Tartarín es simplemente Tartarín. Una creación muy lograda de Daudet. Pretendiendo unir en una sola persona las dos creaciones de Cervantes, consiguió un éxito que seguramente no pretendía: crear su propio personaje: Tartarín.»

Años después, Daudet volverá a ocuparse de su personaje con Tartarín en los Alpes (1885) y Port-Tarascón (1890). También nos acercan gratamente a las preocupaciones de la época. En la primera Tartarín deberá enfrentarse a una peligrosa organización nihilista, y en la segunda pretenderá establecer una modélica colonia en los mares del Sur.

lunes, 7 de agosto de 2023

Gustave de Beaumont, Estados Unidos en 1831: esclavitud, racismo, religión, tribus indias y otros aspectos

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Poco después de la Revolución de Julio, dos jóvenes amigos parten de Francia hacia los Estados Unidos. Ambos son noveles magistrados, y llevan el encargo oficial de estudiar el sistema penitenciario norteamericano, que se considera adelantado en cuanto a la rehabilitación del delincuente. A su regreso publicarán en dos tomos su Du système pénitentiaire aux États-Unis et son application en France, París 1833. Sin embargo Alexis de Tocqueville (1805-1859) y Gustave de Beaumont (1802-1866), los dos viajeros, han tenido unos propósitos mucho más amplios: estudiar una sociedad democrática que no ha requerido de la Convención y la guillotina que caracterizaron la propia de la revolución francesa.

François Furet, en su artículo Toqueville: el descubrimiento de América (1986), lo explica así: «En el origen del viaje americano está pues la separación, operada por Tocqueville, entre la idea de democracia y la idea de revolución: separación que marca su profunda originalidad en la filosofía política liberal de la época, si se piensa por ejemplo que Guizot no llegará jamás a concebirla. La superioridad de Tocqueville es una superioridad de abstracción: consigue disociar el concepto de democracia de su referencia empírica, la Revolución francesa, de manera tal que puede interpretar a través de él una democracia no revolucionaria, América, y una democracia revolucionaria, Francia. El mismo pensamiento que lo libera de la obsesión de la Revolución francesa, característica de toda su generación, le da la idea del viaje a América. Se trata de poder elaborar una teoría de la sociedad democrática con la cual relacionar el caso francés.»

Y ambos jóvenes se apresurarán a comunicar las experiencias que han recabado en Estados Unidos y las conclusiones a las que han llegado. En 1835 Tocqueville publicará el primer tomo de La democracia en América, que resultará ser una obra clave en la evolución del pensamiento político occidental. En ella se referirá así a la obra paralela, aunque con objetivos distintos, de su amigo y compañero de viaje: «En la época en que publiqué la primera edición de esta obra, M. Gustave de Beaumont, mi compañero de viaje por Norteamérica, trabajaba aún en su libro intitulado María, o la esclavitud en los Estados Unidos, que apareció después. El fin principal de M. de Beaumont ha sido poner de relieve y dar a conocer la situación de los negros en medio de la sociedad angloamericana. Su obra arrojará una viva y nueva luz sobre el problema de la esclavitud, de vital importancia para las Repúblicas. No sé si me engaño; pero me parece que el libro de M. de Beaumont, después de haber interesado vivamente a quienes deseen buscar en él emociones y cuadros, debe obtener un éxito más sólido y durable entre los lectores que, ante todo, desean encontrar puntos de vista sinceros y verdades profundas.»

Beaumont le devolverá los elogios en su obra, aunque también subrayará las diferencias: «Mr. de Tocqueville y yo publicamos casi al mismo tiempo, cada uno, un libro sobre asuntos tan diferentes, cuanto pueden serlo el gobierno de un pueblo y sus costumbres. El que lea estas dos obras puede ser que reciba impresiones diferentes sobre la América, y se imagine que no hemos juzgado de un mismo modo el país que hemos recorrido juntos. Ésta, no obstante, no es la causa de la disidencia aparente que se ha de notar; la verdadera razón es ésta: Mr. de Tocqueville ha descrito las instituciones; yo he tratado de bosquejar las costumbres. Ahora, la vida política en los Estados Unidos es más bella y mejor aprovechada que la vida civil: mientras que el hombre encuentra allí pocos goces en el seno de su familia, muy pocos placeres en la sociedad, el ciudadano goza en la esfera política cuantos derechos pudiera apetecer. Examinando la sociedad americana bajo puntos de vista tan diferentes, claro está que no hemos podido, al pintarla, servirnos de los mismos colores.»

El título completo de su obra es María o La esclavitud en los Estados Unidos. Pintura de costumbres en la América del Norte. Y decide darle la forma de novela, pero en la que la ficción se documenta y acompaña con extensos apéndices, en los que analiza, y con frecuencia denuncia, distintos aspectos de la sociedad norteamericana: la condición de los negros esclavos y libres, los variadísimos e influyentes movimientos religiosos, y el estado antiguo y actual de las tribus indias. Y aun añade en múltiples notas breves análisis de otros aspectos: la condición de las mujeres, el ejército, la prensa, la igualdad dominante entre la sociedad blanca… Y concluye con la narración del motín racista que tuvo lugar en Nueva York en 1834. Esta parte ensayística es la que incluimos en esta entrega de Clásicos de Historia.

Finley, Mapa de Estados Unidos, 1827

lunes, 31 de julio de 2023

William Jay, Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y Méjico

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Alexis de Tocqueville en Sobre la democracia en América, fruto de su viaje a Estados Unidos en 1831 y que comenzó a publicar cuatro años después, puso de relieve el expansionismo norteamericano:

«En el sudoeste, México se presenta ante los pasos de los angloamericanos como una barrera. Así, pues, no hay ya, a decir verdad, sino dos razas rivales que se reparten actualmente el Nuevo Mundo: los españoles y los ingleses. Los límites que deben separar a esas dos razas han sido fijados por un tratado. Pero por favorable que sea este tratado para los angloamericanos, no dudo que lleguen bien pronto a infringirlo. Más allá de las fronteras de la Unión se extienden, del lado de México, vastas provincias que carecen todavía de habitantes. Los hombres de los Estados Unidos penetrarán en esas soledades antes de aquellos mismos que tienen derecho a ocuparlas. Se apropiarán el suelo, se establecerán en sociedad y, cuando el legítimo propietario se presente al fin, encontrará el desierto fertilizado y a extranjeros tranquilamente asentados en su heredad. La tierra del Nuevo Mundo pertenece al primer ocupante, y el imperio es allí el premio de la carrera. Los países ya poblados tendrán dificultades, a su vez, para preservarse de la invasión.

»He hablado ya... de lo que ocurre en la provincia de Texas. Cada día los habitantes de los Estados Unidos se introducen poco a poco en Texas, adquieren tierras y, en tanto que se someten a las leyes del país, fundan en él el imperio de su lengua y de sus costumbres. La provincia de Texas está todavía bajo la dominación de México; pero bien pronto no se encontrarán en ella, por decirlo así, más mexicanos. Semejante cosa sucede en todos los puntos donde los angloamericanos entran en contacto con las poblaciones de otro origen.

»No se puede disimular que la raza inglesa haya adquirido una inmensa preponderancia sobre todas las demás razas europeas del Nuevo Mundo. Es muy superior en civilización, en industria y en poder. En tanto que no tenga delante de ella sino regiones desiertas o poco habitadas; en tanto que no encuentre en su camino poblaciones aglomeradas, a través de las cuales le sea imposible abrirse paso, se la verá extenderse sin cesar. No se detendrá en las líneas trazadas en los tratados, sino que se desbordará por todas partes por encima de esos diques imaginarios.»

Y la profecía se cumplió. En 1836 se sublevan los colonos anglosajones de Texas, restablecen la esclavitud abolida por Méjico, y proclaman su independencia, que será reconocida por Estados Unidos. El conflicto se prolongará hasta la guerra definitiva que arranca en 1846. Y de ella va a hablarnos el hijo de nuestro conocido John JayWilliam Jay (1789-1858) fue un prestigioso juez del estado de Nueva York, que desarrolló numerosas acciones filantrópicas a favor de la abolición de la esclavitud. De tendencia conservadora, rechazó asimismo el militarismo y el recurso a la guerra como solución de los conflictos, y defendió en su lugar el arbitraje internacional. Apenas finalizada la invasión norteamericana de Méjico y firmado el Tratado de Guadalupe Hidalgo, publicó en 1849 su rigurosa condena de lo sucedido con el título A Review of the Causes and Consequences of The Mexican War. Con esta obra, dice, «hemos tratado de dar a los lectores una idea de la enorme suma de crímenes y calamidades que resultan de nuestra guerra con México.»

Jay atribuyó el origen de la guerra únicamente al interés de los estados esclavistas en expandirse territorialmente y lograr un mayor peso político en la Unión, a costa de los estados del norte. Sostiene que aquellos prevén desarrollar en los territorios adquiridos nuevas plantaciones, que incrementarían los beneficios de sus propietarios y de los criadores y comerciantes de esclavos. El autor considera que por meros intereses partidistas una parte considerable de la clase política del norte, en principio abolicionista, les habría apoyado. Y rechaza la justificación oficial de la guerra: cuando el gobierno mejicano denegó con toda justicia la anexión de Texas a Estados Unidos, el presidente James K. Polk promovió la que denomina guerra defensiva con falsos argumentos: los supuestos agravios mejicanos no tenían consistencia alguna y nunca se produjo el imaginado ataque mejicano a territorios norteamericanos. En conclusión, Jay condena la guerra como totalmente injusta, además de señalar el enorme coste en vidas y valores humanos; por otra parte ha sido económicamente ruinosa, como toda guerra.

Finley, Mapa de América del Norte, 1826.

lunes, 24 de julio de 2023

Manuel Gil Maestre, El anarquismo: hechos e ideas

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Julián Casanova, en La cara oscura del anarquismo, que forma parte de la obra colectiva Violencia política en la España del siglo XX dirigida por Santos Juliá (Madrid 2000) se refiere a «...la doble cara del anarquismo español, la que le acompañó en sus ochenta años de historia, desde que Giuseppe Fanelli llegó a España en noviembre de 1868 hasta el exilio de miles de militantes en los primeros meses de 1939. Ochenta años cargados, por un lado, de una frenética actividad propagandística, cultural, educativa y, por otro, de terrorismo y de violencia; de huelgas y sueños igualitarios; de insurrecciones y terrores justicieros. Desde Fanelli al exilio republicano, el anarquismo arrastró tras su bandera roja y negra a sectores populares diversos y muy amplios. Sin ellos, nunca hubiera llegado a ser un movimiento de masas, se hubiera quedado en una ideología útil para individualidades rebeldes, muy revolucionaria pero frágil, arrinconada por el crecimiento socialista y relegada a la violencia verbal. Pero su historia quedó también asociada a la bomba y al revólver, a la siniestra figura del hombre de capa negra con el cartucho de dinamita y al pistolero, al comecuras y al justiciero de la Federación Anarquista Ibérica.»

En realidad su gran crecimiento estuvo relacionado con su mayoritaria conversión al anarcosindicalismo, con la fundación de la CNT en 1910, y es por tanto posterior a la obra que presentamos esta semana. Publicada por entregas en la Revista Contemporánea de Madrid en los años 1897 y 1898 por Manuel Gil Maestre (1844-1912), magistrado, liberal reformista, interesado en las cuestiones sociales con abundantes publicaciones al respecto, y que había sido recientemente gobernador civil de Barcelona. Ante «los numerosos y cada día más horribles atentados que los anarquistas de acción, practicando la inconcebible propaganda por el hecho, han llevado a efecto desde hace algunos años en varias naciones de América y Europa, y, por desgracia, con bastante frecuencia en España», pretende «dar a conocer el verdadero carácter del anarquismo español, las ideas que en él más han influido, su origen, desarrollo e importancia que hoy alcanza, sus publicaciones periódicas y demás escritos, su táctica especial, sus agrupaciones, sus reuniones más señaladas, sus principales adeptos, sus relaciones, sus hechos más notables y su decaimiento, todo con las reservas que la prudencia y otras consideraciones imponen, tomando como base sus manifestaciones en Cataluña, por ser la comarca en que arraigó más profundamente.»

Es éste su objetivo principal, por lo que tituló sus colaboraciones como El anarquismo en España y el especial de Cataluña. Tras concluirlas, prosiguió con El anarquismo: su filiación, sus causas, su desenvolvimiento y sus doctrinas. Aunque esta segunda parte quedó reducida en buena medida al análisis de los autores a los que considera el origen intelectual de este movimiento: Proudhon, Herzen, Chernishevski y el nihilismo ruso. Concluyó refiriéndose a El ideal y las doctrinas anarquistas según varios escritores: Lenz, Lombroso, Serpa Pimentel, Malato, Reclus, Merlino, Baucel… A lo largo de su estudio, el autor contrapone el ideal anarquista, en el que encuentra aspectos positivos hacia los que considera evoluciona la humanidad, con la propaganda por el hecho, la táctica terrorista de numerosos anarquistas. Y por la misma razón, alaba repetidas veces el talante constructivo de sus rivales socialistas.

Y concluye así Gil Maestre: «hoy en día trabajan al anarquismo dos tendencias distintas, de las que indudablemente resultará su más o menos completa trasformación, que será o no de aplaudir, según que dominen los conciliadores o los intransigentes, los que aleccionados por la experiencia, y ante los resultados a su causa adversos de repetidos actos que han merecido reprobación universal y que a nada bueno conducían, no quieren imponer una revolución social que lleve al régimen anárquico, valiéndose al efecto de medios que lejos de aumentar sus fuerzas las disminuyen, que en vez de atraer a la población obrera la separan, que en lugar de hacer simpática su causa la hacen odiosa, que aumentan la cohesión de la llamada burguesía, fortalecen al capitalismo y al industrialismo, aumentan el malestar y prolongan la existencia de instituciones y organismos ya condenados por la conciencia política, o los que, fanáticos y obcecados, o con fines de cierta índole, consideran, ya que no dañosos, inútiles a los teóricos, a los meramente doctrinarios. Que predominen aquéllos, que el verdadero ideal se imponga a la propaganda por el hecho, que es su negación, será un bien; que dominen los últimos, y la humanidad tendrá que llorar nuevos desastres.»

Eduardo Chicharro Agüera: La familia del anarquista el día de la ejecución, 1897

lunes, 17 de julio de 2023

Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

Retrato imaginario, hacia 1870

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Julián Marías en su Cervantes clave española: «No hace mucho tiempo hice un experimento curioso: releer el Quijote íntegro, sus dos partes, sin notas ni pausas, en poco más de una semana, como se lee usualmente una novela ―que es precisamente lo que es el Quijote―. Así lo leían sus contemporáneos; primero, claro es, el Quijote originario, el de 1605; luego, desde 1615, la segunda parte y después probablemente las dos juntas. Creo que esta lectura rápida y continua es insustituible y completa la más usual, fragmentaria, demorada, con reflexiones y comentarios. Se descubre así la estructura del Quijote, el peso de sus diferentes porciones y elementos, su verdadero ritmo interno, su significación como una empresa unitaria, articulada en dos etapas.»

«Me interesa un Cervantes para lectores. Los libros son para leerlos. La tendencia dominante hoy entre los estudiosos es analizar los libros, hacer papeletas de ellos (mejor, perforadas y destinadas a un computador) y, si es posible, no leerlos.» «La fragmentación erudita y estudiosa del Quijote lo atomiza, porque lo reduce a sus elementos, y no podemos irnos a vivir a ellos, como no podemos beber el oxígeno y el hidrógeno que componen el agua, ni ver con las vibraciones electromagnéticas a que puede reducirse la luz»

«Conviene, pues leer este libro como una novela, seguir su corriente, habitar vicariamente en ese mundo que era el de Cervantes. Pero se preguntará cómo puede hacerse esto. ¿No son las circunstancias enteramente distintas? ¿Cómo puedo irme a vivir al mundo de un hombre que murió en 1616 y a quien no he tenido la suerte de conocer, con quien nunca he podido hablar? La posibilidad estriba en que Cervantes hizo ese mundo inteligible, lo hizo comunicable mediante esa extraña transparencia que introduce eso que llamamos literatura. Aunque no siempre se vea con claridad, la literatura consiste en dar transparencia a la vida y al mundo y hacer así posible la transmigración imaginaria a mundos ajenos.

»Por eso es una fabulosa dilatación de la circunstancia. Gracias a ella puede salir el hombre de su circunstancia real, del mundo en que efectivamente vive, con todas sus limitaciones , y puede alcanzar en principio otras formas de vida, otras épocas, vivencias que nunca ha tenido y que son inteligibles gracias a la recreación literaria. El que nunca se ha enamorado entiende lo que es amor, el que nunca ha tenido celos entiende el Otelo, el que no ha estado desesperado entiende la desesperación, el que no ha dudado entiende la duda de Hamlet. El Quijote es acaso el mayor ejemplo de esa posibilidad de dar transparencia, coherencia y comunicabilidad al mundo.»

Pero volvamos a ras de tierra. Es el mismo Miguel de Cervantes (1547-1616) el que nos ¿anima? a la lectura del Quijote: «Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento.

»Acontece tener un padre un hijo feo y sin gracia alguna, y el amor que le tiene le pone una venda en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones y lindezas y las cuenta a sus amigos por agudezas y donaires. Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro de Don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte, casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres; y ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrío como el más pintado, y estás en tu casa, donde eres señor de ella, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice: que debajo de mi manto, al rey mato. Todo lo cual te exenta y hace libre de todo respecto y obligación; y así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calumnien por el mal ni te premien por el bien que dijeres de ella.»

He utilizado el Quijote publicado por Ediciones de La Lectura, Madrid 1911-1913. Por mi parte, he actualizado ligeramente el lenguaje, cuya conveniencia sostenía Julián Marías en la obra que he citado más arriba. He eliminado ciertas fórmulas usuales en tiempo de Cervantes (sostenello por sostenerlo, etc.), pero he respetado los abundantes arcaísmos en la forma de hablar de Don Quijote y otros personajes, cuando imitan a las novelas de caballería.

Daumier, Don Quijote y Sancho

viernes, 7 de julio de 2023

De nuevo, el blog bloqueado

Aunque sólo la entrada correspondiente a la Historia de Roma de Tito Livio. El resto funciona correctamente.

He recibido el siguiente correo:
























El notificador de la infracción parece ser tienda.rbacoleccionables.com, según indica LUMEN. En una tacada denunciaron cinco blogs. Esta es la captura de pantalla:



















No he recibido información sobre los contenidos concretos que reclaman: La traducción de Livio es de Antonio Diego Duarte Sánchez  que autorizaba su reproducción en https://sites.google.com/site/adduartes/tito-livio (consultado el 21 de abril de 2014). Estos datos figuran, por supuesto, en la obra. Aprovecho para expresarle mi agradecimiento por su generosidad. Las dos ilustraciones proceden, sin identificaciones, de la red, y la presentación es mía.

He llamado hoy por teléfono a RBA, pero no me han proporcionado ninguna información. Les he rogado que cuando dispongan de ella me lo notifiquen aquí en el blog o en mi teléfono particular. Hasta que solucione permanecerá en borrador la entrada comprometida y sin acceso la Historia de Roma.


Una hora más tarde

Parece sencillo el error de RBA. Comercializan una parte de la utilísima Biblioteca Clásica Gredos, por entregas. Entre ellas la excelente edición y traducción de la Historia de Roma desde su fundación, a cargo del profesor José Antonio Villar Vidal. Pues bien, no han sido capaces de realizar un simple cotejo con la versión de Antonio Diego Duarte Sánchez que incluí en su día, como someramente acabo de realizar, antes de presentar su denuncia. Las diferencias son patentes.

Pero aun hay más. En su catálogo incluyen numerosas obras que he comunicado en Clásicos de Historia a partir de viejas ediciones libres de derechos de autor, como consta en ellas. Confío por tanto en que no se vuelva a repetir este desagradable incidente.

Todavía no he recibido contestación de RBA.


Martes 11 de julio

El pasado día 8 envié un correo electrónico a coleccionables@rba.es exponiendo otra vez el problema. Por ahora no me han contestado.

Por otra parte, he presentado a Google la correspondiente contranotificación basada en la DMCA. Hoy me han solicitado más detalles, que les he remitido, y he quedado a la espera del resultado.


Lunes 17 de julio

La semana pasada, a solicitud de Google, hube de ampliar con detalles adicionales mi contranotificación. Hoy he recibido hoy un correo de  Google acusando recibo de mi contranotificación, cuya traducción es la siguiente:

Hemos recibido su contranotificación. Se lo reenviaremos al usuario que solicitó la eliminación de su contenido. Si no recibimos pruebas de que han presentado una acción legal contra usted dentro de los 10 días hábiles, restableceremos el material en cuestión. Una acción legal puede ser una demanda en su contra o un reclamo con un proveedor alternativo calificado de resolución de disputas que nombra las URL en cuestión y busca una orden judicial para restringir su supuesta infracción.

RBA sigue sin comunicarse conmigo.


Sábado 28 de julio

Ayer recibí una atenta comunicación de Google cuya traducción es la siguiente:

Hola.
Gracias por ponerte en contacto con nosotros.
De acuerdo con su contranotificación, hemos restablecido las siguientes URL: http://clasicoshistoria.blogspot.com/2014/04/tito-livio-historia-de-roma-desde-su.html
Saludos,
El equipo de Google

La entrada y los enlaces correspondientes ya están accesibles.

RBA sigue sin comunicarse conmigo.