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El Arte Poética de Horacio, por Luis Zapata, Lisboa 1592 |
En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un curioso manuscrito de fines del siglo XVI, transcrito y publicado por Pascual de Gayangos en 1859. Contiene dos centenares y medio de capítulos, la mayoría muy breves, con un sinfín de anécdotas, pensamientos, chistes, lecturas, noticias verdaderas y rematadamente falsas… De ahí que se la haya titulado comúnmente como Miscelánea, aunque su autor la denomina Varia historia. Realmente, no es equiparable a las Noches Áticas de Aulo Gelio, o a los Ensayos de Montaigne, pero poseen un gran atractivo como medio para acercarnos a los valores, intereses y vivencias de un representativo personaje renacentista.
La obra fue dictada a lo largo de los últimos años de su vida por el caballero extremeño Luis Zapata de Chaves (1526-1595), de la Orden de Santiago, y señor de vasallos. En el prólogo de su Libro de Cetrería (1583), nos informa de lo que podemos considerar su proyecto vital: «Por tres cosas alababa Platón a sus dioses: que le habían hecho hombre y no bestia, varón y no hembra, griego y no bárbaro; yo, en la juvenil edad que me hallé con aquellas mismas, y mejor la postrera, que es ser español, deseé otras tres: ser gran cortesano y ser gran poeta y justador. Lo que de esto alcancé, que cierto fue poco, a los juicios ajenos, que son los jueces, lo remito.»
Cortesano lo fue durante veinte años, desde que con nueve de edad se incorporó como paje al séquito del futuro Felipe II, del que era coetáneo. Junto a él recibió una extensa formación intelectual y física, el hábito de la Orden de Santiago, y la oportunidad de acompañar al príncipe en su felicísimo viaje (1548-1551) a través de Italia, Alemania y Flandes. En 1556 se desvinculará de la corte, cuando la abdicación del emperador. Zapata se casa y se establece en su Llerena natal, con frecuentes desplazamientos a Sevilla, Talavera…
Ejercitó con maestría las actividades más propias de la nobleza, la caza (especialmente la altanería) y las justas. Hay numerosas referencias a ello en la Miscelánea, y en obras de otros autores. Pero un caballero renacentista ha de ser también poeta. Su obra más ambiciosa es el Carlo Famoso (1566), epopeya que narra los hechos de Carlos I. Su publicación le deparó cuantiosos gastos, una escasa repercusión, y además fue seguida por una profunda caída que le conduce a una prisión severa durante dos años, y más limitada (vive con su familia y seis criados) durante otros veinte, hasta su rehabilitación plena en 1591.
Marcelino Menéndez Pelayo, en su Orígenes de la novela, se refiere así la obra que presentamos: «El caballero extremeño don Luis Zapata (...) retrájose en su vejez, después de haber corrido mucho mundo, a su casa de Llerena, “la mejor casa de caballero de toda España (al decir suyo), y aun mejor que las de muchos grandes”, y entretuvo sus ocios poniendo por escrito, sin orden alguno, en prosa inculta y desaliñada, pero muy expresiva y sabrosa, por lo mismo que está limpia de todo amaneramiento retórico, cuanto había visto, oído o leído en su larga vida pasada en los campamentos y en las cortes, filosofando sobre todo ello con buena y limpia moral, como cuadraba a un caballero tan cuerdo y tan cristiano y tan versado en trances de honra, por lo cual era consultor y oráculo de valientes.
»Resultó de aquí uno de los libros más varios y entretenidos que darse pueden, repertorio inagotable de dichos y anécdotas de españoles famosos del siglo XVI, mina de curiosidades que la historia oficial no ha recogido, y que es tanto más apreciable cuanto que no tenemos sobre los dos grandes reinados de aquella centuria la copiosa fuente de Relaciones y Avisos que suplen el silencio o la escasez de crónicas para los tiempos de decadencia del poderío español y de la casa de Austria.
»Para todo género de estudios literarios y de costumbres; para la biografía de célebres ingenios, más conocidos en sus obras que en su vida íntima; para empresas y hazañas de justadores, torneadores y alanceadores de toros; para estupendos casos de fuerza, destreza y maña; para alardes y bizarrías de altivez y fortaleza en prósperos y adversos casos, fieros encuentros de lanza, heroicos martirios militares, conflictos de honra y gloria mundana, bandos y desafíos, sutilezas corteses, donosas burlas, chistes, apodos, motes y gracejos, proezas de grandes soldados y atildamiento nimio de galanes palacianos; para todo lo que constituía la vida rica y expansiva de nuestra gente en los días del Emperador y de su hijo, sin excluir el sobrenatural cortejo de visiones, apariciones y milagros, alimento de la piedad sencilla, ni el légamo de supersticiones diversas, mal avenidas con el Cristianismo, ofrece la Miscelánea de Zapata mies abundantísima.»
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Del manuscrito original |