En Los grandes imperios coloniales, José Luis Comellas caracteriza así al explorador del siglo XIX: «Curioso, intrépido, incansable, con una capacidad casi sobrehumana para superar todas las dificultades, individualista, hasta el punto de que casi siempre, cuando es encargado de una misión, va más allá de las instrucciones recibidas; tenaz y hábil al mismo tiempo, generoso casi siempre con sus compañeros o con los indígenas, a quienes conoce y con los que se compenetra mucho mejor que los colonizadores, sin otra ambición, muchas veces, que la de llegar a los países más lejanos y más desconocidos, resulta por lo general un personaje simpático y hasta con frecuencia ejemplar. No es extraño que durante mucho tiempo los libros de lectura escolar se hayan explayado con tanta frecuencia en la vida y obra de los exploradores.»
Y más adelante: «Es asombrosa la capacidad del pionero por adaptarse al medio humano, vivir como los indígenas, adoptar sus costumbres, o hasta hacerse pasar por uno de ellos. De aquí esa facilidad para la metamorfosis que a veces resulta difícilmente imaginable», como veremos en el autor de esta semana. Y también: «El ansia de actividad, y en ocasiones la incapacidad para readaptarse a la vida europea hicieron que los exploradores repitieran una y otra vez sus hazañas… El explorador sólo descansa tranquilo de regreso en su tierra natal cuando puede permitirse el lujo de escribir sus memorias o relatar sus aventuras: es una forma de vivirlas de nuevo. Se conservan infinidad de relatos, de calidad literaria muy diversa, pero todos vívidos y en ocasiones emocionantes.»
El capitán Richard F. Burton (1821-1890) fue explorador, antropólogo, políglota, fecundo escritor y traductor, y diplomático. En su juvenil estancia en la India durante siete años, en el ejército colonial, desarrollará una prodigiosa capacidad para adaptarse a las más variadas culturas, que será clave para sus constantes viajes posteriores por Asia, África y América. La primera de sus grandes expediciones tuvo lugar en 1853: se propuso realizar la peregrinación a los lugares más sagrados del Islam, La Meca y Medina. Se hará pasar por un médico persa primero, y luego por afgano de la India. A su regreso, la publicación en 1855 de Personal narrative of a pilgrimage to Al-Madinah & Meccah, le proporcionará una gran fama que le facilitará sus empresas posteriores, entre las que destacan sus exploraciones con John H. Speke y en solitario, en la región de los Grandes Lagos, a la búsqueda de las fuentes del Nilo.
Muchas gracias.
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