jueves, 11 de diciembre de 2025

Megástenes, La India (fragmentos)

Seleuco Nicátor

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Con Alejandro Magno la cultura griega, siempre extrovertida, avanza poderosamente hacia oriente. Uno de sus herederos, Seleuco Nicátor, amalgamará con el helenismo un poderoso reino de múltiples territorios y culturas, extendido desde Asia Menor hasta la India. Allí entrará en contacto con otro gran estado emergente, el Imperio Maurya que forja Chandragupta, que fatalmente hará retroceder a los griegos y que acabará por unificar el subcontinente. Pero mientras tanto, las relaciones entre las dos civilizaciones son abundantes, y Seleuco requiere de embajadores y funcionarios que engrasen los contactos con los reinos más o menos vasallos.

Uno de estos embajadores fue Megástenes (c. 350-290 a. de C.). De origen jonio, se estableció en Aracosia, en lo que ahora es el sur de Afganistán. El gobernador o sátrapa de la región le empleó en diversas embajadas por la India, llegando a ser recibido por Chandragupta en su corte de Pataliputra (ahora Patna), en la orilla sur del Ganges. La información que recogió sobre la geografía, etnografía y cultura india la plasmó en su obra Ἰνδικὰ, en cuatro libros. La obra tuvo un éxito considerable, lo que no le evitó abundantes críticas: se dudaba de la veracidad de muchas de sus afirmaciones. Gracias a ello, y aunque no se conserva el texto original, son muy abundantes las citas y paráfrasis de ella; incluso un breve epítome o resumen de la obra, en Diodoro Sículo.

El doctor E. A. Schwanbeck recogió todos los fragmentos y referencias a la obra que pudo localizar, y los publicó (Bonn, 1846), aunque en sus lenguas originales; y hubieron de pasar tres décadas para que se tradujeran al inglés. Lo hizo, en la propia India entonces británica el escocés John Watson McCrindle (1825-1913), y precisamente en la misma antigua Pataliputra que visitó Megástenes; allí ejercía como director del Patna College. En años sucesivos continuará publicando otras fuentes clásicas referentes a la India, hasta su Ancient India as described in Classical Literature (1901).

En esta entrega reproducimos en traducción propia la obra original de McCrindle, de largo título: Ancient India as described by Megasthenes and Arrian; being a translation of the fragments of the Indika of Megasthenês collected by Dr. Schwanbeck, and of the first part of the Indika of Arrian, by J. W. McCrindle, M.A., Principal of the General Council of the University of Edinburgh, Fellow of the University of Calcutta. With introduction, notes, and map of Ancient India. Calcutta-Bombay-London 1877.

Algunas modificaciones: he suprimido la India de Arriano (primer libro) excepto los fragmentos que Schwanbeck atribuye a Megástenes, los cuales he insertado en su lugar oportuno. Respecto a la Introducción, sólo he incluido un extracto, suprimiendo las disquisiciones filológicas. He actuado de igual manera con las notas. El mapa adjunto procede del libro de McCrindle.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Beroso, Babilonia (fragmentos) seguido del Falso Beroso de Annio de Viterbo

Retrato fúnebre. Palmira.

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De la obra de muchos autores no conservamos más que los párrafos o paráfrasis que otros autores incluyeron en las suyas propias. Y no es raro que estas segundas obras también se hayan perdido, con lo que al final nos encontramos con citas de segunda o tercera mano, muchas veces en idiomas distintos del original, y diferencias significativas entre las distintas copias que han llegado a nosotros. Es el caso de la Αἰγυπτιακά de Manetón, que comunicamos hace unas semanas.

A la misma época del siglo III a. de C., principios de la globalización helenística, y obedeciendo aparentemente a los mismos objetivos de dar a conocer el propio país a los vecinos, corresponde la obra de esta entrega. El sacerdote caldeo Beroso, del templo babilónico de Bel (Marduk), escribió Βαβυλωνιακά, una historia de Mesopotamia. Al estar escrita en griego tuvo considerable difusión fuera de su lugar de origen, y la conocieron y citaron diversos autores, en general los mismos que a Manetón.

Pero a diferencia de la Ægyptiaca, son muy escasos los fragmentos seguros conservados. Los reproducimos, traducidos, a partir de la edición que publicó en 1828 Isaac Preston Cory bajo el título The Ancient Fragments. También incluimos algunos pasajes de la introducción de Cory, y otro fragmento procedente de otro interesante autor helenístico, Megástenes; a éste deberemos acudir en otra ocasión en relación con su Ἰνδικά, obra de la que nos quedan abundantes fragmentos, en la que describe la India que realmente visitó.

Pero volvamos a Beroso. Lo parco de los restos que se conservaron resultó ser, siglos después, un acicate para un curioso personaje. Annio de Viterbo (en realidad Giovanni Nanni) publicó en 1498 Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus loquentium, obra dedicada a los Reyes Católicos. Pretendía haber obtenido una serie de manuscritos, muchos de ellos procedentes de Armenia, de un buen número de autores antiguos, entre ellos Beroso y Manetón, a los que publicaba y comentaba por extenso. La obra tuvo un gran éxito, entre otras razones porque proporcionaba abundantes noticias antiguas sobre muchas ciudades y naciones actuales, lo que exaltaba el orgullo patrio de éstas.

Pero también tuvo desde el primer momento críticos y detractores, que demostraron con rigor lo falaz de su falsificación. Reproducimos en esta entrega la primera versión del falso Beroso (luego la aumentará considerablemente) tal como la tradujo un interesante escritor barroco, José Pellicer de Ossau, al que podríamos considerar el primer periodista hispano. En 1673 publicó Beroso de Babilonia en Chaldea, distingvido del Beroso de Viterbo en Italia, con la chronologia de los reyes antiqvissimos de Asiria y Babilonia. Reprodujo los fragmentos auténticos de Beroso y demostró prolijamente la falsedad del de Annio. También incluimos parte del proemio de la obra.

En cualquier caso, las falsificaciones de Annio de Viterbo tuvieron muchos seguidores. En España su gran imitador fue sin duda Jerónimo Román de la Higuera (1538-1611), con sus falsos Dextro de Barcelona y Máximo de Zaragoza. No escasearon, pues, en el pasado los libros fake, ni tampoco lo hacen en el presente, muchas veces revestidos de memoria histórica o democrática. En Clásicos de Historia hemos incluido algunas obras al respecto: La falsa vida del falsario Saavedra (relatos y refutaciones); el Parecer sobre las planchas de plomo que se han hallado en Granada, de Juan Bautista Pérez; la Historia crítica de los falsos cronicones, de José Godoy Alcántara. Y fuera de España, Los pretendidos terrores del año mil, estudiados por François Plaine; la Historia de los reyes de Britania de Godofredo de Monmouth; el Libro de las maravillas del mundo del inexistente John de Mandeville,  Aparte, claro está, de la divertida Historias verdaderas, de Luciano de Samósata.