Escribe Guillermo Fatás:
«Ejemplo de científico con método y talla internacionales, químico, botánico, jurista y economista, es un destacado ejemplo de la Ilustración española y aragonesa. Si el patriotismo, en su sentido más depurado y escueto, consiste en poner al servicio de la comunidad eficientes instrumentos para su mejora y engrandecimiento, desde la generosidad personal y el respeto al rigor del pensamiento científico, pocos patriotas mejores que Asso tuvo Aragón en el siglo XVIII.
»Ignacio Jordán Claudio de Asso y del Río nació en Zaragoza, de Onofre y María Antonia, el 4 de junio de 1742 y en ella moriría casi setenta y tres años después. Doctor en Derecho por Zaragoza, conocedor del griego, del latín y del árabe, profesor universitario, abogado al servicio de la corona en Madrid, cónsul de carrera con ejercicio en Dunquerque, Amsterdam y Burdeos, nunca dejó de amar profundamente a Aragón ni de trabajar por él. Aunque sin holguras económicas, pudo estudiar y publicar no sólo muy notables libros sobre la fauna y la flora aragonesa (editados en Amsterdam y elogiados en los medios científicos europeos) o sobre el derecho castellano (siete veces se reimprimió su Instituciones del Derecho Civil de Castilla, desde1771, texto obligado en las universidades españolas), sino, sobre todo, su Historia de la Economía Política de Aragón. Cuatro años (1794-1798) tardó en componer la obra, estudiando con gran esfuerzo personal en viejos archivos para poner a las autoridades aragonesas en condiciones de realizar planes de saneamiento económico y ciudadano, desde un enfoque extraordinariamente moderno y perspicaz.
»Asesor, en su ancianidad, de Palafox durante los Sitios, hubo de huir de Zaragoza para no ser fusilado por los franceses. Fue uno de los más notables miembros de la Real Sociedad Económica. Escribió más de cuarenta obras y murió, amado de su ciudad y respetado por la ciencia europea, en 1814.»
Publicado en: Beltrán, M.; Beltrán, A.; Fatás, G. (dir. y coord.). Aragoneses Ilustres. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1983. p. 31-32.
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